Ella era un corazón de piedra, una sonrisa olvidada, un cielo nublado.
Él era un profundo misterio, un laberinto infinito, fuego y hielo.
¿Qué pasará cuando el destino los una?
Ziel era una agente de la policía.
Liam era uno de los delincuentes más...
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Lo siguiente que se escuchó fue mi mano chocar contra la mejilla del descarado.
-¿Pero qué diablos ocurre contigo?!- le grité enojada. Su rostro mostraba pura sorpresa, y luego mostró diversión. Supuse que probablemente había sido la única chica que se había atrevido a abofetear al poderoso Liam Williams, pero no me importaba en lo más mínimo. Quién diablos se creía? Salí de allí dando un portazo sin saber si estaba enojada con él o conmigo misma por no haberle detenido.
Bajé las escaleras a toda velocidad y busqué a Artemisa y a Noche. Estaban de pie junto con otros chicos y me acerqué a ellos intentando fingir que nada había pasado.
-¿Estás bien?- preguntó Artemisa tocando mi rostro como para ver si tenía fiebre.-Tu rostro está enrojecido-notó.
Genial.
-Excelente- respondí con una sonrisa- solo estoy muy emocionada- mentí. No había manera de que les dijera lo que acababa de pasar.
-¿Qué tal si vienes a las carreras esta noche con nosotras?- me propuso Noche con una sonrisa. Esta chica era alegría pura, y su felicidad era contagiosa.
Asentí sin realmente prestar atención y me perdí en mis pensamientos mientras Noche hablaba de lo increíble que estaría la competencia.
Tener a Liam tan cerca me hacia perder el aliento, como si ya no tuviera el control de mi cuerpo.
Minutos después lo vi bajar las escaleras y pasar frente a nosotras para hablar con un grupo, pero sin siquiera mirarme. Me besaba y luego actuaba como si nada había ocurrido.
Típico, aunque lo prefería de esa manera.
Menos de 15 minutos más tarde me presentaron a dos chicas. Eran las hermanas Murray, sus nombres eran Charlotte y Valerie. Aunque fisicamente era muy parecidas, sus personalidades eran polos opuestos: Valerie era una chica callada y observadora, mientras que su hermana era mucho más extrovertida, aunque eran las dos muy agradables.
Nos subímos a unos de los tantos autos y Charlotte condujo hacia las afueras de la ciudad, donde solían hacerse las carreras. Recordé entonces que había atrapado a varios corredores como agente y no pude evitar sentirme culpable. Había pasado de ser heroína a ser villana en menos de un día. Charlotte me contó que sus padres eran comerciantes y que eran grandes amigos del señor Williams, por lo que Charlotte, Valerie, y Liam habían crecido juntos. También me enteré de que fueron a la misma escuela y no pude evitar sorprenderme cuando me dijo que Liam había sido un alumno dedicado.
-Recuerdo que me quejaba porque siempre conseguía las mejores notas. Hasta en la universidad lograba hacerlo todo perfecto-dijo Charlotte riendo.
