CAPÍTULO XVII

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       Keira

         Sé despertó por la mañana temprano a causa de un sonido que provenía de la sala. Sé levantó con los nervios de punta e intentó buscar algo con lo que pudiera defenderse. Abrió la puerta con cautela y se dirigió a ver de dónde provenía el sonido. Sé temió lo peor como si de nuevo estuviera en peligro de muerte. Cuando se aproximo y visualizo que era Fred que estaba volteando unos huevos en la sartén, entonces se quedó más tranquila relajándose. Él se percató de su presencia y la saludo amablemente, para posteriormente invitarla a sentarse en la mesa a tomar el desayuno. Ella le obedeció pues tenía mucha hambre. Él no parecía querer hacerle ningún daño, sin embargo, había algo que le hacía desconfiar, cómo un mal presentimiento de que no todo podía ser perfecto. Él le sugirió que podía tomar un baño antes de partir a buscar ayuda, e inclusive le regaló ropa limpia que perteneció a una guardabosques que la había dejado ahí.


Cuándo abrió la regadera y comenzó a sentir el agua correr por su cuerpo, se despreocupo y quiso disfrutar de ese lujo que no tenía desde hace unos días. Sé quitó todo rastro de mugre, para después proseguir a vestirse con una especie de chemise vinotinto, unos pantalones cortos beige y unas botas montañeras marrones a juego. Para cuándo terminó, escuchó la voz de Fred que hablaba por teléfono al parecer. Ella salió con sigilo y se colocó detrás de la pared para escuchar mejor. Lo que salió de la boca de él la dejó en un estado de shock, confirmando todas sus sospechas. Él le estaba informando a la banda de "los fantasmas" que había encontrado a la chica que ellos tanto buscaban y que los esperaba pronto para que vinieran por ella. En ese momento sus ojos se cristalizaron y no daba crédito de lo que estaba pasando. Necesitaba ayuda. En su mente le pedía a Dios que la auxiliara y protegiera de alguna forma. La cara de Syro vino a su memoria y deseo tanto que apareciera. Sabía qué separarse de él había sido su mayor tontería. Sí no actuaba rápido la mataría en ese lugar. Por estar tan sumergida en sus pensamientos, no sé fijó que accidentalmente dejó caer uno de los zapatos viejos que tenía en sus manos, por lo que al escuchar el ruido aviso a su enemigo de su presencia. Reaccionó en el poco segundo que le quedaba para salir corriendo de regreso a la habitación y cerrar la puerta con muebles. Apresuradamente tomó sus cosas y abrió la ventana por la que saltó justo antes de que Fred derribara la puerta. Corrió en dirección hacía unos establos qué guardaban instrumentos para tratar de esconderse.

"Es mejor refugiarse en el SEÑOR que confiar en el hombre." (Sal 118:8)

El hombre busco un hacha y empezó a buscarla. Ella se encontraba muy asustada casi sin poder respirar detrás de una pared de piedras. Su cuerpo temblaba de miedo y no sabía cómo podría defenderse. Escuchó unos pasos cerca, trató de girar sobre sus talones con mucho sigilo, pero cuándo lo hizo vio a aquel hombre de mirada siniestra aproximarse a ella con el hacha en las manos. Corrió pero tropezó con una piedra, cayendo boca arriba. Fred aprovechó de dar un salto hasta estar casi sobre ella dirigiendo la herramienta cerca de su cabeza. Ella esquivó con suerte el golpe. Intentó zafarse de su agarre pero él era más fuerte. Gritaba pidiéndole que la dejará ir y luchaba moviéndose para quitárselo de encima. Él levantó el hacha y se preparaba para arrojarlo en su cabeza, pues pensaba que sí se encargaba él mismo de matar a la chica que los fantasmas buscaban, podría recibir recompensas de dinero. Ella cerró los ojos con desespero esperando una vez más la muerte más horrible que nunca se imaginó. Cuándo pensó que llegaría el golpe, esté no llegó y sintió cómo su cuerpo quedaba libre del agarre. Abrió los ojos y ante ella apareció Syro con un tablón de madera en sus manos qué había usado para dejar inconsciente a Fred, que ahora estaba echado boca abajo a un lado en el suelo. Sé miraron por unos segundos, hasta que él soltó el tablón para ayudar a Keira a levantarse de la tierra. Cuándo estuvo en pie ella lo abrazo fuertemente, dejándolo en shock. Ella con lágrimas en los ojos le susurro al oído qué nunca más la dejará sola.


Syro tomó distancia y le hizo reaccionar recordandole que no tenían mucho tiempo para escapar antes de que vinieran a matarlos. Tomaron rápidamente las cosas que necesitaban y él agarró las llaves de la cuatrimoto que estaba estacionada fuera de la cabaña. La encendió y ella se subió, sé sujetó a él para luego arrancar velozmente en dirección a un camino de tierra que se adentraba por el bosque.

Huían lo más rápido que se podía. Avanzaron kilómetros en cuestión de minutos. Para la tarde, según el mapa se encontraban cerca del siguiente pueblo. Sé detuvieron a comer por unos instantes. Comían los últimos enlatados que tenían, por lo que sí no llegaban ese mismo día a alguna parte morirían de hambre.

"De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes." (Col 3:13)

-Quiero agradecerte por salvarme por tercera vez la vida y pedirte perdón por lo que te dije antes....no quiero que tomemos caminos separados, sin ti me mataran.-Expresó Keira mirándolo con humildad.

-Ya sé que eres una niña debilucha y no tienes que preocuparte no te dejare sola de nuevo para que te maten tontamente. Estamos juntos en esto hasta el final.-Dijo Syro con una mediana sonrisa en su rostro.

-Te extrañe en serio y quería decirte muchas cosas...-

-¿ En serio?, cómo ¿qué cosas?.- Preguntó él acercándose a ella.
Keira observó esos ojos grisáceos y juró que podía perderse en la profundidad de su mirada. Los nervios le recorrían todo el cuerpo y no sabía sí era lo correcto. Nunca lo había hecho antes puesto que en el convento nunca le dejaron conocer a otros jóvenes. Por lo que pensó erróneamente que la mejor manera de agradecerle a él por rescatarla tanto, era darle un pequeño beso. Sé envalentonó recortando la distancia que los separaba y unió sus labios rápidamente para qué él no pudiese actuar ante ese beso tímido. Por unos segundos él se dejó llevar correspondiéndole, pero luego reaccionó apartándola y mirándola con confusión.

-No vuelvas a hacer eso nunca más, detesto el contacto físico. Ya tenemos que irnos.- Dijo fríamente apartando la mirada. Estaba colocando barreras a su alrededor para evitar ser débil y comenzar a sentir cosas, simplemente no quería darle la oportunidad al amor. Muy en el fondo sabía que le había gustado sentir sus labios suaves pero nunca sé lo diría.

Keira se sintió como una completa tonta después de eso. El rechazo fue lo peor que pudo sentir. Sé sentía muy apenada y ofendida. No comprendía porqué no le había gustado. Pensó qué fue porqué no sabía besar bien. Luego las malas ideas le empezaron a atacar haciéndole pensar que ella era muy fea cómo para qué alguien se fijara en ella. Camino cabizbaja hasta un río que quedaba cerca para lavar su rostro antes de partir. Con sus manos tocó el agua helada. Sé sentía decepcionada de sí misma. Al levantarse, giró bruscamente sobre sus talones, provocando que su Biblia saliera disparada de su bolso hasta caer sobre una piedra mediana que estaba en la mitad del río. Sé desespero porque no sabía qué haría para recuperarla. Intentó conseguirla con una rama larga, pero sólo consiguió arrojarla más lejos sobre el agua. Ella sin dudarlo se lanzó a buscarla. El agua helada le estaba congelando los huesos.Con mucho esfuerzo consiguió su libro y se aferró a él.

Syro al verla se lanzó para rescatarla, pero la corriente era muy fuerte y los arrastró a ambos. No pudieron sujetarse a nada y sin esperarlo cayeron por una cascada medianamente alta. El agua los estaba ahogando, sé golpearon con grandes rocas y luego todo fue oscuridad para ambos....


"El SEÑOR es bueno y justo. Por eso les enseña a los pecadores el camino correcto." (Sal 25:8)


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