CAP 36-Murió

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PUNTO DE VISTA DE

Vi en todos una enorme sorpresa al ver a mi primo entrar

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Vi en todos una enorme sorpresa al ver a mi primo entrar.

Lo había llamado esa misma mañana, cuando Ziel se había ido del apartamento, olvidando mi orgullo.
Lo hice porque sabía que lo necesitábamos, era uno de los mejores ingenieros informáticos de Nueva York y también tenía acceso a todos los expedientes policíacos que necesitábamos para la acusación de Dante y Mike.

Pero también era amigo de Ziel, y aunque quisiese partirle la cara de tan solo pensar en que estaba enamorado de ella, también sabía que a ella le gustaría tenerlo a su lado.

Al principio dijo que no quería involucrarse, pero desde que le expliqué lo que había ocurrido con Zarah, aceptó.

Y es que en el fondo no podía culparlo, habría que estar remotamente loco para no enamorarse de Ziel.

Empezamos la reunión con entusiasmo, convencidos de que lo lograríamos.

Mark y Kalum se encargarían de los GPS y todo lo que tenía que ver con la tecnología, mientras que Artemisa  y Noche se encargarían de organizar a la banda para la emboscada y las hermanas Murray organizarían las pruebas contra Dante y Mike para llevarlas a la corte.

En plena reunión, el teléfono de Ziel vibro anunciando una llamada.
Se alejó levemente pero yo no despegué mi mirada de ella, y de repente, dejo caer su teléfono y se quedó estática con sus hermosos ojos grises abiertos como platos.

Algo malo había ocurrido.

Mi deducción se confirmó cuando la vi salir corriendo del lugar sin decir palabra.

PUNTO DE VISTA DE

-Necesito que venga ahora, esta muy mal, la herida se abrió y está teniendo una hemorragia

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-Necesito que venga ahora, esta muy mal, la herida se abrió y está teniendo una hemorragia.- dijo la enfermera en cuanto respondí la llamada.

Al escuchar eso, el teléfono calló ruidosamente al suelo llamando la atención de los demás, y sin decir mínima palabra, salí corriendo.

Me subí a mi auto rápidamente, pero mis manos temblaban tanto que no podía meter la maldita llave para encenderlo.

Entró entonces Liam al auto y lo hizo por mí.

-Yo conduzco-dijo haciendo que me moviera al haciendo copiloto.

Definitivamente no sabía que haría sin él.

-Ella estará bien- dijo Liam conduciendo rápidamente cuando le indique que iríamos a la casa de la tía Bianca.

Llamé al doctor y le pedí que la trasladaran al hospital.

Sabía que no era una buena idea, pero en ese momento lo único que me importaba era salvarla.

Condujimos al hospital central de Nueva York y corrí hacia la recepcionista en cuanto llegamos.

-Busco a Bianca Castellan-dije sin aliento sintiendo como la sangre corría rápidamente por mis venas.

-Sala 13- dijo y Liam y yo nos dirigimos hacia allá.

Sentía mi teléfono vibrar cada 5 minutos, llamadas preocupadas de los chicos, pero no tenía la fuerza para responderles.

-Lo siento mucho- fue lo que dijo el doctor cuando le pregunté por mi tía y lo entendí inmediatamente.

Me quedé parada en el medio del pasillo del blanco y silencioso hospital.

No era posible.
Esto no era real.

Miré a Liam esperando que me dijese que no era cierto, que mi tía estaba bien y que pronto se recuperaría, pero solo sentí su abrazo suave y delicado envolverme.

Liam tomó su teléfono y le aviso a los chicos que se pusieron inmediatamente de camino al hospital, pero yo solo me quede allí parada, sin asimilar lo que acababa de ocurrir.

No sabía cuánto tiempo había pasado, tal vez 15 o 20 minutos, la verdad es que tampoco importaba.

No me di cuenta cuando los chicos llegaron hasta que escuché los sollozos de Noche.

Tampoco me di cuenta de que me habían sentado en una silla y me había traído un vaso de agua.

No me di cuenta cuando la enfermera se acercó a nosotros y le entregó a Liam un certificado de defunción y el formulario que necesitaríamos para los procedimientos del entierro.

Simplemente no me di cuenta de nada.

Me puse de pie y me dirigí tranquilamente al auto bajo las miradas atentas y sorprendidas de mis amigos y mi prometido.

Una carta.
Eso tenía que encontrar.

Todos corrieron tras de mí y se subieron a sus autos sin decir nada mientras yo me subía al mío con Liam.

-Llévame a su casa- dije en un gélido susurro, mi mirada aún perdida.

No sabía que hacer.
No sabía que sentir.

No quería llorar.
No.

Porque no importaba cuántas lágrimas derramara, ninguna de ellas serían suficiente para describir el dolor que me habitaba.

Llegamos a aquella casa rápidamente o en realidad no estaba segura.

Esa casa que conocía tan bien.

Me baje del auto rápidamente sintiendo una cierta necesidad de encontrarla.
La carta.
Me dirigí a su habitación con Liam en los talones, podía ver la preocupación en su rostro. Liam le temía más a mis silencios que a mis palabras.

Pude ver sobre su cama las sabanas manchadas con sangre y recordé entonces a mi padre.
Él también, había muerto.

Juliette, la que había creído mi madre también había muerto.

Todos a mi al rededor morían.

¿Moriría también Zarah?
¿Morirían Artemisa, Noche y Tyler?
¿Morirían Valerie, Charlotte, Kalum y Mark?

¿Moriría Liam?

Abrí el tercer cajón del hermoso armario tallado en madera oscura delicadamente, y como lo había dicho la tía Bianca, allí se encontraba un sobre.

Dentro de él, había un trozo de papel con tan solo una dirección y un nombre:

#225- Brockton Avenue, Masachusetts

Miranda Gardes

Olvídame Cielo  #OLVIDADOS#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora