『Capítulo 15』

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¿Qué pasa cuando empiezas a querer a tu monstruo interior?

¿Rabia?

¿Tristeza?

¿Desilusión?

No podía comprender por qué Azrael era tan inestable. Algunos días decía que no podría librarme de él y otros simplemente me alejaba por la fuerza. Inhalaba para relajarme un poco y comprenderlo. Recordaba haberlo conocido en Argón, pero eso era todo.

Cuando él dejó el pequeño pueblo, diez años atrás, traté de vaciar mi mente para dejarla en blanco, no quería recordar, me torturaba todos los días... hasta que lo logré. No me acordaba de nada, ni una pequeña partícula de momentos, al menos no antes.

Aquella tarde, después de que me dejara sola en su casa, salí corriendo de ahí. Me molestaba haber sido tan frágil ante sus ojos. Ahora me arrepentía de no haberlo presionado más. Amy llevaba desaparecida una semana, la misma que tenía sin salir de mi habitación.

Las investigaciones en la universidad se incrementaron y algunos padres optaron por retirar a sus hijos. Era cotidiano ver policías merodeando los alrededores de la institución ya que no era la primera vez que alguien desaparecía. Los maestros evitaban hablar del tema y algunos alumnos decidían ignorar lo que pasaba.

Por otro lado, los padres de Rose, habían desistido de su búsqueda debido a que las autoridades notificaron que posiblemente se habría perdido en el bosque. Fuentes cercanas a ellos decían que habían abandonado el pequeño pueblo.

Me sentía incapaz de mirar a los padres de Amy a la cara, en realidad no tenía la seguridad para mirar a nadie al rostro. Me sentía inerte, sin ganas de entablar relación con el mundo, muerta aun viviendo. Sabía que Azrael tenía todo que ver con lo que estaba sucediendo, pero eso no era impedimento para mí. Estaba empezando a creer que el sentimiento que tenía hacia él de niña, era más que simple gratitud.

En el edificio de clases, al parecer ya todos se habían olvidado de los rumores sobre mi amorío con el hijo de la directora, menos una persona, Ozana. Ella me ignoraba de formas olímpicas pero ahora ya no dejaría que eso me afectara.

Cuando por fin me animé a salir de mi guarida, Jean avisó para que nos viéramos en la biblioteca de la universidad, así que cuando se acercaba la hora me encaminé hacia dicho sitio. Al entrar en el lugar mi mente se nubló, pues tenía una imagen detallada de una espalda masculina. Esta estaba perfectamente marcada sobre aquella camiseta negra sencilla y para hacer el momento más adictivo, sus fuertes y gruesos brazos tenían algunas venas saltadas.

Poco después de que terminara de cruzar la puerta, me percaté de que el dueño de aquella figura se encontraba hablando con Clara, una estudiante de último año. Nunca había entablado conversación con ella pero sabía por Jean, que ellos habían tenido una relación en tiempos pasados. No me sorprendía de él, ella es una chica muy atractiva. Lo que si llamaba mi atención era que estuviera charlando agustamente con Azrael, eso si me sorprendía.

Él no entablaba relación con nadie en este lugar. ¿Por qué si hacerlo con ella? no sabía de donde se conocían, pero quizá Clara era el enfoque principal de la rivalidad entre Azrael y Jean, porque aunque ellos trataran de disimularlo, se notaba como se tensaba el ambiente cuando estos se encontraban.

Me quede observando su conversación sin articular ningún movimiento, no quería que se percataron de mi presencia, no aun.

Entonces pasó.

Azrael Santorski se despidió de su compañía y se acercó a la puerta de salida, justo donde me encontraba. No se inmutó al verme, al contrario, permaneció estático con sus facciones serias. Mi mirada cayó sobre esos ojos oscuros profundos y ahí me quedé, paralizada, como si el tiempo no pasara.

Personalidades fingidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora