SEIS AÑOS DESPUÉSA veces me levantaba por las noches y lloraba hasta desgarrar mi garganta mientras sus recuerdos venían a mí. Era en mis pesadillas, en esas pocas horas en las cuales la oscuridad se apoderaba del cielo, que recordaba aquello que tuve y perdí, eso que me daba seguridad pero al mismo tiempo destruía a todos a mi alrededor.
Me dolía recordarlo y saber que ya no estaba en mi vida. Esa fue la causa por la que pasé meses tratando de aliviar el dolor con alcohol, ya había dejado la adicción, aunque aún dolía, imaginarlo dolía, pero mi masoquismo me incitaba a hacerlo.
Recordaba haberme quedado con él ahí por horas, hasta que su cuerpo se empezó a poner frío y sus extremidades rígidas, hasta que ya no pude observar el brillo acusador en sus ojos, y sus rosados labios se tornaron morados..
Solo en ese momento supe que la indestructible máquina llena de vida, había sido apagada. Mi protector, aquel que había dañado a un lugar entero para tenerme a salvo, se había extinguido por mi culpa. Pero me negaba a no aceptarlo, es por ello que asistía al psicólogo dos veces por semana, para tratar mis problemas de ansiedad y de pesadillas constantes. Debía mejorar y no solo por mí.
Aquella noche me costó tanto dejarlo ahí tirado y correr del lugar, me sentí impotente, me dolía el cuerpo como si un camión me hubiese pasado por encima. Estaba quebrada e inútil, quería morir pero no tenía el valor de hacerlo. Esa misma noche tomé un tren lejos del lugar, sin equipaje ni alma.
Luego de divagar como una indigente por varias semanas en diferentes lugares, decidí volver al único sitio en el que no le importaría a nadie.
Argon.
La vieja casa en la que vivía de niña seguía aquí, estaba algo gastada pero con algunos arreglos quedaria habitable y cómoda. Cuando llegué, dentro de esta no había nada más que un gastado pero acogedor sofá, que por cierto fue mi mejor amigo.
Poco a poco fui decorando el lugar y comprando las cosas básicas que se encuentran en un hogar. Todo esto con ayuda del dinero que ganaba trabajando en una cafetería a unas cuadras cerca de aquí, ganaba el básico, pero me servía para vivir y ser feliz.
Pero no todo habia sido color de rosas. Por más que tomé pastillas para evitar ver su rostro en cualquier lado, ardía tanto que él ya no estuviera, a veces deseaba desaparecer, incluso llegué a creer que no era capaz de llorar sin sentir el ardor por desgarro de mi garganta, pero con el tiempo entendí que debia ser feliz y seguir.
Su piel, sus ojos, sus abrazos y su sonrisa... en especial su maldita sonrisa, no salían de mi cabeza. Tomaba eso como valor y transformaba sus recuerdos en combustible para poder seguir.
Por mucho tiempo pensé que me merecía esto:
Sentía que lo merecía por haber contribuido para que Ozana perdiera a la única persona que amaba.
Lo merecía, porque había destrozado el corazón de Jean.
Lo merecía, porque había dañado el Alma de Jessica.
Lo merecía, porque acabé con la vida de Amy.
Lo merecía, porque no había podido liberarme de Azrael, y poco a poco nos fuimos arrastrando a un vacío sin fin.
Pero después de mucho tiempo comprendí que no lo merecía en realidad, por mí y por él, en especial por él.
—Y eso es todo por hoy —Habló la Señora Halana, dueña de la cafetería donde trabajo, sacándome de mis pequeños momentos de reflexión.
—Muy bien —respondí mientras dejaba la última bandeja sobre el mostrador—. Lavaré los platos.
—Oh no querida, es viernes por la noche. Ve por él y tenga una gran pijamada hoy —dijo de forma amable.
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Personalidades fingidas.
Misterio / Suspenso¿Qué pasa cuando dejas salir tus demonios internos y te gusta la destrucción que causan? Pues... Mamá siempre decía "ten cuidado Giahna, hay cosas que no nos gustaría saber" siempre pensé que era un truco para mantenerme alejada de cosas que no tuv...