『Capítulo 37』

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Nadie deja Bristhon sin pagar sus deudas

Nunca había visto a la universidad tan pulcra y lujosa como esta noche. La entrada al salón de actos estaba llena de globos en color dorado mientras que las pocas personas que caminaban hacia este, llevaban vestidos elegantes y trajes de marca. La luz de la luna era perfecta para la ocasión. Tenía entendido que este tipo de eventos siempre acostumbran a celebrarse por la noche en este lugar.

Por escasos segundos me sentí diminuta, ya que solo vestía un simple pantalón Jean con lonas y una sudadera del mismo color. Pero mi inseguridad desapareció cuando entré en el lugar.

Observe que la tarima del fondo del salón estaba decorado con flores blancas, este hacía juego perfecto con la capa en color dorado que los estudiantes de último año cargaban sobre sus hombros.

Si, hoy era la noche de graduación en la Ucla.

En medio de toda la decoración se encontraba una foto de Jean Mckay, en gris, con velas a su alrededor. Hoy debía ser su gran día, pero no estaba aquí para verlo. Había hecho mucho daño, pero yo no era la persona más capacitada para juzgarlo.

Me senté en la última fila tratando de ignorar mis ganas de llorar, para observar cómo cada uno de los estudiantes recibía su título. Las sonrisas en sus rostros y las miradas de orgullo de sus padres me recordaban lo miserable que era. Trate de ignorar todo lo que pasaba, solo me sentaría ahí a observar el alrededor, pero me fue imposible. Me pasme al escuchar el nombre de Azrael, mi vista, como la de algunos curiosos, se movió por todo el salón en busca de él, pero no lo vi por ningún lado.

A pesar de que me había prometido no buscarlo más, deseaba encontrarlo ahí, recibiendo su diploma, con un elegante traje y aquella capa en color oro. Pero no estaba, como era costumbre en él, había desaparecido.

Cuando la ceremonia fue concluida, desganada y sin motivos, me levanté del lugar para ir hasta mi habitación, estaba llegando la hora de partir. Había comprado un boleto de tren hacia el lugar más alejado de Bristhon, luego decidiría hacia donde ir. Me iría para siempre, tal y como lo había prometido.

Al entrar en la habitación que solía compartir con Jessica, la oscuridad me invadió. No intente encender la luz, solo caminé hasta el pequeño espacio donde se encontraba la cama junto a mis cosas, para solo alumbrar esa pequeña parte.

Comencé a llenar la maleta con mi ropa, la verdad hice todo muy rápido. Cuando terminé, me senté a descansar en la cama, y no pude evitar observar el lado de Jess.

Las lágrimas empezaron a invadir mis ojos.

Ella tampoco estuvo en la graduación. Jessica se adelantó a pedir su título y luego se había marchado del lugar, dejando todo atrás, ella había hecho aquello de lo que yo aún dudaba ¿De verdad quería alejarme para siempre? Pues, simplemente no se trataba de querer, si no de deber. Solo así viviría en paz conmigo mismo. Ya no me obligaría más a olvidar, ahora lo superaría como las personas comunes lo hacen. Acudiendo a terapias e intentando vivir una vida normal. Eso era lo mejor.

Azrael prometió dejarme en paz, y aun con el corazón roto, me habían dado ganas de gritarle que no lo hiciera, pero mi dignidad me lo impidió. Esta era lo único que me quedaba y no me daría el lujo de perderla.

Me sentía seca y deshidratada, un poco cansada también pero nada grave. Así que caminé hasta la cocina para tomar un vaso de agua bien fría. Aproveche que estaba en la pequeña sala de estar para recoger mis libros y algunas cosas que ahí se encontraban.

Mis ojos cayeron en la caja que Azrael me había dado tiempo atrás, donde reposaban sus cartas y todo lo que me relacionaba con él. Tomé todo en mis manos y caminé hasta la habitación para terminar de empacar.

