CAPÍTULO XXIII

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                          Calixto estaba reunido con sus amigas, hablando sobre lo bien que se sentían al colaborar con las misiones. La felicidad que les albergaba cada vez que veían sonreír a algún niño después de ayudarlo. Cambiar vidas a mejor, es el mayor propósito que querían cumplir. Cada día que pasaba, se convertían más en buenos amigos. Solían sentarse cerca de la fogata para conversar por las noches y eso era lo que se encontraban haciendo en estos momentos.

-Cómo nos estamos conociendo, deberíamos de contar un pequeño resumen de nuestro pasado y de cómo llegamos hasta aquí. ¿Qué les parece?- Propuso Keira como alternativa para animar la situación.

-Está bien, comenzare yo. Bueno vengo de una familia adinerada, nunca me faltó nada, y crecí en un ambiente de muchas fiestas descontroladas, alcohol y drogas por supuesto. Mí vida era un desastre, no encontraba un propósito para hacer con mí vida, y estuve a punto de morir, sin embargo gracias a Elysha que me enseñó el camino correcto y me llevó a la iglesia fue que pude acercarme a Dios y nos anotamos juntos en esta misión.-Expresó Calixto sin dejar de observar a sus compañeras.

-Qué increíble, bueno ahora viene la mía. Desde que tengo memoria soy huérfana, no sé nada de mis padres, simplemente me dejaron tirada en un convento de puras monjas. Crecí en ese lugar aprendiendo todos los oficios, pero desde hace un tiempo empezaron a maltratarme o castigarme sin sentido. Estaba harta de estar ahí, únicamente quería escapar a la ciudad. Hasta que una noche, Syro apareció y me ayudó a escapar. Luego tuvimos una expedición por el bosque, no sé lo qué pasó realmente y terminamos en el río como todos saben.-Contó Keira, omitiendo partes secretas de su historia, ya que no quería que supieran la cruda realidad por la que habían pasado.

-Bueno supongo que es mí turno de contar. Realmente me es difícil de hacerlo, es parte de mí vida qué me duele recordar. Nací en Arabia, en un pueblo bastante estricto con las normas, dónde si eres mujer estás condenada a pasar una triste vida. Vivía con mis padres y hermanos, siempre ayudaba a mí madre en los qué haceres del hogar. Hay una tradición que las jóvenes deben de comprometerse y casarse en un periodo no superior a los veinte años, y mi turno había llegado, por lo que mi padre arregló un matrimonio, con un hombre diez años mayor que yo, por supuesto no quería casarme, por lo que acepte escaparme con mi tío que ya tenía su negocio en España. Abandone todo lo que tenía allá y casi me matan al salir, ya que es una pena de muerte qué una mujer árabe huya de esa forma al extranjero.- Relato Elisa, quién también decidió omitir parte de lo que sucedió, no por mentirles, sino porque era un hecho difícil de contar. Todavía no sé sentía preparada para exponer la enfermedad que no le permitía tener hijos, eso la hacía sentirse muy mal.

Para cuándo terminaron de hablar, ya había llegado la hora de acostarse a dormir. Por lo que se despidieron y se dirigieron a sus carpas. Elysha le había prestado un suéter morado a su nueva amiga, que lo utilizó parte de la tarde. Por la noche cómo se encontraba una brisa más fría, Keira fue hasta la carpa de Calixto pidiéndole otro suéter más grueso para que se lo prestara, debido a que ella no tenía nada de ropa. Cuándo ella regresó a la carpa con su amiga, le devolvió su suéter, y está sé lo colocó para dormir.

Lo que ellas no sabían es que a la distancia, escondidos entre unos arbustos, dos hombres vestidos de negro, estaban espiándolas con binoculares desde hace algunas horas. Buscaban a Keira y la marcaron como la chica del suéter morado para no equivocarse al llevársela por la noche. Ellos esperaban a que todos estuvieran durmiendo y necesitaban encontrar el momento perfecto para poder secuestrarla en silencio sin que nadie se enterara para que no los atraparan.

Casi antes del amanecer cuando todavía no había esclarecido por completo, Elysha sé despertó para ir al baño. Con mucho cuidado salió de la carpa para no despertar a su compañera. Al salir vio que era la única despierta tan temprano, ni siquiera las personas del pueblo estaban caminando por las calles. Un silencio absoluto que producía escalofríos. Ella se dirigió a los baños públicos qué no quedaban tan lejos de las carpas. Sintió que alguien la miraba, pero no consiguió a nadie cerca. Sé adentro a los sanitarios, hizo sus necesidades, se lavó la cara en el lavamanos, y salió abrochándose su suéter morado a causa del frío. Cuándo estaba caminando por una especia de plaza para regresar a la carpa, sintió una presencia rondarla. Por un momento pensó que estaba loca, hasta que unos brazos la rodearon y le colocaron un pañuelo humedecido con cloroformo en la nariz y boca para impedir que ella pudiese gritar. Los dos hombres sujetaron a la joven para evitar que se moviera, hasta que cayó inconsciente al suelo. Ellos la cargaron y con mucho sigilo la amarraron e ingresaron en una camioneta negra blindada. Partieron con mucho cuidado para no dejar rastros.

"Porque el malvado no tendrá un buen fin: ¡el malvado se apagará como una lámpara!" (Pro 24:20)

Dentro de la carpa, Keira comenzó a despertarse y visualizo la falta de su amiga, cosa que le extraño. Sé levantó y salió, tratando de buscarla con la vista por los alrededores. No se veía por ninguna parte, y empezaba a preocuparse. Iba a empezar a caminar, cuándo un brazo sujetó su cintura y una mano se posó en su boca. Intentó gritar por el susto y estaba forcejeando, hasta que escuchó una voz familiar que la reconocía dónde fuera.

-Keira, quédate tranquila, soy yo. No te alarmes, tuve que regresar porque te están buscando para matarte.-Dijo Syro, susurrando cerca de su oído para hacerla entrar en razón. Luego ella se soltó y lo vio directamente a los ojos.

-Podrías dejar de darme sustos así. Además no deberías de haber regresado, sé supone que dijiste que jamás nos volveríamos a ver. Sí yo no soy nada para ti, no deberías de preocuparte por lo que me pase.-Expresó ella con rudeza.

-Y no me preocupó, hago esto solamente porque mis hermanos te extrañan y necesitan. Ellos están bien cuidados, en cambio tú estás sola y cada vez que me marcho, sueles meterte en problemas de muerte. Tengo que rescatarte siempre porque eres débil.-

-Comienzo a enfurecerme con tú actitud de "soy todo un caballero perfecto qué rescata a damiselas en peligro", cuándo la realidad es que eres bien patán. No diré nada más imprudente que pueda lamentar, y no perderé más tiempo contigo, estaba buscando a mi amiga.-Comentó antes de seguir caminando en dirección al pueblo.

Él la siguió por todos los lugares, tratando de ayudarla. No conseguían a Elysha por ningún lado. La preocupación les albergó más cuándo despertaron a Calixto y esté les ayudó en su búsqueda sin éxito. Syro le comentó a ella acerca de los hombres que estaban detrás de ella. Formulando una teoría de que posiblemente se habían confundido y sé habían llevado a su amiga árabe.

Para cuándo todos despertaron, sé dio la alerta de la desaparición de la joven y todos cooperaron para buscarla en todos los lugares posibles. No había ni un solo indicio de dónde pudiese estar. Calixto estaba desconsolado y devastado por la captura de su mejor amiga. Haría todo por conseguirla de nuevo.

Syro camino hasta un terreno más alejado y observó detrás de unos árboles cómo en la tierra se dibujaban los rastros de neumáticos que indican que hace poco tiempo un vehículo estuvo ahí. Esté sé lo comentó a ellos, confirmando sus sospechas de qué se habían secuestrado desde temprano, por lo que deberían de salir ya mismo sí querían alcanzarlos.

Recogieron todas sus cosas, se despidieron del resto de los misioneros y subieron al auto de Syro, quién arrancó a toda marcha para tratar de seguirle la pista. La tensión y el estrés aumentaba dentro del auto que marchaba a toda velocidad, esquivando camiones que aparecían en la vía. Trataban de localizar un vehículo sospechoso.

El tiempo seguía transcurriendo y aún no daban con los captores. Keira estaba realmente mareada por tantas vueltas y sé sentía muy mal, sin embargo, no podían disminuir la velocidad. Cuándo pensaban que todo estaba perdido, consiguieron una camioneta blindada muy sospechosa. Al instante les llamó la atención. Syro intentó alcanzarla, para luego a través de la ventana abierta sacar su pistola y comenzar a disparar hacia los vidrios del auto. Los hombres se alertaron ante esto y aceleraron con todo, dejándolos atrás. Ante esta acción, el joven de ojos grises intentó perseguirlos, pero el auto comenzó a fallar, recalentándose, por lo que de un momento a otro se hizo a un lado de la carretera y se detuvo súbitamente, incapaz de continuar funcionando. Ellos se salieron del carro para intentar arreglarlo, sin embargo, estaban perdidos y no sabían cómo harían para seguir persiguiendo a esos hombres. La angustia recayó sobre ellos. Estaban en el medio de la nada y con ninguna probabilidad de poder continuar en su misión de rescate...


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