Capítulo XXIII

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Capítulo XXIII

Alee no podía quitar la sonrisa de su cara ni aunque quisiera. Por fin iba a volver a ver a Matt. Pensó en llamar y avisar, pero luego pensó que podía no hacerlo y darle una sorpresa. O eso esperaba. No sabía si Matt se alegraría de verle. Habían hablado algunas veces, pero las conversaciones siempre eran breves y... bueno, extrañas.

Le gustaba Matt, pero a veces era un poco difícil seguirle el ritmo. No sabía mucho sobre el autismo, y lo que leyó en internet solo consiguió confundirlo más. Era... complicado, y no creía que definiera a Matt. Claro que en realidad, no tenía forma de saberlo, porque apenas lo conocía. Solo esperaba no acabar convirtiéndose una molestia, o estar malinterpretando las cosas.

La sonrisa lentamente desapareciendo de sus labios. Quería gustarle a Matt, tanto que casi era ridículo... también aterrador, porque la posibilidad de que el... interés, fuese completamente unilateral por su parte, era muy real. Y dolía, pero si ese era el caso, no tendría más remedio que aceptarlo. Sabía eso. Solo esperaba poder aclarar su corazón al verlo de nuevo... porque se estaba volviendo loco.

Suspiró. Su Alpha tenía razón. No era nada objetivo en lo que se refería a Matt, pero la cosa era que no sentía que debiera serlo. «¿Podrás manejarlo?». Aunque al principio le molestó la pregunta, entendía porque su Alpha se la había hecho. Incluso cuando él fue el primero en relacionar a Matt con esos destellos, o lo que fuesen, ni siquiera se le había pasado por la cabeza la idea de que no fuese humano. ¿Cómo de mal estaba eso?

No era propio de él. No podía explicar la fascinación que sentía por Matt, ni porque no había podido sacarlo de su cabeza, solo sabía que se sentía bien. Se sentía correcto, y el que fuese humano o no, no podía importarle menos.

Volvió su atención a la carretera cuando las ruedas traseras de la furgoneta patinaron sobre una placa de hielo. La nevada de la noche anterior no había sido tan mala, pero se había amontonado, y era demasiado pronto para que la quitanieves estuviese trabajando, así que no tenía más remedio que reducir la velocidad y tener cuidado.

«Bueno». A ese ritmo no llegaría al pueblo hasta pasada la media mañana, y aunque estaba bien porque no tenía ningún plan real, quería pasar todo el tiempo que pudiese con Matt. Y no era como si estuviese pensando en aquello como en una cita... porque no era así. No señor. Para nada. Él tenía una misión. Se acercaría al almacén y conseguiría el periódico para Nai, y si había suerte, tal vez los de los últimos días. Luego trataría de convencer a Matt para pasar el rato juntos... a solas. Estaría trabajando, pero podía esperar, o tal vez convencerlo para que tomara un descanso e ir a pasear, o... a comer algo. Sí, eso estaría bien, y aún no era una cita. No lo era en absoluto.

Mordisqueó su labio pero paró cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Le preocupaban los humanos. La última vez que bajaron al pueblo fueron un poco hostiles, y por aquel entonces los ataques solo eran un rumor lejano... no podía decir lo mismo ahora. Así que no estaba muy seguro de lo que se encontraría. Si podía, prefería mantener sus interacciones con ellos al mínimo, pero lo haría si con eso conseguía sacar a Matt de esa tienda atestada de olores y tomar su aroma. Su lobo levantó la cabeza totalmente interesado en esa idea.

Puso el intermitente y dejó la carretera tomando el desvío para entrar en el pueblo. Su estómago se anudó, pero también cosquilleó en anticipación... era confuso. Pero con Matt había sido así desde el principio. No entendía por qué el chico había sacudido su mundo de la forma en que lo hizo, pero no tenía sentido negar que eso, era precisamente lo que había pasado.

Un rápido vistazo a la pantalla de su móvil le confirmó que eran poco más de las diez de la mañana, así que no le extrañó encontrar a gente en las calles y los comercios abiertos. «Bueno». No tenía que regresar hasta el anochecer, así que eso le daba unas cuantas horas para... ¿para qué? Exhaló frustrado y apretó las manos con fuerza alrededor el volante. Dio un rodeo evitando la calle principal, y por fin suspiró aliviado cuando entró en el aparcamiento del almacén.

Manada; Guardianes del Bosque.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora