CAPÍTULO VII

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"Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento. (Sal 23:4)"

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                     Pasaron dos días después de que aquel joven ladrón la había dejado en un hostal de Madrid. Ella se despertaba desde temprano y empezaba a explorar la ciudad para conocerla. Sé sentía un poco insegura al confrontarse con una población tan civilizada y moderna; aún ni siquiera comprendía cómo utilizar de forma correcta los teléfonos inteligentes, debido a que en el convento una sola monja sé apiado de ella y le regaló un pequeño celular sencillo sin nada nuevo, el cuál casi nunca utilizaba por qué no tenía a quién llamar. Le estaba agradando está nueva vida de libertad pero le preocupaba el hecho de que el dinero se estaba agotando, y pronto no tendría ni para comer. Vivir debajo de un puente y andar como una mendiga no eran una opción viable para ella.


Desde el primer día empezó a entablar una amistad con la hija del dueño del hostal que atendía la recepción del lugar. Le contó su situación omitiendo ciertos detalles de su verdadera identidad y del sitio del que salió, solo como precaución de que la delatase delante de las autoridades. La chica de la recepción parecía tener la edad y contextura de Keira, la diferencia es que esta era pelirroja y de ojos profundamente azules; con su simpatía y amabilidad conquistaba a cualquiera; ella se compadeció de Keira y sintió la necesidad de regalarle un bolso lleno de ropa que ya no utilizaba pues bien sabía que aquella joven no contaba con dinero para comprar nuevas mudas de ropa. Cuándo la muchacha de ojos verdosos observo el gesto de bondad lloro de felicidad y le agradecido por todo.

Por la mañana del tercer día se despertó decidida a conseguir un empleo de lo que fuera para salir adelante. Recorrió establecimientos preguntando por empleos, pero en todos recibió una respuesta negativa. Desanima y con mucha tristeza regreso al hostal dónde le contó todo lo sucedido a su nueva amiga, quien la alentó y le dio la idea de buscar en los apartados de los distintos periódicos. Ella siempre estaba acostumbrada a servir, atender y cuidar, por lo que buscaba un empleo afín a eso, pues sabía que daría lo mejor de sí y se percató que en su mayoría pedían de requisito una evaluación psicológica para poder ser aceptada en el trabajo, por lo que por la tarde se dirigió al consultorio de una psicóloga que le daría el informe.

Al entrar al edificio, escogió una de las sillas en la sala de espera hasta que le tocará su turno. Mientras buscaba en los clasificados del diario, vio que una muchacha de aspecto árabe se sentó a su lado, parecía también estar esperando a la psicóloga. Comenzó a desesperarse por no encontrar algo que no requiera de tantos papeles por lo que decidió preguntarle a la joven a su lado si conocía algún empleo más sencillo, a lo que está le recomendó los empleos de la sección de niñeras y cuidadoras. Reflexiono sobre eso y pensó que sería una gran idea. Escucho su nombre y se dirigió a la puerta del fondo donde conoció a una mujer agradable que le realizó diversos exámenes y al final le dio su informe donde reflejaba su total normalidad para ejercer un trabajo.

Por la noche estando en su cuarto sentada sobre su cama, se encontraban diversos periódicos regados desordenadamente; estando un poco estresada se levantó y se dirigió al balcón donde se quedó observando la luna y las estrellas, respiró profundamente y cerró sus ojos concentrándose:

-Dios si verdaderamente me escuchas, demuéstramelo ayudándome en esta situación- Keira pidió deseando con todo su corazón encontrar ayuda para no terminar mendigando en las calles.

Antes de acostarse observó la última página de clasificados donde su mirada se fijó en un anuncio donde solicitaban una cuidadora de niños a tiempo completo, para que se encargará de todas sus necesidades y que únicamente debía de traer su examen psicológico para ser evaluada. Sin pensarlo dos veces recorto el anuncio para llamar temprano por el empleo.

Le costó dormir esa noche con la ansiedad que tenía por saber si la aceptarían. A primera hora le contó a su amiga pelirroja, quién le prestó su teléfono para llamar a la persona del anuncio, donde le atendió una mujer que le explico lo que debía de hacer y la dirección exacta para ponerla a prueba durante una semana. Inmediatamente recogió las pocas cosas que tenía y se dirigió a despedirse de su única ayuda de todo este tiempo. La tristeza les invadió a las dos, quienes se abrazaron por unos instantes.

Te deseo todo lo mejor y sé que te quedaras en ese trabajo, y ten esto te servirá como una guía cuando sientas que estás perdida en tu camino- Le dijo por última vez la pelirroja obsequiándole un libro forrado de cuero marrón con letras en dorado, el cual Keira le agradeció demasiado y lo guardó en su bolso. Por el atardecer emprendió su camino hacia el otro lado de la ciudad hasta encontrar la casa que sería su nueva vida y solo de ella dependía lo que pasaría.

"Así que no se preocupen, preguntándose: "¿Qué vamos a comer?" o "¿Qué vamos a beber?" o "¿Con qué vamos a vestirnos?". Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan. Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas. (Mt 6:31-33)"

 (Mt 6:31-33)"

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