CAPÍTULO XIV

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          Al día siguiente por la mañana, Calixto se empezó a despertar lentamente, tratando de recobrar los sentidos. Se sentía bastante mareado y no podía enfocar la vista en su entorno. Las imágenes de lo que había ocurrido anteriormente llegaron a su mente cómo una ráfaga de lluvia.


Esa semana se había embriagado cómo nunca antes, además de generar problemas de pelea en algunas discotecas; estaba fuera de sí. Sentía que su vida ya no valía nada y estaba perdiendo el control de todo. Sus alocados momentos llegaron hasta la prensa, por lo que en poco tiempo su madre estuvo al tanto de lo sucedido. Lo llamó el viernes por la tarde muy furiosa con él, pues alegaba que estaba arruinando la reputación de la empresa y que nadie lo iba a aceptar como heredero legítimo de la compañía por la vergüenza que era. Le notifico que hasta que él no asistiera a un centro de recuperación para alcohólicos y no dejará de hacer desastres, no recibiría más dinero a partir de ahora. Sus tarjetas fueron canceladas y ya no podría darse sus lujos en sus clubes. El departamento se lo arrebató, y le ordenó que debía de mudarse a otro más pequeño que le había conseguido cerca de ahí; también le informo que Sofía, su nana y ama de llaves de toda la vida se encargaría de comprarle comida y de darle dinero limitado para pagar los transportes, así como las sesiones de rehabilitación. En pocas palabras, su madre había tomado la decisión de quitarle todos sus lujos y despojado de sus comodidades.

Cuándo cortó la llamada, se quiso morir. No lograba imaginarse con una vida simple, dónde tendría que ganarse el dinero y usar metro como las demás personas. Se dio cuenta que perdería hasta a sus amigos millonarios, nadie iba a querer estar con él. Su madre le había arruinado la vida, nunca estaba a su lado. Prácticamente lo había echado de la casa. No sabía lo que iba a hacer; en parte comprendía qué su actitud no había sido la mejor, pero ella era la peor en estos momentos. Le había acostumbrado a vivir esta vida de ricos, nunca le hizo trabajar ni esforzarse, ni siquiera se molestó en criarlo, siempre lo dejaba a cargo de Sofía su nana.

Estaba furioso por lo que arrojó varios adornos y objetos al suelo. Ya que a partir de mañana se tendría que mudar, con mucha rabia y a modo de venganza, decidió realizar una gran fiesta en el departamento. Lo medito por unos instantes y se convenció de la idea, disfrutaría de su última noche en ese lugar y a lo grande. Pensó que para justificar su falta en las discotecas que frecuentaba con sus amigos, les diría que tendría que viajar por unos meses ya que su madre lo necesitaba en la empresa. Prefería mentirles qué arruinar su imagen. No tardó mucho para llamarlos a todos y explicarles qué haría una fiesta de despedida en su casa. Sin más que hacer se preparó para su asombrosa noche.

A las nueve comenzaron a llegar los invitados, la cocina estaba repleta de botellas de licor y de botanas. Contrataron a un buen Dj y la fiesta inició con música a todo volumen. Con el paso de las horas más gente ingresó al lugar a tal punto de que ya no había espacio. Las personas bailaban con descontrol, los objetos se rompían, se guindaban de los candelabros. En resumen: estaban destrozando el que antes era un hermoso departamento. El ambiente estaba cargado de mucha gente ebria, sumado a los que estaban fumando y metiéndose drogas. Calixto llegó a pensar que esto se le había salido de las manos, se sentía mal y su cabeza daba vueltas. Trató de buscar algún rincón donde poder estar tranquilo, sin embargo, no encontró paz en ninguna parte. Todo era una locura por dónde caminaras. Sé empezó a sofocar y a desesperarse. Tuvo que salir al balcón para tratar de tomar aire. Un amigo se le acercó y le ofreció un porro de marihuana para que se relajara y pasará una buena noche. Calixto lo tomó entre sus manos sin pensarlo y se dedicó a fumarlo. Por lo general no se metía con las drogas, pero algo le decía que estaba vez lo necesitaba para relajarse. Al cabo de un rato estaba de regreso adentro donde continuó con su fiesta. Se desconecto de todos los problemas que le rodeaban y se sumergió en la obscuridad.

Por la mañana despertó tirado sobre la encimera de la cocina. No llevaba camisa, únicamente sus pantalones. Su cabeza le dolía hasta explotar. Trató de caminar entre los rastros de la oleada de basura que dejó la fiesta. Abrió sus ojos mejor y observó de manera atónita cómo había quedado todo el lugar, de verdad que era un verdadero caos. Se lamento por lo sucedido.

Estando en su cuarto se dio cuenta que había hecho todo eso para nada, porque sus problemas seguían estando presentes. No quería enfrentar la cruda realidad hoy. Sentía que lo había perdido todo y no sabía cómo seguir. Estaba al borde de la locura y el desespero. Por más que llorara no había nadie para consolarlo. Estaba absolutamente solo o al menos así lo veía él. En su mente comenzaron a llegar ideas para que acabara con esto. Qué no tenía que seguir sufriendo ni enfrentando nada sí se quitaba la vida.

Camino hasta el baño, dónde busco un frasco de medicamento, el cual lo sostuvo en sus manos por varios minutos, tratando de decidir sí en realidad está era la mejor alternativa. En su corazón sabía plenamente que no debía de hacerlo, esto lo dejaría como un cobarde, pero por otro lado una voz en su cabeza le decía que lo hiciera, pues así se libraría de esta vida que detestaba con toda su alma y que además así su madre sufriría cómo se lo merecía. No pasó mucho rato hasta que finalmente comenzó a tragarse las veinte pastillas que quedaban en el bote. Se veía al espejo con mucho sufrimiento y no dejaba de llorar. Recordó a Elysha por lo que la llamó de inmediato para disculparse con ella por lo malo que había sido, ya que de lo único que se encontraba orgulloso era de salvarle la vida. Después se desplomó en el suelo y vio todo negro...

Propósitos  -(En Creación)-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora