Capítulo XII
—No te quedes atrás, Nai.
Alek miró por encima de su hombro para ver al chico. Estaba claro que pasear por el bosque no era su actividad favorita. Podía oír su corazón latiendo con fuerza, o estaba agotado por el esfuerzo, o asustado... o tal vez las dos cosas.
—¿De nuevo... por qué estamos haciendo esto?
«Miedo». Sí, definitivamente eso había sonado más cerca del miedo que del cansancio, aunque tratara de ocultarlo. Bueno, tenía sentido. El bosque era peligroso para alguien como Nai. Hasta ahora todo había estado en calma, pero no sabía que pasaría si la verdadera naturaleza del chico se mostrara.
—Tranquilo, solo quiero hablar contigo.
—¿Y no podíamos hacerlo en la casa?
Alek se detuvo y se dio la vuelta esperando a que el chico le alcanzara. No se perdió la respiración agitada, y la tensión en su cuerpo. No creía que Nai estuviera en mala forma, la magia del territorio le estaba afectando, y por un momento, pensó que podría haber exagerado un poco... «No». Cierto, tal vez llevarle al bosque no era la mejor opción, pero sí la correcta, sobre todo con los omega cerca.
Había pasado una semana desde que los omega llegaron, y se establecieron en la aldea. Se alegraba de poder ofrecerles un lugar seguro donde quedarse, pero su lobo había estado inquieto desde entonces. Todos sus instintos le empujaban a que los reclamara como suyos, pero sabía que no estaban preparados. Aún recordaba el miedo y la desesperación de Micah cuando llegó por primera vez a la manada, y no quería eso para ellos.
Sabía que era diferente esa vez, esos omega habían querido ir a su territorio, pero eso no significaba que quisieran someterse a un Alpha desconocido. Lo mejor que podía hacer, era apartarse y darles espacio para sanar, incluso si eso iba en contra de su naturaleza como Alpha. Cuando estuvieran listos, y solo si era lo que de verdad querían, les haría parte de su manada... pero ese momento aún no había llegado, no cuando los omega se encogian asustados ante su presencia, a no ser que Micah o Rand estuvieran allí para calmarlos.
Y esa era otra. El alpha no era un mal tipo, y no notaba ningún desafío, o deseo de liderar, proviniendo de él, pero eso no cambiaba el hecho de que los omega estaban apegados a él. Fueran conscientes o no, ellos eran una pequeña manada, y eso convertía a Rand en su Alpha. Esa certeza tenía a su lobo pataleando y gruñendo en su interior, pero de nuevo, no podía hacer mucho al respecto sin asustar a todo el mundo, y eso era lo último que quería.
—No. —Se acordó de contestar cuando Nai llegó a su lado—. Tengo algo que decirte y es mejor hacerlo aquí, en el bosque.
Eso hizo que Nai frunciera el ceño, y pensó que discutiría, pero se limitó a asentir y seguirlo cuando se puso en marcha de nuevo.
La verdad era, que aún no había hablado con Nai sobre el sueño de Micah, ni de la posibilidad de que el hombre al que James estaba torturando fuera su socio. Al principio decidió esperar porque a pesar de que, tal y como les dijo, el día siguiente de caer enfermo, despertó sin rastro de la enfermedad, era evidente que no estaba recuperado del todo. Lain confirmó que sus pulmones estaba bien, y su temperatura volvía a ser normal, pero el episodio del día anterior, se había cobrado un precio en su cuerpo, y necesitaba descansar.
Le había dado unos días, pero no podía seguir retrasando la conversación. Por la forma en Nai le había hablado de su socio, sabía que era una persona importante en su vida. Alguien que le salvó y le cuidó. Un hermano. Familia. Y por eso le había llevado al bosque. No sabía cómo iba a reaccionar, y no podía arriesgarse a poner a nadie en peligro.
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Manada; Guardianes del Bosque.
LobisomemMicah ha encontrado un hogar junto a su compañero en la Manada del Bosque, justo cuando por fin siente que puede ser feliz, y disfrutar del regalo de vida creciendo en su interior, la sombra de una gran guerra, amenaza con destruir a su familia y el...