El camino de la derecha, como había dicho su "Voz de la Razón", la llevaría a casa, pero ahora no estaba tan segura de dónde era eso, estaba cansada de acertijos y de canciones, pues mientras corría para escapar de su propia mascota, la cueva tarareaba una melodía que por un momento pensó que había escuchado antes.
Como en esa historia de la sirena que se enamora del humano.
Se detuvo un segundo, a tomar un bocanada de aire, tenía la certeza de que Cerbero estaba muy muy lejos de ella, así que calmar su asma no podía ser problema.
—¿Podrías dejar de cantar eso? —Exclamó mirando hacia el techo de la cueva— No me lo puedo sacar de la cabeza.
La cueva soltó una risita burlona, que ofendió un tanto a la semidiosa y su mechón se encendió, pero poco a poco fue bajando su llama.
—¿Estas segura de que es solo la melodía? —preguntó Astrid apareciendo de repente.
—No estoy pensando en Carlos —masculló Hayden con las mejillas ardidas.
—¿Acaso yo te dije que era él? —sonrió Astrid picara.
Hayden colocó los ojos como plato y su mechón se encendió a un azul muy leve, a diferencia de sus mejillas que estaban rojas como un par de tomates, lo que a la princesa fantasma le resultó adorable.
Alguien más rió, pero esta vez, se escuchó hasta en lo más recóndito de la cueva lo que resultó a Hayden un poco aterrador, volteó hacia todos lados pero no consiguió a nadie.
Hasta que este maulló justo a su lado y ella gritó.
—¡Cuidado, flamita! —Dijo el gato sonriente— Estas que arde.
Hayden miró al gato, el cual tenía un par de rayas rosadas y purpuras acompañadas de una inmensa sonrisa que estaba segura que podía tocar sus orejas.
—Es tan tierna —le dijo el gato a La Voz de la Razón—. Quiere convérsese de que no le gusta ¡Y si le gusta!
—Le encanta —susurró Astrid.
Hayden volteó a mirarla con recelo y con unas cuantas ganas de golpearla si tan solo no fuese un fantasma.
Los fulminó a ambos y empezó a caminar, pero el pequeño gato sonriente lo impidió apareciendo frente a ella.
—¡Shú! —dijo Hayden espantándolo como si fuese una mosca.
—¡Salud! —Bromeó el gato—. Soy Cheshire por cierto, niña.
—No me interesa —dijo Hayden sin parar de caminar, aun con la melodía en la cabeza.
Claro, no solo eso.
Astrid se colocó a su lado, observando su ceño fruncido mientras flotaba, Cheshire se colocó del otro lado, con esa enorme sonrisa que por un momento Hayden pensó que nunca desaparecía incluso cuando él estaba enojado, si eso era posible.
Como ambos la estaban ofuscando optó por hacer arder su mechón, y aparentemente funcionó, pero al instante se volvieron a acercar.
—¿Se les ofrece algo? —preguntó fastidiada.
—Cheshire me ha convencido de mostrarte Auradon —sonrió Astrid—. También a...
—Carlos —rodó los ojos—. Carlos, Carlos, Carlos.
—¡Así está tu mente ahora mismo! —rió Cheshire.
Hayden gruñó y apresuró el paso, su mechón dejaba unas cuentas luces atrás, su Voz de la Razón fue tras ella tratando de disculparse.
—Sabes cómo son los gatos —dijo Astrid.
—Sí, lo sé, por eso prefiero a los perros —respondió Hayden con una sonrisa hipócrita.
Cheshire ronroneó y nuevamente se colocó frente a ella, ahora actuando con rapidez, se sacudió las orejas y tomó un pequeño cabello azul de Hayden (que, cabe destacar, sus raíces castañas ya no estaban por ningún lado), esta chilló y lo miró con enojo.
El gato lanzó el cabello al vacío y la semidiosa lo miró apunto de gritarle, pero de repente hubo una explosión.
Y un portal se abrió.
Hayden, quien cayó sentada ante el estruendo, entrecerró los ojos hasta poder adaptarse a la luz, y, sin sorprenderse por supuesto, miró a Carlos jugando con el perro que había comido una tela antes.
Sin pensarlo, dejó salir una muy pequeñita sonrisita, que Astrid y Cheshire notaron, pero no dijeron nada al respecto.
Aunque aquel momento se acabó de repente, asi como desapareció la sonrisa de Hayden.
Una hermosa chica, de largos cabellos oscuros y ojos tan azules como el cielo se acercó a él y le dio un inmenso abrazo que, a decir verdad, duró una eternidad.
Se levantó del suelo y se limpió, sin quitar la mirada de aquella pareja.
Porque eso eran, efectivamente: una pareja.
—Muertos —susurró Hayden para que no notaran como su voz se había quebrado.
Astrid se colocó frente al portal, evitando que la chica pudiera seguir viendo aquello y mientras Cheshire cerraba el mismo, Hayden con un ceño fruncido esquivó a ambos y siguió caminando, ahora con un extraño sentimiento en el pecho.
—Yo, uhm, no era eso lo que...
—Gracias, Hada Madrina —dijo Hayden con una voz grave sonando un poco burlona— ¿Me queda un deseo de la lámpara mágica no? Deseo que me dejen sola, quiero encontrar la salida.
—Vamos, niña —dijo Cheshire como si lo sintiera, pero su enorme sonrisa te hacia dudar.
—Que se vayan —masculló molesta y con el mechón echando chispas.
Cheshire y Astrid se miraron avergonzados, no era asi como imaginaron que sería el momento, pero, obedeciendo a la semidiosa desaparecieron de sus ojos y ahora volvía a estar sola.
O casi.
—¿Majestad? —dijo una voz muy grave retumbando en las paredes.
Hayden levantó la mirada, sabía quién era.
—¿Caronte? —preguntó incrédula mirando hacia el frente.
—¡Princesa! —exclamó ahora una mujer, parecía una de Las Moiras.
—¡Átropos! —exclamó reconociendo la voz de la Moira más pequeña.
Empezó a correr, su corazón iba al ritmo de sus pasos (que ya de por sí, eran muy rápidos), incluso, se le salió una pequeña risita, pues estaba más tranquila de saber que estaban bien, aunque no los podía ver, solo los escuchaba.
Sin embargo, ni volando llegaría hasta ellos, y se dio cuenta de que estaba sucediendo lo mismo que pasó en el Salón de Meditación: cada vez que se acercaba, ellos se alejaban.
—¡No! —Exclamó deteniéndose— Que me parta un rayo.
De la nada, surgió una luz cegadora, Hayden cubriéndose los ojos se alejó un poco y cuando aquello bajó su intensidad, en frente de ella vio a una hermosa mujer con toga blanca y un peinado extravagante.
—No creo que eso sea lo que realmente quieras, dulzura —dijo la mujer— ¿Sabes lo bonito que se ven desde allá arriba? ¡Tu tío hace un buen trabajo!
—¿Eh? —preguntó Hayden saturada de información por lo antes ocurrido.
La mujer rió y se acercó a ella quien se alejó, se inclinó y la miró más de cerca.
—Tienes eso de tu padre que... —inhaló exageradamente— es encantador.
Hayden enarcó una ceja y la miró despectivamente.
—Disculpa belleza, soy Calíope —se incorporó haciendo una reverencia—: Lidero a las Musas.
La semidiosa levantó ahora las dos cejas levemente y se preguntó por qué había alguien de allá arriba ahí abajo.
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Miradas del Inframundo [An Under Disney Descendants Story] "TERMINADA"
Fanfiction"Venid, venid hacia aquí, princesa, encontraras más de lo que esperas, sabrás más de lo que deseas y recibirás justo como lo anhelas, al principio no entenderás por qué todo da tantas vueltas pero una vez que lleves el compás, solo usted decidirá a...