Capítulo XXIV (II)

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Capítulo XXIV

(Segunda parte)

Greg había tenido suficiente. Él era el Alpha. Se suponía que debían obedecer sus órdenes. No era tan difícil de entender. Él estaba al mando. Los había recogido, los había guiado hasta allí. ¿Y así era como se lo pagaban? Sí, definitivamente había tenido suficiente. Cada vez lo tenía más claro, no debería haber dejado la ciudad. Él estaba bien allí. Le respetaban. No como esa panda de desagradecidos.

Desde el principio supo que había algo mal con toda esa cosa de adorar a las omega. Sí claro, recordaba las palabras de Alee, «... ellas son las únicas pueden estabilizar a tu lobo, así que a cambio la manada las protege...», pero seguía sin entenderlo. ¿Estabilizar al lobo? ¿Por qué necesitaban hacer eso? El lobo no necesitaba ser estabilizado, necesitaba ser liberado. Negó con la cabeza, y se suponía que él era el que no sabía nada.

No importaba, ya no, de todas formas. Había llegado a su límite, le daría una lección a esa perra manipuladora y se largaría de allí. Estaba harto. Harto de que le menospreciaran, de que le miraran hacia abajo, de que le desobedecieran... de que se rieran de él.

Nadie se reía de él.

Esa pequeña charla con Noah le había abierto los ojos, él no encajaba allí, nunca lo haría, no mientras Ádrea siguiera controlando la manada en su lugar. «Una maldita omega». Miró a su alrededor, deberían estar avergonzados, siguiendo los caprichos de una simple omega. Chasqueó la lengua disgustado, y cruzó el campamento con paso firme. No necesitaba preguntar, sabía donde estaría Ádrea. «Por supuesto que sí». Atendida y consentida en la tienda principal.

Por un momento, la idea de ser cauteloso y evitar cruzarse con los demás, pasó por su cabeza, pero la desechó en cuanto recordó que él, era el jodido Alpha. No iba a esconderse de nadie. Noah podía jugar a las escondidas todo lo que quisiera, pero él no lo haría... de todas formas, todos parecían demasiado ocupados como para prestarle atención. Gruñó. Deberían prestarle atención.

«No», se centró. No haría un berrinche, ellos ya no eran su problema, Alpha o no, esa ya no era su manada. Se preguntó si algún día lo fue. Sacudió la cabeza y siguió adelante. «Ádrea», ella era su objetivo. O eso pensó, hasta que le vio.

Nico, su Beta, ladrando órdenes y siendo escuchado por el resto. Eso estaba mal. Muy, muy mal. Ese no era su lugar. Apretó las manos en puños. Casi deseaba no tener que lidiar con la omega, para ir allí y borrar esa sonrisa arrogante de su cara. «No». Noah tenía razón, si empezaba una pelea, nadie estaría de su lado. «No puedes ganar». Sabía eso, lo sabía... pero entonces Nico le vio, hizo un gesto con la cabeza en su dirección, y todos a su alrededor se rieron.

Jodidamente se rieron.

Ni siquiera fue consciente de caminar hacia ellos, hasta que Nico se alzó frente a él. ¿Siempre fue tan grande?

—Alpha. —dijo su Beta aún sonriendo—. Te estábamos esperan...

—Tú. —le cortó—. ¿Qué crees que estás haciendo?

Nico le dio esa mirada de suficiencia que reservaba para cuando preguntaba algo que se suponía debía saber. «Sí... también te arrancaré los ojos solo por eso».

—¿Qué estoy haciendo? —La burla clara en su voz—. Vamos a tomar lo que nos pertenece, ya hemos esperado suficiente.

Greg reconoció las palabras, eran las tonterías que había estado balbuceando Ádrea a su alrededor los últimos días. No había duda en su mente de quién era el verdadero culpable del motín en la manda, pero eso no hizo una diferencia cuando su lobo se revolvió furioso contra el bastardo sonriente frente a él.

Manada; Guardianes del Bosque.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora