『Capítulo 8』

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Cena con desconocidos (Parte 2)

¿Mala suerte o el universo conspirando en mi contra? ¿De verdad era la favorita de las desgracias y los malos ratos? No podía estar tan maldita después de todo, ¿o si? No sabía si todos en el lugar estaban notando mi claro rostro de incomodidad y sorpresa, pero si lo hacían, no me importaba. Mi estómago se empezó a revolver imaginando ver su figura. Me sentía tan asqueada, que incluso mi alrededor se tornó inexistente y mi cuerpo empezó a entrar en pánico siendo manipulado por mi mente.

Luego de algunos segundos me levanté del asiento suavemente para girar y encarar mis miedos, mientras mis piernas temblaban y mi mente pedía a gritos silenciosos que aquella persona, por alguna boba razón, no fuera él.

De pronto, mis ojos cayeron en el invitado de Ozana, y juro por mi vida que mis pies casi pierden equilibrio. Parado junto a ella, con un elegante traje negro se encontraba Azrael Santorski. Sus absorbentes pupilas oscuras llenaron mis ojos, provocando que mi corazón se acelerara.

¿Por qué tenía la costumbre de meterme en problemas aun sin pedirlo?

Sentía que estaba obligada a enfrentar mis demonios internos. De noche, las pesadillas se adueñaban de mi mente, mientras que en el día, se convertían en realidad. Su presencia no me provocaba miedo, era muy confuso lo que sentía al verlo o al tenerlo cerca de mí, pero así era todo mi contexto cuando nos encontrábamos en el mismo lugar, él me confundía.

Por otro lado, mi corazón bombeaba tan rápido que sus latidos se podían escuchar en toda la habitación. Sentía que él disfrutaba estar ahí parado frente a mí viendo mi reacción. Ozana y Azrael... vamos, eso no era algo bueno, ni siquiera eran compatibles. Por más que intentara entender a qué se debía tan penumbrosa sorpresa, no podía hacerlo.

¿Qué pretendía? me preguntaba.

La rubia, tomó la mano de su visita y el rostro de él no mostró ningún rastro de sentimientos, solo asintió mientras observaba mis ojos.

Nuestras miradas jugaban una guerra de bandos que absurdamente ansiaba ganar, no nos importaba quien pudiera vernos, ninguno quería ceder —¿Qué tramas O'Kelly? No puedes jugar con fuego —repetía una y otra vez dentro de mi cabeza de manera muy tonta debido a que olvidaba que él no jugaba con fuego... Él era el fuego.

La voz de la señora Carmil sobresalió del lugar sorprendiéndome y al mismo tiempo sacándome de mis pensamientos. La mujer saludó de manera muy alegre al joven, mientras lo invitaba a sentarse junto a su hija. Cuando este llegó al lado del señor Charlie, se saludaron con un suave apretón de manos. Al parecer a Jean, tampoco le había agradado la sorpresa, ya que no se había inmutado en darle la bienvenida, además en su rostro se reflejaba algo de molestia y apatía.

El transcurso de la cena se dio de manera incómoda, los únicos en hablar eran los señores McKay, junto a Ozana. Jean comía en silencio, mientras que Azrael y yo, no parábamos lanzarnos miradas cortas y fugaces. Trataba de ignorar de hecho de tenerlo acechando frente de mí, no quería demostrar lo mucho que su mirada podía causarle a mi cuerpo, pero por mas que me obligaba a mantener la calma, él sabía cómo perturbarme.

A pesar de eso no lo culpaba del todo ya que mi sentir era muy confuso. Por un lado, me sentía alegre de que él estuviera aquí. Un sentimiento de familiaridad salía a flote en mí cuando estábamos compartiendo espacio, pero de igual forma me molestaba su presencia.

No sabía que nombre darle a mi malestar.

Aquel misterioso muchacho había llegado a mi vida para revolucionar los límites de mi cordura. Se encargaba de desordenar todo dentro de mí y eso chocaba con mi carácter, no soportaba que alguien más pudiera manejar como me sentía.

Personalidades fingidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora