Miriam se había quedado con Ana y Mimi por un tiempo, sentada en el mostrador de la cocina con las dos, comiendo un surtido de dulces y discutiendo los eventos del día en detalle. Tanto Ana como Mimi encontraron terapéutico repasar todo lo que había sucedido hoy, Miriam les proporcionó un consejo muy atento y equilibrado.
-Estoy tan feliz que hayáis logrado resolver las cosas. -dijo Miriam honestamente- Me preocupé cuando me llamaste Mimi. No creo alguna vez que haya escuchado tan agitada y preocupada. -Mimi miró a Ana que la observaba de cerca, con una pequeña sonrisa en los labios.
-Sí, bueno, creo que nunca antes me había sentido tan agitada y preocupada. -admitió Mimi alzando su mano a lo largo del mostrador para agarrar la de Ana.
-Si Mimi alguna vez vuelve a hacer algo tan engañoso e idiota como eso, -decía Miriam dirigiéndose a Ana fingiendo seriedad- entonces tienes mi permiso para causarle una inmensa cantidad de daño físico ¿de acuerdo?
-Oye, -protestó Mimi, sabiendo que Miriam bromeaba- sé que actué irracionalmente, vale. Supongo que perdí la cabeza por un minuto. ¿Puedo declarar una locura temporal o algo así?
-Todos pueden ver cuánto os significáis la una a la otra, -dijo Miriam en respuesta- tendría que haber sida una locura temporal. Esa es la única razón lógica en la que puedo pensar por qué alguna vez cuestionarías lo que Ana siente por ti, especialmente por algo que dijo Patricia.
-Creo que las dos estábamos en locura, -comentó Ana apretando la mano de Mimi para tranquilizarla- Han pasado tantas cosas en los últimos días que creo que nos sentimos abrumadas por todo, al menos, sé que yo lo estaba. -compartía Ana abiertamente- Tuve una reacción emocional y temblorosa a lo que dijo Mimi y me alejé cuando debería haberme quedado y escuchar. Tal hubiésemos hablado de manera adecuada de inmediato, podríamos habernos salvado unas cuantas horas de angustia.
-Creo que probablemente tengas razón, -reconoció Miriam en comprensión- pero, no me sorprende que te sientas abrumada. Ana tienes tantas cosas que no sé cómo empiezas para lidiar con eso. Cómo las dos lidiáis con eso. -dijo mirando a Mimi y haciendo una pausa para tomar un sorbo de su bebida.- Quiero decir, ahora sois un par, así que también te afecta ¿cierto Mimita?
-Supongo. -concedió Mimi, que en realidad no lo había considerado antes.
-Miriam tiene razón. -admitió Ana. Mimi jugó con los dedo de Ana sin pensar, por costumbre, mientras continuaba- Soportas muchas cosas con las que la mayoría de las personas ni siquiera se atreve a involucrarse.
-Ya, me estás haciendo ver como que soy una especie de santa.
-Bueno, no seamos ridículas -bromeó Ana- No creo que alguna vez te llamé santa... Quiero decir, simplemente me pegaste contra el fregadero y me burlas profusamente. Definitivamente no recuerdo haber leído sobre ningún santo en mi clase de estudios religiosos que alguna vez hiciera eso. -Miriam levantó una ceja ligeramente y se volvió para mirar el fregadero de la cocina en cuestión.
-No creo que necesite escuchar sobre esto -dijo ella girándose para mirarlas.- Cómo decidís reconciliaros después de una pelea es algo que no necesito saber.
-Jo, Dios mío, Miriam -dijo Mimi con incredulidad. -No sé qué crees que estábamos haciendo antes de que llegases, pero no era eso. Ana estaba empapada, así que le ofrecí algo de ropa...
-Claro que lo estaba, -interrumpía a Mimi levantando su ceja sugerentemente antes de volverse para estudiar a Ana, quien todavía estaba sentada con la sudadera de Mimi.-
Ana, ¿le dirías por favor? -suplicaba que su rostro se sonrojaba copiosamente por su mala elección de palabras hace unos momentos. Por un momento, Mimi no pensó que Ana iba a decir nada, pero eventualmente ella cedió.
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Guerras y Tribulaciones
FanficAdaptación de Trials and Tribulations. Todos los créditos van a su escritora.