Capítulo IX
Alek olfateó a su alrededor. En su forma de lobo todo se sentía mucho más intenso. El olor de la hierba, la madera. La luz derramándose entre las ramas de los árboles, los colores. El sonido de las hojas mecidas por la brisa, los pequeños animales... al principio fue abrumador y le costó adaptarse, pero una vez aprendió a centrarse, empezó a percibir el bosque como una extensión de sí mismo. Extraño, pero de alguna forma, correcto.
Con su tamaño, podría parecer incómodo adentrarse en las zonas más densas del bosque, pero no lo era en absoluto. Era ágil. Si quería correr, lo hacía en lugares más despejados, aunque llegado el caso, el bosque se movería para dejarle pasar sin problemas. Él, era el Alpha.
Encontró una vieja marca sobre el tronco de un árbol. Cuatro surcos en diagonal, una garra. La olisqueó y gruñó. No era suya, ni de nadie de su manada. Con un movimiento rápido rasguñó la corteza dejando la suya propia. Resopló satisfecho por la diferencia de tamaño en las hendiduras. De vez en cuando, aún encontraba alguna marca antigua como aquella. Era normal. Ese territorio le había pertenecido a la manada Luna durante siglos, y otros, antes que él, habían dejado sus marcas.
Las encontraría todas, y las haría suyas. Pero no en ese momento. No había ido hasta allí para eso.
Nada le hubiese gustado más que quedarse con su compañero remoloneando en la cama. Pero después de notar la energía de otros lobos merodeando cerca de la pista forestal, imaginó que tratarían de abordar a Less y Alee. No creía que esos cambiaformas fueran a atacarlos, y de ser el caso, confiaba en la fuerza de los suyos para defenderse, no, eso no era lo que le había inquietado. Era Less. O mejor dicho, su lobo.
Él no podía sentir las emociones de los otros como hacía Micah, olerlas sí, siempre que fueran lo suficiente intensas, pero no se trataba de eso. Él percibía al lobo, al animal que habitaba en cada uno de ellos. Notaba su energía, y el de Less... llevaba un tiempo ansioso.
En los últimos días, había notado la distancia entre ellos crecer de nuevo. No sabía que estaba preocupando a su Beta, pero no le gustaba que tratara de esconderse de él. Probablemente Micah, podría decirle cuáles eran los sentimientos que tenían a su amigo en el borde, pero usar de esa forma a su Omega, no le parecía correcto. Confiaba en Micah, si algo no estaba bien con alguno de ellos, lo sabría... a no ser, que también estuviera escondiéndose de él. Y si era así, entonces era más grave de lo que creía.
Sacudió su pelaje, en algún momento había comenzado a llover. Miró al cielo, en unas semanas esa lluvia sería nieve. Le gustaba la nieve. Se detuvo cuando las raíces de un árbol cercano se movieron deslizándose hasta una de sus patas. No sabía por qué, pero algunos árboles hacían eso cuando pasaba cerca de ellos. Las ramas crujieron sobre su cabeza cuando se estiraron hacia él. Era casi como si quisieran tocarlo. Estaba bien, no le molestaba, no era una amenaza de ningún tipo, aunque probablemente no debería dejar que Lain viera aquello.
Lain lo estaba intentando. Seguían sin gustarle las excursiones forzosas al bosque, pero Rolo se había encargado de suavizarlo. No tenía motivos ocultos, su único objetivo, era que se familiarizara con el territorio, porque no era bueno que le tuviera miedo al bosque. La verdad, a él no le importaba si era un dríade o no, Lain era suyo, uno más de su manada, pero, si esa era su verdadera naturaleza, entonces, como su Alpha, debía poder darle la oportunidad de desarrollar esa parte de él. Y estaba bastante seguro, que para hacerlo, necesitaba llevarlo al Corazón del Bosque.
«Una raza creada para servir al Espíritu de la Tierra». Todos habían hecho un lío por eso, porque se suponía que se extinguieron cuando la Tierra se desvaneció. Claro, también conocía la historia, todo cambiaformas lobo lo hacía... pero de alguna forma, el que Lain estuviera allí, tenía sentido para él.
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Manada; Guardianes del Bosque.
WerewolfMicah ha encontrado un hogar junto a su compañero en la Manada del Bosque, justo cuando por fin siente que puede ser feliz, y disfrutar del regalo de vida creciendo en su interior, la sombra de una gran guerra, amenaza con destruir a su familia y el...