Capítulo 50. "El mismísimo cielo"

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-¿Hola? -gritó fuertemente mientras pasaba por la puerta principal de su casa, Ana siguiéndola de cerca detrás de ella con el cachorro en brazos. -¿Hay alguien aquí? -gritó de nuevo, una sonrisa extendiéndose por sus facciones ante el maravilloso sonido del silencio que había.

-¿Pensé que dijiste que todo el mundo estaba fuera? -cuestionó, cerrando la puerta principal con cuidado detrás de ella antes de agacharse para soltar a Puturrú, el pequeño cachorro corriendo hacia la cocina para beber un poco de agua tan pronto como le soltó.

-Se supone que sí. -contestó Mimi, tirando su mochila al suelo detrás de la puerta, delante del perchero de los abrigos. -pero... -dijo bajando la voz mientras Ana la seguía tirando su mochila con cuidado al lado de la de su novia, dando unos pasos más dentro de la casa mientras Mimi asomó su cabeza primero en el comedor y después en la cocina, comprobando todas las habitaciones del piso de abajo. -Nunca se es demasiado cuidadoso. -continuó mientras volvía de comprobar el salón.Volvió hacia donde estaba Ana y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de la chica menor,poniendo sus caderas juntas, una de sus manos deslizándose amablemente para tomarla del trasero.

-Entonces, ¿dónde están? -cuestionó con interés, sus manos cerrándose alrededor del cuello de Mimi.

-Mi padre trabaja hasta tarde y mi madre está de cena con una amiga.

-¿Qué hay de Nerea y Ricky?

-Están en casa de amigos. -le informó, bajando su mirada hasta los labios de Ana y luchando por resistir la urgencia de tomarlos entre los suyos.

-Entonces ¿estamos finalmente a solas? ¿Sólo nosotras dos?

-Solo nosotras dos. -confirmó sonriendo ampliamente. -Bueno nosotras dos y Puturrú por supuesto.

-Claro. -señaló, sonriendo con la inclusión de Mimi del pequeño perro quien estaba ahora dando vueltas por el pasillo y a través del salón para sentarse en su sitio de siempre debajo de la mesa, fuera de la vista. -Es nuestra familia. Tiene permiso de estar aquí. No escomo si le fuera a contar a alguien lo que vayamos a hacer de todos modos...

-Mi familia es familia. -intercedió la rubia riéndose ante las palabras de su novia.

-Ellos son tu familia. -dijo Ana amablemente. -Puturrú es nuestra familia.

-Es tu perro. -se rió, moviendola un poco en sus brazos. -No sé cómo se sentirían mis padres si compartiéramos la custodia a largo plazo.

-Oh por favor. Tus padres le adoran, especialmente tu madre. La pillé hablando con él cuando vine a recogerle antes, estaba siendo un poco cursi.

-¿Cursi? -cuestionó riéndose con la elección de palabra de Ana y luchando por imaginara su madre comportándose de esa manera.

-Sí, cursi. Ya sabes, como tú...

-Yo no soy cursi. -se quejó interrumpiéndola y frunciendo el ceño. -¿Cuándo he actuado cursi?

-Eres así todo el tiempo. -la informó felizmente.

-Dame un ejemplo. -le pidió con interés.

-Vale. -respondió Ana, su tono rasposo bajando seductoramente. -Actúas 'cursi' cuando me llamas cariño.

-Ese no es un buen ejemplo. -protestó y la morena puso los ojos en blanco.

-Sí lo es. Es el ejemplo perfecto.

-Dame otro ejemplo. -le pidió, sin creer haber actuado ni una vez 'cursi,' su cerebro por alguna razón sin querer ser asociado con la palabra, viendo solo connotaciones negativas de debilidad sobre la feminidad.

Guerras y TribulacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora