11. Una Pista

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Incluso en los lugares menos esperados, llegan lo rayos de luz, Hayden podía confirmarlo en ese mismo instante.

Creyendo que a ese viejo pasillo donde estaba acostumbrada a bajar después de la escuela para ir a casa, no entraba ni la más mínima gota de luz, le pareció que alguien en algún lugar la estaba guiando.

Quizás el profesor sabía que ella estaba subiendo a verle.

Quitó la losa, colocándola a un lado, tomó fuerza y escaló, subió los pies y colocó la losa en su sitio, se limpió las rodillas (técnicamente todo el cuerpo) y se incorporó, miró más allá de su hombro, encontrando una fea tela de color azul, subió la mirada, encontrándose una cara igual de fea.

Se estremeció, los ojos de Yen Sid a veces le causaban escalofríos, como si la leyera.

—¡Caray! —dijo este—. Saliste del suelo, irónicamente.

—Ja ja —rió sarcásticamente—. Menos mal que las bromas no son una materia, sería un profesor terrible.

Se levantó y acomodó su cinturón, para luego sentarse en el asiento del profesor.

—Mi visita tiene el tiempo medido, Sid —dijo para luego darse cuenta de la severa mirada del profesor. Aclaró su garganta y corrigió—: Profesor.

Este sonrió.

—Digame usted en qué puedo ayudarla —hizo una pausa—. Aunque ya lo sé, y no me parece apropiado que vayas a Auradon.

Hayden lo miró confundida y luego ofendida ¿Había dicho que no? ¿un NO? ¿Por lo menos sabía él que ella estaba pesando en quemarle los dedos si no colaboraba?

—¡No puedo quedarme aquí sin hacer nada! —chilló—. Acabo de descubrir que hubo un complot para que perdiera la memoria y encima toda mi supuesta magia ¿Y usted quiere que me quede aquí? ¿Está consciente?

El mechón de la chica tomó un poco de intensidad, el profesor notó aquello, si ella no estuviese tan alterada hubiese tratado de ocultarlo.

Yen Sid levantó una mano para cesar la palabrería de Hayden, esta al instante se quedó muda, no acostumbraba a ser tan obediente, nunca lo era, de hecho.

—Lo digo porque tu destino ha venido directamente hasta aquí —sonrió de medio lado— y no para de llegar.

Hayden hizo una mueca, más confundida que antes, y se echó para atrás en la silla que rechinó como si fuese a partirse, luego se incorporó y ladeó la cabeza apoyándola en sus manos, sin quitar la mueca de confusión.

¿A qué se refería exactamente con su destino? ¿No se supone que tiene que ir a por ellos? Eso simplemente no toma un auto y viene hasta a ti, no era tan sencillo.

A menos que fueras de los buenos, ahí todo lo era, ugh.

Ella solo quería hablar con la hija de Maléfica.

Luego se dio cuenta y se sintió una tonta.

Se sobresaltó, miró al profesor quien se había sentado a ojear unas revistas frente a ella, levantó la mirada y rió un poquito, luego siguió leyendo.

Su destino era encontrarse con ella.

Y ella estaba ahí mismo.

La hija de Maléfica estaba en la Isla de Los Perdidos.

—No te diré dónde está —saltó el profesor evitando que Hayden hablara—. Eso lo sabrás tú, poco a poco.

Hayden soltó una risita y salió rápidamente de la oficina de Yen Sid, sin dar las gracias, como siempre.

—Ahora —se dijo a si misma, saliendo de Serpent Prep—. Si yo fuera una princesa tonta y viniera a esconderme porque obviamente soy tonta ¿Dónde me escondería?

Miradas del Inframundo [An Under Disney Descendants Story] "TERMINADA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora