『Capítulo 18』

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Sonrisa hermosamente diabólica (Parte 2)

Pero qué demonios me sucedía...

Estaba temblando por el miedo irracional producido al ver aquella sombra, gracias a eso, no pude reaccionar cuando unas manos detuvieron mi cuerpo por detrás, ocasionando que un grito ahogado saliera de mis labios. Luché para soltarme, golpeaba y pataleaba sin parar provocando que mi garganta se desgarrara. Mi cuerpo fue girado y la persona frente a mí tomó forma.

Azrael me sujetaba firmemente por los hombros para tratar de controlarme. Poco a poco fui relajando el cuerpo, mi respiración se sentía pesada y mis pulmones ardían por la falta de oxígeno, a pesar de eso, un alivio inevitable invadió mi ser. Me ponía muy contenta saber que la persona frente a mí era él y no un animal salvaje o un asesino en serie.

No obstante, me enojaba haber pasado por todo esto, así que me solté de su agarre al concienciar que él era quien me había seguido, retrocedí para inclinarme un poco a recuperar el aliento. Cuando me repuse, vi como Azrael se encontraba observándome fijamente.

—Casi me matas del susto —solté con hastío.

—Nada de esto habría pasado si hubieras entrado conmigo —odiaba admitirlo, pero tenía razón.

Me quede detallando un poco su cuerpo, se encontraba relajado y tranquilo, a diferencia de mí que parecía haber corrido una maratón.

—Vamos, hay que subir —pidió, rompiendo el silencio que se había formado. Pasó a mi lado para avanzar, no hice más que seguirlo a regañadientes, pues no deseaba volver sola al auto.

Me confundía el hecho de que siempre se esforzaba por mantener esa fachada de chico frío e indescifrable, aunque a veces sentía que solo era su forma de autodefensa.

Estábamos subiendo la colina, que desde este punto no parecía tan empinada, cuando una oleada de frío me rodeó, me detuve un momento, mi respiración seguía pesada por haber corrido y el clima no ayudaba a regularla.

Tan pronto como aquel oscuro chico sintió que no lo seguía, se detuvo. Me dio una rápida mirada para después acercarse, en un movimiento rápido se sacó la cazadora y me la extendió. La sorpresa en mí era evidente, quedé mirando su brazo por algunos segundos, luego mi vista pasó a enfocarse en sus rostro, este se encontraba serio, esa frialdad característica en él no lo había abandonado.

—Póntela o morirás congelada —pidió. Susurré un gracias y la tomé.

Él se quedó observando como filtraba mi cuerpo en la cazadora. Al pasar mis brazos dentro de ésta, su embriagador olor me envolvió provocando que cerrara los ojos disimuladamente para aspirar su aroma. Después de abrigarme un poco, retomamos el camino en silencio.

Cuando por fin llegamos a la cima no podía creer la hermosa vista que tenía. Las luces de la ciudad habían desaparecido y solo veía árboles que eran de un color verde opaco. Por otro lado, la niebla que cubría la parte inferior de los arbustos, le daba un toque lúgubre pero hermoso a la vista humana. La luna alumbraba el valle y el contraste de los árboles con su luz en la parte superior, era algo majestuoso.

Probablemente estaba frente a la mejor vista que tenía en años. Azrael aclaró que esta era la montaña más alta de los alrededores, supo decir que cuando recién llegó, salió de su casa a investigar y fue así como encontró este lugar. También comentó que le gustaba la soledad de la montaña ya que le hacía sentir paz. De mis labios solo salió un "Es hermoso" él asintió para después sentarse al filo del risco, imité su acción y me coloqué a su lado.

Su mirada estaba fija en las copas de los árboles mientras que la mía permanecía en él y en su forma de observar el lugar a detalle. A pesar de que Azrael llevaba una fina camisa de tela, parecía no estar afectado por la altura. Me concentré tanto en sus facciones que su voz me sobresaltó.

Personalidades fingidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora