Por la mañana siguiente, cuándo apenas el sol comenzaba a asomarse, se despertaron y se arreglaron para partir. El camino estaba rodeado de árboles, rocas y mucho pantano, por lo que varias veces se resbalaron. Cómo medida de precaución Syro cargaba un hacha vieja que había encontrado en la cabaña y su arma que aún estaba cargada con las pocas balas que le quedaba.
En el recorrido tuvieron que detenerse varias veces a causa de la lluvia. Al llegar la noche tenían que improvisar una especie de campamento para refugiarse. En el tercer día de caminata Keira estaba realmente exhausta, sin embargo, Syro no le permite descansar, pretendía llegar lo más pronto posible al siguiente pueblo. Sentía cómo sus piernas le dolían por el esfuerzo de no detener la marcha durante todo el día. Sus zapatos comenzaban a desgastarse y la planta de sus pies estaba cubierta por cayos a causa del esfuerzo. Estaba apreciando su entorno cuándo de repente una piedra le hizo tropezar cayendo tendida sobre la tierra. Sintió un dolor punzante en su tobillo y supo que no podía continuar así. Levantó su mirada pensando que su compañero se detendría para echarle una mano; pues eso nunca pasó, lo vio seguir de largo sin darle importancia. Ella se esforzaba por no ser débil, pero esta situación la estaba desestabilizando por lo que su llanto inició ahí tendida en el suelo toda sucia. Escucho pasos cerca que indican que él había regresado a ver qué pasaba y fue entonces cuando ella aprovechó para desahogarse.-No puedo continuar, necesito reposar un rato o me lastimare bastante. Quiero salir de este lugar infernal. ¡Tú ni siquiera me diriges la palabra ni me ayudas en nada!.- Gritó Keira con mucho enojo mientras las lágrimas brotaban por sus mejillas.
-¿Qué no te he ayudado?, ¡en serio!. Dime ¿Quién te ha salvado la vida dos veces?, estás comportándote como una niña pequeña que se queja por todo. Si quieres salir de este bosque entonces comienza a caminar y deja de llorar de una buena vez.-Dijo muy enfurecido Syro arrojando una mirada de odio hacia ella.
-¡Eres un insensible y un completo idiota!, no pienso seguir en esto contigo. Cuándo lleguemos al pueblo nos separaremos. No quiero que te metas más en mí vida y la sigas arruinando.-
-¿Sabes qué?, me parece perfecto y es más a partir de ahora nos separamos. Tu ve cómo te las arreglas para sobrevivir y salir de acá. No quiero verte más. Ya bastantes problemas me has causado y no vales la pena...-Comentó en voz alta y con los ojos inyectados con furia antes de darse media vuelta para alejarse.
-¡Te detesto completamente!-Dijo Ella antes de que él se alejara por completo.
"Restaurar la amistad de un amigo ofendido es más difícil que conquistar una ciudad amurallada. Los pleitos alejan las amistades como si fueran las rejas de las puertas de un palacio." (Pro 18:19)
Ahora sí que se encontraba en completa soledad en medio de la nada y no sabía cómo haría para salir de ahí. Aún no podía creer que él había sido capaz de abandonarla a mitad del camino y además llevarse el único mapa que tenían. En pocas palabras la había condenado a la muerte. Sentía miedo y mucha ansiedad. En su cabeza solo rondaba la idea de que estaba indefensa y que los matones la encontrarían. No portaba ningún arma u objeto punzante para defenderse.
Lloro amargamente por un rato sentada en el suelo. Luego al calmarse, revisó su bolso hasta que sus manos dieron con el único libro que sabía que la ayudaría a recomponerse. Para ella era como una especie de guía para vivir plenamente. Siempre le dijeron que era aburrido leerla o qué si no sabías cómo leerla en un orden específico te volverías loco; simples excusas para alejarte de la verdad. Keira cuándo la leía se sentía en paz y podía deleitarse. En esta situación comprendía que su única opción era poner su fe en aquel que todo lo puede.Abrió el libro y leyó el salmo qué le pareció que era el noventa y uno. En su mente resaltaron estos versículos: "Sólo él puede librarte de trampas ocultas y plagas mortales, pues te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro.¡Su fidelidad te protegerá como un escudo!. No tengas miedo a los peligros nocturnos, ni a las flechas lanzadas de día, ni a las plagas que llegan con la oscuridad, ni a las que destruyen a pleno sol; pues mil caerán muertos a tu izquierda y diez mil a tu derecha, pero a ti nada te pasará." (Sal 91: 3-7). Entonces supo que todo estaría bien, por lo que se levantó y decidió seguir su caminata firmemente antes de que cayera la noche.
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Propósitos -(En Creación)-
EspiritualCuatro Jóvenes y cuatro vidas totalmente diferentes que se unen para salvar sus propias vidas del desastre. Tendrán que afrontar toda clase de peligros, dificultades, persecuciones y tormentas para encontrar el verdadero camino que los guiara al rea...