Hoy comenzaría una nueva vida. No como la que había tratado de formar aquí, si no una muy diferente, donde todo mi pasado haya sido superado y Azrael olvidado. Sabía que sería difícil, pero joder, los fénix no resurgen de sus cenizas por qué les guste. Ellos están hechos de esa manera. Mueren y vuelven a vivir, la ventaja es que cada vez renacen más fuertes que antes.

Así que adaptaría su forma tan peculiar de ser.

Limpie las últimas lágrimas que caían de mi rostro y me prometí a mi misma que sería la última vez que lloraría por él. Arrastré mis pertenencias para dejarlas al lado de la puerta de salida, mañana a primera hora saldría de aquí. Ahora ya era muy tarde y tenía ganas de acostarme a dormir.

Caminé de vuelta a la habitación y levanté las sábanas para envolverme en ellas con el alma hecha pedazos, esperando que el otro día fuera mejor, pero algo no me dejo cumplir mi cometido. Una nota color carmesí cayó de ésta, provocando que toda mi atención se centrará en el pequeño papel.

Llegué hasta el lugar donde reposaba y me incliné para tomarlo en mis manos. Al darlo vuelta pude ver que estaba sellado con una "O" en color plateado brillante, el papel parecía estar manchado de sangre, cosa que me dio curiosidad.

Desdoble sus puntas para revelar su interior. En este, una nota con finas y delicadas letras reposaba sobre el muy delicado papel.


Nota:

A veces las cosas no resultan como las esperamos.

A veces, necesitamos tocar fondo para darnos cuenta de lo que en realidad mueve nuestro universo.

A veces, ese algo desaparece, dejando nuestra vida llena de un vacío que ni tú te puedes explicar.

Y otras, te lo arrebatan, así, en un segundo, frente a tus ojos.

Hoy estoy feliz porque seré libre de mis ataduras, dejaré de lado todo aquello que me arrastra y continuaré como siempre.

Floreciendo como un tulipán.

Aquella vieja fábrica que vio nacer todo, también lo verá concluir.

Aquellas paredes de cemento que construyeron las manos de mi amado, hoy verán caer a su oponente.

Después de todo, nadie es tan grande como cree.

Suerte en tu nueva vida, Gia, esto nunca fue personal ¿lo sabes? Solo te devolveré el golpe que le diste a mi vida, arrebatándote lo único que le da sentido a la tuya.

Con amor O.M.


Por un momento quedé en blanco tratando de descifrar que había sido eso, qué mensaje oculto reposaba sobre estas cortas líneas. Pero por más que quisiera, mi cerebro se encontraba bloqueado, quien era tan cruel para hacer ese tipo de bromas... ¿Pero y si aquello no era una broma? ¿Y si era real?

Imposible ¿Quién quería arrebatarme aquello que me daba sentido y que era dicha cosa?

Segundos después lo tuve claro.

...

...

...

¡Oh mierda!

¡Oh santa mierda!

Mi mente pareció procesar todo de golpe provocando un fuerte dolor de cabeza.

O.M, claro, como no lo vi antes.

Ozana Mckay, era la dueña de aquellas palabras. De pronto la última conversación que tuve con ella afloró en mis recuerdos.

«Acabaré con aquello que acabo con mi hermano»

Azrael, ella se refería a él. Había planeado hacerle algo.

Moví mis piernas rápidamente para tomar mi celular y llamar a su número pero este salía fuera de servicio. Pensé en ir a buscarlo, pero no sabía dónde podría estar. Volví a repasar los escritos y una hipótesis vino a mí.

Aquella vieja fábrica que vio nacer todo, lo verá concluir.

La familia de Ozana se había ido del lugar después de la muerte de su primogénito, debido a eso, la fábrica de la empresa se encontraba cerrada. Sin pensarlo un segundo más corrí fuera del lugar, Azrael tenía que saber lo que trataba aquella loca.

Personalidades fingidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora