Cuatro Jóvenes y cuatro vidas totalmente diferentes que se unen para salvar sus propias vidas del desastre. Tendrán que afrontar toda clase de peligros, dificultades, persecuciones y tormentas para encontrar el verdadero camino que los guiara al rea...
Entre las penumbras de un oscuro bosque se encontraba la figura de un joven cargando en sus brazos a una chica que estaba inconsciente. Él trataba de no tropezar con las piedras y no sé detuvo ni un segundo hasta que visualizo una cabaña antigua, casi destrozada. Supuso que ese lugar fue una casa de algún guardabosques por un tiempo. Cómo pudo pateó la puerta, la cual cedió fácilmente, dejando expuesto el interior cubierto de polvo y telarañas, confirmando que nadie había estado en ese sitio desde hace mucho. El lugar perfecto para pasar la noche sin correr peligro alguno fue lo que pensó el chico. Tenía una pequeña cocina, una sala con un único mueble y una mesa pequeña de madera. Al fondo una cama individual con varios objetos encima y una radio antigua. Una pequeña puerta en la sala era el baño. Todo estaba en pésimas condiciones de deterioro absoluto y con una gran capa de polvo.
Consiguió unas mantas dónde recostó a la chica en el suelo, para así poder dedicarse a inspeccionar la cabaña para encontrar cosas de utilidad. Rebusco entre los trastos viejos hasta visualizar una pequeña chimenea oculta entre trapos. Comenzaba a hacer frío, por lo que decidió encender la chimenea para entrar en calor. Arrastró a la joven cerca del fuego para que se conservara.
Dentro de unas cajas consiguió unas latas de comida que aún no estaban expiradas y unas garrafas de agua limpia selladas. En una especie de caldero que lavo, colocó la comida para calentarla en la chimenea. Cuándo estuvo lista, sacó del baño un kit de primeros auxilios que contenía alcohol. Humedeceo un trozo de algodón y lo colocó en la nariz de la joven para que reaccionara.
Keira empezó a despertarse por un fuerte olor que le llegaba a su nariz. Estaba muy confundida y no entendía dónde estaba, hasta que recordó el terrible miedo que sintió antes de desvanecerse, ese terror de muerte. Se palpó con sus brazos para comprobar que no estaba herida ni muerta. Observó todo a su alrededor qué estaba poco iluminado por el fuego, y después su vista se enfoco en la persona que tenía enfrente.
-Syro...¿fuiste tú quien me sujetó en el bosque?-
-Sí era yo, nunca pensé que te daría un susto de muerte.-
- ¿Qué fue lo que sucedió?, escuche los disparos cuándo salí corriendo.-
- Antes de que cuestiones algo, no maté a nadie. Simplemente ese hombre que nos apuntó al comienzo era mi jefe. Me descubrió por el hecho de que te deje viva mientras hice aquel robo. Cuándo saliste corriendo ellos regresaron y empezaron a dispararme. Trate de cubrirme entre los árboles, les respondí con varios tiros pero solo uno logró darle al otro hombre que lo acompañaba en el brazo. Después de eso huí tratando de alcanzarte. Camine mucho hasta encontrarte. Pensé que te habías perdido en el bosque.-Explicó Syro mientras observaba las llamas de la chimenea. Para cuándo terminó de hablar, fue sorprendido por dos brazos que lo rodearon por completo en un caluroso abrazo. Hace mucho tiempo que no le daban uno. No sabía cómo reaccionar ante eso, debido a que no le agradaban mucho las muestras de afecto. Iba a apartarla hasta que ella empezó a hablar de nuevo.
-Pensé que no volvería a verte jamás, que quizás te habían matado. Tenía mucho miedo y al comenzar por un momento creí que de verdad me dispararías. Yo ya suponía que te desharías de mí desde que me subí al auto contigo, sin embargo, no lo hiciste, ¿Por qué ?.- Dijo Keira mientras unas lágrimas corrían por su rostro.
-Deja de crearte cuentos mentales que no son ciertos. Para empezar nunca te saqué de la casa para matarte. No soy un asesino ya te lo dije. Qué me enoje contigo no significa que te haré daño. Basta de charlas, vamos a comer.- Ordenó Syro sirviendo los alimentos.
Después de comer, él despejó la cama y la acercó a la chimenea para que ella pudiera descansar, mientras él se quedaría en las mantas del suelo vigilando toda la noche. Todo parecía ir en calma. Solamente se escuchaba el murmullo de los animales del bosque y el sonido de los truenos que indicaban el inicio de una tormenta.
Syro estaba luchando para no quedarse dormido, pero el agotamiento le venció en algún punto de la noche. Al quedarse dormido empezó a tener pesadillas acerca del incidente que presenció hace años en su casa, mientras veía cómo mataba a su padre con ese golpe una y otra vez. Su corazón estaba sobresaltado y despertó a causa de una voz que gritaba su nombre. Cuándo abrió sus ojos observó a Keira sacudiéndolo por los hombros para hacerlo reaccionar. Él se levantó de golpe alejándose de ella, ignorando sus preguntas sobre lo que le había sucedido. No tenía planeado contarle nada acerca de su vida, para él siempre fue muy difícil relacionarse con las personas. Sentía que desde aquel acontecimiento que marcó su vida perdió sus sentimientos, por lo que ahora su corazón era de hielo. Sé mostraba resentido con la vida por lo que tuvo que pasar. Odiaba todo a su alrededor y cada vez más se convencía a la idea de qué era un monstruo sin escrúpulos.
"El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio la reprime" (Pro 29:11)
-Salió un rato a pasear por los alrededores de la cabaña, para luego regresar cerca del mediodía. Al entrar encontró el almuerzo ya servido, por lo que se limitó únicamente a comer. Evitó mirarla a los ojos porque no le apetecía conversar, estaba de mal humor. Se iba a levantar de la mesa cuándo su voz lo detuvo.
-Escucha sobre lo de la mañana está bien si no quieres contarme qué pasó, pero al menos puedes dirigirme la palabra. Sabes que cuentas conmigo, después de todo estamos solos acá.-Dijo Keira mirando su rostro.
-¿De qué quieres que conversemos?, es que no ves que no me da la gana de hablarte. Por tu culpa llegamos a esta situación.- Expresó Syro muy enojado.
-¿Mí culpa?, lo único que te pedí fue que me sacaras de aquel convento más nada. Me hubieras matado entonces cuándo tuviste la oportunidad si tanto te molesto. Eres un idiota completamente.-Comentó ella con un tono de ira, que enfureció por completo a Syro, quién no resistió y sintió cómo la oscuridad se apoderaba de él, por lo que se abalanzó sobre la chica, estampandola contra una de las paredes de la cabaña. Escucho como ella comenzó a quejarse del dolor a tal punto de llorar a causa de ello. Vio el terror que emanaba de sus ojos y fue esto lo que le hizo reaccionar, aflojando el agarre. Decidió quitarle la chaqueta negra que cargaba y le observó la espalda a través de su blusa casi transparente.Fue ahí donde pudo visualizar la causa de sus quejidos. Era un enorme moretón que recorría gran parte de su columna. Hizo que se girara para ver cómo de su rostro caían lágrimas. En ese momento sintió mucha culpa y algo le decía que no podía ser rudo con ella, que era especial.
-¿ Por qué no me dijiste que estabas lastimada?, fue por la caída del árbol tan tonta que tuviste.-Comentó él con un tono más suave.
-Para qué te lo diría si yo no te importo y mucho menos mi bienestar físico. Acabas de demostrarme que solo te produzco ira...estabas dispuesto a hacerme daño de nuevo.-
-Claro que no te iba a golpear, no soy de esa clase. Estaba muy enojado y lo pagué contigo. Sabes estoy frustrado porque no sé cómo vamos a salir de esta y mí familia corre peligro.-
-No vuelvas a tocarme jamás así. Si quieres desahogarte agarra otra cosa. Todos tenemos problemas y yo también sufro por estar acá en medio de la nada.-
"Deja la ira y abandona el furor; no te irrites, sólo harías lo malo" (Sal 37:8)
Después de esa discusión decidieron que lo mejor era no cruzar más palabras y partir por la mañana temprano en busca de un pueblo cercano. Encontraron unos viejos mapas que les sería de gran ayuda en el largo camino que les quedaba por delante. Prepararon unos bolsos con todo lo necesario para sobrevivir unos días. Comieron su cena y se dignaron a descansar.
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