29. La Luz Azul

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Estaba muy cerca, ella lo sabía, incluso tenía la certeza de que llegaría antes de lo previsto, pudo muy bien quedarse allá arriba y pedir un aventón a Auradon, sin embargo, prefirió quedarse a verificar que Las Moiras y Caronte estuvieran tan bien como Calíope le confirmó antes de desmayarse.

Y recordando eso, aun le dolía el pecho, pero no como las otras veces, se sentía en peligro, pero no quería alarmar a nadie, quizás, era algún efecto secundario de haber descubierto su parte Maléfica, aunque no estaba tan segura de ello.

Le dolía, en verdad le dolía.

—¿Se encuentra bien, majestad? —preguntó Caronte observando la incomodidad de Hayden.

Esta solo asintió con la cabeza, pero no sirvió de nada, Las Moiras sabían, siempre sabían.

Aunque esta vez, tenían miedo de hablar, miedo de decirle algo que pudiera perjudicarla.

Hayden lo había notado.

—¿Algo para decirme? —Inquirió— Están calladas, nunca están calladas ¿Hay algún problema?

—No nos acostumbramos al color de cabello, niña —dijo la más alta—. Solo eso, es que, pareces tu hermana.

—Qué asco —dijo Hayden con cara vomitiva.

Caronte rió por lo bajo, pero también sabía lo que sucedía con ella.

—Supongo que ya te has dado cuenta de que tienes sentimientos ¿No? —Mencionó la más pequeña— Lo digo por aquel niño.

Hayden hizo una mueca de medio lado, ya se había acostumbrado al tema (realmente, lo había aceptado), asi que su respuesta fue un encogimiento de hombros ¿Qué hacía negándolo? Si todos colocaban el tema en su contra, entonces era mejor denle al público lo que quiere.

El público quería que aceptara su enamoramiento, ella no quería, realmente no, pero estaba por resignarse.

—Supongo que ustedes me están ocultando algo ¿No? —Masculló Hayden jugando con sus dedos— Lo digo porque han escondido el ojo.

Las Moiras y Caronte se miraron entre sí (si eso era posible), supieron entonces que no tenían salida, que debían de hablar, esperaron que pudieran retenerlo un tiempo más, pero no era posible, la intuición de la chica no había fallado.

Ellos estaban preocupados por ella, realmente preocupados, no solo notaban su dolencia, sino que ya la habían visto antes, muchísimo antes de que existiera, y cómo no.

—¿Entonces? —preguntó Hayden insistente.

Notaron como ella se sostenía el estómago, aumentó la preocupación en ellos, no sabían cómo ayudar.

—Verás —empezó la mediana—. Al iniciar esta travesía, justo después de lanzarte a tu casa, algo cambió en tu futuro, Átropos ha visto algo terrible.

Hayden frunció el ceño.

—¿Qué ha visto?

—Que desaparecías —respondió la más pequeña—. Es decir, que morías.

Su expresión de confusión se esfumó, se tornó pálida, su cuerpo se heló ¿Habían dicho que moría? ¿Haciendo qué? ¿Al caer cuando Maddy la empujó o cuando Harold casi le rebana el cuello? Fueron las únicas veces que estuvo en peligro, no tenía sentido ¿Qué había cambiado en su futuro que seguía con vida? Luego recordó.

Las tijeras del destino, ellas no podían cortar el hilo de su vida sin esas tijeras.

—Técnicamente —respondió la más alta—, pero no completamente, pues tras el hechizo que activó tu padre al robarte tu parte Hades muchas personas te han olvidado, aunque ya te hayan visto antes.

—¿Entonces Maddy y todos los que me vieron en la Isla ya no saben quién soy? —preguntó confundida.

—No de un solo sopetón —dijo Cloto, la mediana—. Poco a poco, sus recuerdos contigo se desvanecen lentamente, sin embargo es evitable.

—Saliendo de aquí y recuperando tus poderes atrapados en la brasa —continuó Láquesis, la más alta.

—La brasa no sirve en la Isla —Dijo Hayden rodando los ojos—. Aunque no sé qué hizo Hadie para que funcionara.

—Solo búsquela, majestad —insistió Caronte—. De ello depende su vida.

Hayden abrió la boca y la volvió a cerrar, tenía razón, pero no quería irse aún, acababa de llegar (no es cierto, tenía tres días ahí con ellos sin contar los que pasó con su mamá), pero quizá, mañana sería demasiado tarde.

Entonces tenía que partir.

Se levantó y acomodó su cabello, los miró y sonrió un poquito, no había problema, ya sabía que estaban bien, ahora solo faltaba que ella lo estuviera.

—Tenga, niña —dijo Átropos dándole una botella de agua fría—. Es para controlar su temperatura.

Miró la botella y luego los miró a todos, no dio las gracias, aun no estaba acostumbrada a ello, por ende se dio la vuelta y empezó a caminar, ahora volvía al pasillo oscuro, pero esta vez no huía, solo caminaba tranquilamente a encontrarse con su destino.

Cuando ya estaba lo suficientemente lejos de todos, lo único que podía divisarse en aquel pasillo era una pequeña Luz Azul.

Miradas del Inframundo [An Under Disney Descendants Story] "TERMINADA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora