CAPÍTULO XXIV

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"Dichoso el hombre que soporta la prueba con fortaleza, porque al salir aprobado recibirá como premio la vida, que es la corona que Dios ha prometido a los que lo aman."              (Stgo 1:12)

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      Tres jóvenes se encontraban desesperados a la orilla de una carretera, esperando desde hace media hora a que algún conductor se apiadara de ayudarlos. Estaban preocupados por perder el rastro de su amiga qué había sido secuestrada. Calixto aún desconocía la razón de porqué le había pasado eso a ella, desconocía la realidad que esconden los otros, y el ya empezaba a sospechar de que algo tenían que ver con este hecho terrible. Cuando se dirigía a preguntarles, fue interrumpido por una grúa que se detuvo delante de ellos para auxiliarlos. Un señor de barba larga negra y calvo, sé bajó para preguntarles sobre lo qué había pasado.


Después de explicarle casi todo, omitiendo por supuesto la parte de la corrida por el rescate. Esté procedió a revisar el auto, ya que también era mecánico. Lleno el tanque de agua y ajusto otras cosas, hasta que finalmente encendió sin mayor problema. Les aconsejo que no debían de forzar el motor y se marchó. Luego de esto, se encaminaron nuevamente. No sabían dónde buscar, pero tenían la esperanza de que por el camino lo sabrían.

Keira estudiaba el mapa que tenía en sus manos, y concluyó que la autopista siempre seguía recto hasta terminar cerca de un puerto marítimo, por lo que decidieron que ese podría ser su posible destino.

Demoraron un poco en llegar, estacionaron el auto y se bajaron de él. Alrededor lo que se encontraba eran dos calles con varias tiendas y casas, y enfrente el puerto que contaba únicamente con dos barcos pequeños anclados y en el horizonte se podía apreciar un barco de carga alejándose mar adentro. Los tres se separaron para buscar rápidamente por estos lugares cercanos a ver si conseguían alguna pista.

Syro localizó la camioneta negra, que había sido abandonada cerca del estacionamiento; adentro no había rastros de nada que revelara su paradero. Sé reencontraron de nuevo sin éxito en el muelle. Estaban pensando qué lugar les había faltado por recorrer, entonces Syro recordó una situación hace algunos años en una misión, donde una joven se interpuso en sus caminos y el jefe no quiso matarla porque le pareció que podría hacer algo mejor con ella al observar su belleza, por lo que se le ocurrió venderla al mercado de esclavas, dejándola en manos de unos hombres que se la llevaron en un barco muy lejos. Relaciono los hechos y pensó qué esto era lo que tenía más sentido.

--¡Ya sé lo qué está sucediendo!, a su amiga la quieren vender en el mercado de esclavas. Este no es un secuestro normal.-Explicó Syro con firmeza.


-¿Cómo estás tan seguro de eso?.-Cuestionó Calixto.

-Es difícil de explicártelo ahora, pero hace algunos años vi una historia similar y ella terminó en un barco muy lejos. Piénsenlo llegamos hasta un puerto marítimo, no puede ser casualidad.-

-Tu jefe sí qué es una horrible persona haciendo esas cosas. Hay que averiguar si alguna embarcación zarpará pronto para adentrarnos en él.- Comentó Keira, dejando a Calixto con muchas dudas y desconfianzas.

Sé acercaron hasta una cabina dónde vendían los boletos para los viajes en barco y le preguntaron sobre los itinerarios. El sujeto que los atendió, les explicó que por hoy ya había partido la última embarcación que se dirigía al medio oriente y qué no saldría otro navío hacía esa dirección hasta dentro de cinco días. Ellos le pidieron con desesperación qué debían de llegar cuánto antes y esté les ofreció como única alternativa, que se dirigieran a la casa número tres de la primera calle y buscarán a un tal Jack, que era dueño de uno de los barcos para ver si los podía ayudar con eso.

Sin pensarlo sé encaminaron hasta llegar a la puerta de una pequeña casa pintada de amarillo, con grandes ventanales. Les abrió una señora de servicio, quién busco al dueño. Cuándo esté sé asomo a la puerta, no era para nada a lo que sé había imaginado, estaba lejos de ser un hombre viejo y gordo. Era un joven que no sobrepasaba los veintiocho años, de piel bronceada, con cabello rubio liso, unos ojos almendrados, hermosa sonrisa, de buen aspecto y un cuerpo bastante atlético. A primera vista Keira se impresionó, cómo para sonrojarse con su mirada. Esté les ofreció pasar a su casa, para sentarse en los muebles de la sala para conversar mucho mejor. No dejaban de mirarse de manera intimidante, se estableció un ambiente incómodo. Calixto fue el primero en romper el silencio y comenzó a relatar el motivo de porqué lo buscaban. Syro no dejaba de observar cómo ese hombre miraba con descaro a Keira, esto sin duda despertó unos celos ocultos que no pensaba admitir, por lo que solo se limitó a apretar la mandíbula y los puños.

-¿Por qué debería de llevarlos en mí barco tan lejos?, ¿Qué gano con esto?.-Cuestionó Jack, ocasionando molestias.

-¿Saben qué?, este tipo me ocasiona malestares. Sé te está diciendo que se te va a pagar la mitad de inmediato, y luego al llegar al lugar.-Dijo Syro subiendo su tono de voz, levantándose del asiento, tratando de enfrentar al dueño del navío. Esto provocó que este hombre también sé levantará para mirar con rabia fijamente al joven de ojos grises. Keira al ver esto, para evitar que se cayeran a golpes, decidió interponerse entre estos dos para luego mirar al chico rubio.

-Lo siento, no queremos discutir. Necesitamos tu ayuda. Nuestra amiga fue secuestrada por unos hombres que le quieren hacer mucho daño. Se la llevaron en ese barco de carga. Estamos desesperados. Debemos llegar a tiempo o la perderemos para siempre. Por favor ayúdanos.-

-Está bien, me convenciste, lo haré por ti preciosa. Deben saber qué esté no será un viaje sencillo. Normalmente en ese barco siempre transportan todo tipo de cargamento ilícito y por supuesto víctimas para comercializarlas en el mercado negro de medio oriente. Esa gente posee mucho dinero y armas. Para recuperar a su amiga van a necesitar demasiada suerte, por no decir qué es una misión suicida. Desde ya les advierto que no me hago responsable por lo que les pase al llegar. Partiremos por la mañana temprano.-Les explicó Jack apiadándose de ellos.

-Les explicó Jack apiadándose de ellos

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JACK


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