Capítulo 26. "Están allí"

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Ana continuó sollozando en los brazos de Mimi, todo su cuerpo temblaba violentamente, su respiración se torturaba mientras sus pulmones luchaban por respirar, su pecho entrando en espasmos paroxísticos. 

-Por favor, no llores. -le dijo Mimi a Ana con tristeza, besándola suavemente en la parte superior de la cabeza. Ella apartó el cabello de forma segura. Los ojos de Mimi se humedecieron con sus propias lágrimas que caían libremente mientras escuchaba el agonizante sonido de Ana llorando con ella, murmurando súplicas silenciosas para que Mimi "hiciera que se detuviera". -Por favor banana... -Mimi sintió una mano en su hombro y se giró justo a tiempo para ver a Mamen en cuclillas a su lado.

-Ana. -dijo Mamen con voz tranquila y serena. Ella estaba estudiando a Ana de cerca una expresión triste en su rostro. -Ana, -repitió Mamen, colocando una mano en la espalda de Ana y frotándola suavemente. -oye, -decía mientras Ana giraba ligeramente la cabeza para mirar a quienquiera que se estaba dirigiendo a ella. -es Mamen. -la maestra le informó de manera uniforme haciendo una pausa para permitir que Ana registrara la verdad en sus palabras. -Necesito que vengas conmigo, -dijo la profesora, con un tono relajado. -¿crees que puedas hacer eso? -preguntó. Mimi observó atentamente a Ana en busca de una respuesta, observando sus ojos hinchados, sus lágrimas manchadas de lágrimas, su tez enrojecida. 

La piel de Ana se sintió cálida al tocarla y Mimi notó que su hemorragia nasal ahora había disminuido, la sangre era visible en un rastro evidente desde su fosa nasal hasta su barbilla. Ana miró a Mamen, con los párpados bajos y sus pupilas lentas, como si no fuera muy consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor. 

-¿Ana? -repitió amablemente la profesora, acariciando con suavidad la mejilla de Ana. -Realmente necesito que vengas conmigo ahora. -reiteró. -¿te parece bien? -El pecho de Ana aún estaba agitado, sus sollozos finalmente se apagaron cuando Mimi sintió que asentía con la cabeza en respuesta a la pregunta de Mamen. -Está bien. -dijo Mamen, colocando su mano en el hombro de Ana. -Vale. -dijo gentilmente, girando su cabeza hacia Mimi y ordenándole en silencio que soltara a Ana. Mimi relajó su agarre en la pequeña forma de su novia a regañadientes, separándolas un poco para que la profesora pudiera tomar los dos hombros de Ana en sus manos. Lentamente, Mamen pasaba un brazo alrededor de los hombros de Ana de manera reconfortante y, por una especie de reflejo primitivo, Ana giró su rostro para enterrarlo contra el pecho de la profesora, sus rodillas casi cedieron cuando su cuerpo amenazó con caer de nuevo.

La profesora envolvió su otro brazo alrededor del torso de Ana para apoyarla y volvió su atención a Mimi, quien sintió que estaba observando la escena ante ella en lugar de ser una participante activa.

-¿Puedes recoger sus cosas? -le preguntó Mamen a Mimi en voz baja. Mimi asintió afirmativamente, y se acercó a la mesa para recoger las pertenencias de ella y de Ana, mientras Mamen guiaba a la frágil morena a través de la cafetería y salía al pasillo. Mimi hizo un movimiento para seguirla y se encontró cara a cara con Aitana, que tenía una expresión incómoda en su rostro.

-¿Puedes llamarme más tarde? -Aitana le preguntó a Mimi desesperadamente, su tono grabado con preocupación.

-¿No vendrás tampoco? -Mimi le preguntó de nuevo. Aitana se giró para mirar a Ana que todavía estaba envuelta en los brazos de la profesora mientras desaparecían en el pasillo.

-No. -dijo Aitana, una vez más su atención en Mimi. -No creo que sea una buena idea. -Mimi vio a Miriam junto a Aitana y unir sus brazos mientras Amaia se acercaba desde el otro lado de Aitana y comenzó a frotarle el brazo libre con apoyo.

-¿Estás segura? -Mimi le preguntó, lanzando una rápida mirada hacia la puerta, ansiosa por alcanzar a Mamen y Ana.

-Sí. -dijo Aitana con tristeza, sus ojos brillando con la amenaza de las lágrimas. -Deberías ir.

Guerras y TribulacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora