Capítulo 27. "¿Por qué?"

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-¿Q...qué? -balbuceó Mimi, moviendo su cabeza hacia atrás ligeramente sorprendida por la inesperada admisión de Ana. -¿Qué has dicho?

-Te amo. -murmuró Ana adormilada. Estaba frente a Mimi, sus ojos aún cerrados, su voz suave y áspera con el sueño.

-¿De verdad? -preguntó Mimi tentativamente, su tono tranquilo y tímido. Ana asintió con la cabeza en señal de afirmación antes de cambiar su posición en la cama ligeramente para acurrucarse más en su novia. Levantó su mano derecha, que todavía estaba colocada en el lado izquierdo de la rubia y la colocó sobre su torso por completo. -¿Estás hablando en serio? 

Mimi aún en shock, desconfiando de sus oídos. Ana asintió con la cabeza de nuevo y acercó a Mimi para que sus caderas se tocaran. La rubia sonrió ante el obvio agotamiento en el rostro de Ana, notando que su novia ahora apenas estaba despierta, todo su cuerpo evidentemente ansiaba dormir, sus ojos aún cerrados. Mimi suspiró ante la vista, desesperada por hablar propiamente con Ana sobre la declaración.

Se giró de espaldas y pasó el brazo derecho por debajo del hombro de Ana. Mimi hizo rodar a la morena sobre su costado de modo que su cara ahora descansaba suavemente sobre su hombro y la besó suavemente en la parte superior de su cabeza, su otra mano se estiró para acariciar la mejilla de Ana con el dorso de sus dedos. Mimi sintió a Ana exhalar fuertemente como si estuviese expulsando toda fuente de estrés y preocupación de su cuerpo. Ella movió suavemente la mano que todavía rozaba ligeramente la mejilla de Ana y trazó una línea por la curva de la mandíbula de su novia con su dedo índice, tomando su barbilla entre esto y su pulgar con cuidado cuando la alcanzó. 

Mimi volteó la cara de Ana hacia ella y le dio un tierno beso en la frente y justo sobre el ojo derecho antes de bajar para finalmente tomar los labios de Ana entre los suyos. Mimi se quedó allí por un momento, disfrutando la sensación de los suavos y carnosos labios de su novia contra los suyos. Ana respondió al beso, pero apenas, su cuerpo tratando desesperadamente de quedarse dormido. Mimi notó por el rabillo del ojo que la mano derecha de la morena se movía y se estiró para rozar las yemas de los dedos sobre su mejilla, aunque el objetivo de Ana fuera pobre e impreciso. Mimi levantó su propia mano para tomar la errante de Ana y comenzó a manipular sus dedos instintivamente, viendo a Ana caer de nuevo en el incosciente olvido.

Mimi sonreía para sí misma mientras observaba a Ana, la versión perdida de ella, escondida desde el accidente en las sombras de la noche y los confines solitarios de su dormitorio. Aquí, ahora, mientras dormía, Mimi podía ver a la verdadera Ana, la chica con la que había estado antes de que las pesadillas corrompieran cada sueño. Yaciendo en sus brazos ahora estaba la Ana que ella sabía que todavía existía, segura de sí misma y confiada en su sueño, sus problemas olvidados. Cuando tuvo la oportunidad de dormir tranquilamente, cuando sus sueños eran amables y sus preocupaciones descansaban, Ana era como cualquier otra chica de su edad. 

La rubia sabía que eso era lo que Ana quería más que nada, sentirse normal y ordinaria. Cuando el resto de sus compañeros se esforzaban por sobresalir, por ser extraordinarios y únicos, Ana no quería más que mezclarse. Mimi sintió que una lágrima se deslizaba por su mejilla al pensar en las lucha de Ana, preguntándose por qué alguien que encontraba tan excepcional desearía ser algo menos que eso. Ella sabía que Ana era especial, lo había sentido desde el momento en que se conocieron, pero en esa breve reunión nunca se había dado cuenta de lo extraordinaria que resultaría ser su novia, lo especial que realmente era, lo genial que era.

Observando a Ana ahora mientras dormía, después de haber escuchado finalmente las dos palabras de sus labios que tan desesperadamente había querido, Mimi trató de recordar otra vez cuando se había sentido tan feliz. Todos las otras memorias que recordaba tenían a Ana firmemente en su centro y se dio cuenta de que las palabras de Mamen eran ciertas. Ana puede depender de ella para su apoyo pero, ella no era nada diferente, aún más dependiente y enamorada de ella. Ana tenía la llave de su felicidad, ella era la única responsable de salvaguardar el corazón de ella, y viviría y moriría con ella.

Guerras y TribulacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora