『Capítulo 30』

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¿Quién asesinó a Amy?

Llevaba semanas sin hablar con Azrael y me estaba haciendo a la idea de que todo era mejor así y no lo buscaría como él había pedido. Mientras caminaba a clases la presión de todos a mi alrededor me provocaba ansiedad. Quería correr, esconderme y no salir hasta que me sintiera mejor. En un mundo tan pequeño como la universidad, yo me veía envuelta en la mayoría de los problemas que se presentaban.

Era entendible, una recién llegada de primer año estaba robándose la paz que aquel pequeño lugar tenía, pero me obligaba a creer que yo no era la culpable y que ellos estaban equivocados.

Traté de ignorar a todos y caminar en dirección al edificio, pero alguien me lo impidió. Ozana pasó a mi lado golpeando mi hombro con su cuerpo, ocasionando que el café que tenía en mis manos cayera, derramándose por todo mi pecho.

El calor sobre mi piel picaba y ardía. Al caer el café caliente sobre mi piel, se me complicaba un poco respirar. El desesperó se empezó a apoderar de mí debido al dolor que sentía. Intenté alejar la fina tela de la camiseta blanca que ahora se encontraba manchada, para disminuir el dolor. Cuando este fue mermando empecé a prestarle más atención a ciertas cosas.

Algunos estudiantes habían puesto su atención en nosotras, mientras Ozana me observaba de cerca con una sonrisa fingida.

—Deberías tener más cuidado —susurré detallando mi figura.

Mi sangre empezó a hervir, parecía que el caliente café había logrado penetrar mi alma.

—Lo hiciste a propósito —bramé

—No tienes prueba de ello ¿O si?

Las palabras salían de sus labios con un desdén de ira, la sentía molesta, sabía que había hecho todo con intención. Di cortos pasos hasta quedar a centímetros de ella, luego susurré suave y cortante.

—No necesito pruebas, tu rostro de estúpida lo confirma —no sabía de dónde había sacado las agallas para plantarme firme, pero agradecía haberlo hecho.

Me sentía molesta y furiosa, aquella rubia había planeado dejarme en ridículo, pero no se lo permitiría. Ella estaba llena de ira, y yo igual.

—Mira quien lo dice. La zorra que se acuesta con todos al primer día de conocerlos —atacó Ozana mientras se acercaba cada vez más.

Sus profundos ojos azules irradiaban enojo, estaba colérica, pero yo estaba peor.

Esto sería una guerra de fieras.

Por lo menos a mi no me dejaron después de follarme. A diferencia de ti, yo fui quien dejó a tu hermano —eso bastó para que la suave mano de Ozana, impactara en mi mejilla provocando que esta arda.

Esta vez no me dejaría, ahora ya no había pizca de mi amiga en ella.

Me lancé sobre su cuerpo dejando una de mis manos en su delicado cabello rubio, mientras la otra impactaba a puño cerrado sobre su rostro. Luego de eso empecé a sentir cómo las masas estudiantes que se habían formado antes, se acercaban a nosotros.

El espacio se redujo considerablemente. Mi cabeza dolía, era señal de que Ozana estaba tirando de mi cabello. En un momento dado caímos al suelo, mi cuerpo chocó de costado provocando que el poco oxígeno que contenía en mis pulmones se escapara. Traté de reponerme lo más rápido posible. Como pude subí mi cuerpo sobre Ozana, para luego golpear su rostro con mis manos. Era lo único en lo que pensaba.

Golpea y libera presión, Gia. Golpea.

La furia se había apoderado de mí, solo quería terminar con todo, acabarla y acabar con mis molestias, pero no pude. Unos brazos se enredaron en mi cintura jalandome lejos del cuerpo de Ozana. No quería dejarla ahí, quería seguir, quería más.

Personalidades fingidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora