Capítulo X

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Capítulo X

«42,8 ºC». Lain soltó de golpe todo el aire que había estado contendiendo. «Demasiado alta». Si no conseguía bajar esa fiebre pronto, Nai no lo soportaría. Sintió un nudo formarse en su pecho, y la culpa hundió las afiladas garras en su interior. Recordó cómo esa misma mañana le oyó estornudar en el patio, y pensó que podía estar resfriándose, pero descartó la idea de revisarlo porque...«no quería hacerlo», y «prefería mantener sus interacciones al mínimo». ¿Qué clase de doctor hacía eso? Apretó los labios con fuerza para evitar contestar a esa pregunta.

¿Cómo había llegado a torcerse tanto ese día? Estaba en el bosque, regresando a casa con Rolo cuando les pilló la lluvia, y pararon para refugiarse bajo las ramas de un enorme cedro. No le importaba mojarse, era una lluvia suave, y con lo denso que era el bosque, las gotas apenas llegaban a tocarlos. Aun así, no se quejó cuando Rolo cambió a su lobo, y se enroscó a su alrededor, con el invierno a la vuelta de la esquina, los días eran cada vez más fríos, y el calor del lobo se sentía increíble sobre su piel.

Demasiado pronto para su gusto dejó de llover, y se pusieron en marcha de nuevo. Fue entonces cuando Dom les encontró. Aún le resultaba embarazoso cada vez que alguno de ellos cambiaba, y acababa completamente desnudo frente a él, pero por loco que pareciera empezaba a acostumbrarse. Para lo que no estaba preparado fue para lo que le dijo Dom.

«—Nai está enfermo, el Alpha te necesita en casa. Tenéis que regresar ya.

¿Enfermo?

No hay tiempo para eso Rolo. Está mal».

Al igual que Rolo, su primera reacción fue el escepticismo. Nai no era humano. Al instante se reprendió por el pensamiento. En ese punto, podía decir que él tampoco lo era. Y de pronto su reticencia se desvaneció. Un paciente le necesitaba, eso era todo lo que necesitaba para ponerse en marcha. Miró a Rolo necesitando su aprobación, pero su compañero debió notar su resolución porque había cambiado de nuevo a su lobo y esperaba agachado a que montara sobre él. Seguía sintiéndose extraño montar sobre un lobo, pero cualquiera de ellos, a excepción de Jules o Micah, era lo suficiente grande como para llevar a una persona de su tamaño sobre ellos sin problemas.

Corrieron tras Dom de regreso a casa, aún seguía dándole vueltas a cómo era posible que un par de estornudos se hubiese convertido en algo tan grave como lo hizo sonar el ejecutor cuando la magia les golpeó. Fue tan intenso que tuvo que aferrarse con fuerza al pelaje del lobo para no caer.

La magia se movió rápido y con violencia, extendiéndose alrededor del bosque como un animal salvaje listo para atacar. Podía sentirla encrespándose entorno a ellos, casi asfixiante. Los dos lobos se detuvieron y compartieron una mirada que no supo interpretar, pero antes de que pudieran hacer algo, la magia retrocedió. El peligro, fuera cual fuese, había pasado. Los lobos aún se miraron durante unos segundos más, hasta que Dom medio ladró gruñendo y volvieron a la carrera.

En el momento que llegó a casa, Cam prácticamente saltó sobre él, y le empujó escaleras arriba ignorando por completo el gruñido que Rolo le dio mientras cambiaba y se ponía algo de ropa. Ahí fue cuando empezó a inquietarse de verdad. Cam estaba al borde de las lágrimas.

Pensó que le llevaría a la habitación de Wild, pero no fue así. Tiró de él hasta el baño de la segunda planta, entonces recordó que Wild no tenía uno propio en su habitación. No entendió porqué el baño, hasta que vio a Nai temblando dentro de la bañera llena de agua. Wild estaba sentado en el borde sosteniendo su cuerpo. El Alpha y Micah también estaban allí, y aunque quería preguntarle al Alpha qué había pasado para que moviera a la magia de la forma en que lo hizo momentos antes, sintió que no era el momento. Debía centrarse en Nai.

Manada; Guardianes del Bosque.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora