32. Night Falls

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Y pensar que hace poco estaba iniciando esta travesía, cada paso que daba, ya fuera corriendo o caminando tranquilamente, la dejaban más cerca cada vez, podía sentirlo, pero al mismo tiempo sentía cómo se debilitaba un poco más, esos pocos días en la cueva ya parecían mil años, todo le daba vueltas, incluso tuvo que detenerse un par de veces porque pensaba que se desmayaría.

No llegaron a ayudar a Ben (tampoco había manera de hacerlo estancadas ahí abajo), pero pudieron jurar que estaba mucho mejor que Hayden ahora que, incluso, había perdido el color en las mejillas y en los labios, parecía un zombie.

—¿Crees que falta mucho para llegar, As? —preguntó casi balbuceando pero nadie le respondió.

Al levantar la mirada se dio cuenta de que estaba sola en la oscura cueva.

Se alarmó, miró a todos lados, llegó a pensar que ella había despertado del hechizo que le había puesto su Madre en la otra dimensión, pero aquello se fue tan rápido de su mente como Ginny-fantasma traspasando las paredes como una cobarde.

El dolor había aumentado su intensidad desde hace un gran rato ya y, sin que alguien le ayudara le parecía imposible llegar a la salida ese mismo día (o tarde, o noche, ya ni sabía), recibió un pinchazo y se arrodilló, quizás ni siquiera llegaría.

Luego recordó que en su cuello colgaba la esmeralda que le había regalado Maléfica.

A duras penas pudo moverse y sacarse el collar que Zeus le dio y con sumo cuidado sacar la gema, al instante empezó a palpitar.

—Por favor —susurró para la esmeralda—. Dame las fuerzas suficientes para... salir de aquí.

La gema ahora palpitaba de manera constante, más rápido, cambiaba de color, verde, luego morada, azul y volvía a verde. Soltó un brillo cegador, incluso el cabello de Hayden saltó junto con ella, y luego se apagó como si le faltaran un par de pilas.

Pero ahora Hayden se sentía diferente, tenía la energía suficiente para escalar una montaña con las manos, por lo que se levantó y empezó a correr tan rápido como nunca en su vida, llegó más lejos de lo que espetaba, se detuvo en seco, justo al frente había un par de cosas horrorosas que bloqueaban el paso.

Una especie de troll gigantesco multiplicado por dos, rasgando las paredes, tratando de destruir el lugar, uno la derecha, el otro la izquierda, luego cambiaban, eran muy feos, con colmillos grandes y puntiagudos, gordos y color verde vomito. Sin embargo Hayden (aparte de asco) no sentía nada, ni miedo, nada.

Se acercó a ellos, decidida a darles una paliza sino colaboraban.

—¡Mira, Brutus! —Dijo uno de ellos con voz increíblemente gruesa mirándola— Un palito que brilla.

—¡Dale una mordida, Lutus! —Chilló el otro casi con la misma voz— Quizás sea comestible.

Hayden indignada, los miró con una ceja enarcada y lentamente se acercó a ellos.

—Lo único que se van a comer son sus lenguas por hablarme de esa manera —retó por lo que ambos trolls empezaron a reír.

La semidiosa sintió como la adrenalina corría por su cuerpo, sus ojos brillaban, su cabello chispeaba y de un momento a otro saltó hacia uno de ellos.

Brutus, el troll que había hablado al principio, empezó a estremecerse de manera graciosa, pues Hayden le estaba jalando las orejas, corrió por su cabeza, este se dio un par de golpes fallidos y luego se golpeó un ojo, gritó de dolor y cayó sentado, la semidiosa salió volando y cayó al suelo raspándose un poco.

Lutus fue tras ella e intentó pisarla, Hayden se arrastró lo más rápido que pudo lejos de su alcance hasta que pudo llegar a un desnivel de la pared donde no podía cogerla, tuvo una idea, tomó un poco de aire y salió de nuevo al alcance de este, cuando estuvo a punto de agarrarla su cabello se encendió como una vela y así le quemó la gigante mano. Chilló, lloriqueó y volvió a llorar.

Miradas del Inframundo [An Under Disney Descendants Story] "TERMINADA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora