Una sola piel
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Si miras mucho tiempo dentro del abismo, el abismo también mira dentro de ti...
—friedrich Nietzsche
Mis manos se entrelazaban perfectamente con la suya mientras subíamos directamente a su habitación. No podía dejar de repasar su espalda, me atrevía a decir que era más marcada que la de él capitán de fútbol. Azrael, no era muy adicto al ejercicio, pero su cuerpo parecía lo contrario.
Cada paso que daba me acercaba más a su habitación ocasionando que mi respiración se tornara pesada, al tiempo que los nervios empezaban a aparecer provocando que mis manos sudaran. Él pudo sentirlo, debido a que apretó más su agarre para que mi mano no se rodará. Segundos después nos detuvimos frente a la puerta de su habitación y los recuerdos invadieron mi mente.
Imaginé a Amy, en su sótano antes de ser asesinada, mi corazón se estrujó al igual que mi entrecejo detrás de sí. La puerta estaba abierta, fui llevada hasta un costado de su cama, pero antes de llegar ahí me liberé de su agarre.
—No puedo hacer esto —aclaré un poco confundida.
—Pero lo quieres, tanto o más que yo —atacó con un tono de voz calmado, como alguien que sabe, tiene el poder. Y tenía razón, pero mi conciencia se sentía sucia.
—De verdad deseo con toda mi alma que no hayas sido tú el causante de todo —supliqué.
—¿Dónde dejamos el beneficio de la duda? —reprochó.
—Azrael —regañé.
—Gia, tienes que dejar de ver asesinos donde no hay y ángeles que no existen.
—Habla claro maldita sea, deja de una vez tus estúpidos acertijos —rebatí algo ofuscada.
Una sonrisa tranquila se escapó de sus labios, este se inclinó un poco para acercar su rostro al mío y luego susurrar.
—Deberías buscar en el paraíso, a ver si encuentras un poco de mi infierno.
Azrael, Amy, Ozana, Jessica y Jean... todos pasaron por mi mente, todos y cada uno, con sus virtudes y defectos.
Amy: Muy dulce pero extremadamente ingenua.
Ozana: Alegre y divertida pero caprichosa y prepotente.
Jean: Atento y dulce, pero cobarde y callado.
Jessica: Empatica y cariñosa, pero se tomaba las cosas muy a pecho.
Y finalmente, él.
Azrael: Hermoso y diferente, pero misterioso y perturbador.
Sentía que conocía a cada uno de ellos. Pero ¿Me conocía yo? Acaso tenía alguna pista de lo que significaba Gia Becops.
Esa pregunta no tenía respuesta, no en este instante.
El cuerpo de Azrael, se puso rígido dándome esa postura intimidante característica de sí, sus músculos estaban perfectamente definidos y debido a que la luz de la habitación no había sido encendida, no podía admirar nada más allá que esa escultural sombra.
Tenía ganas de lanzarme a besarlo y no dejarlo escapar de mi lado nunca más, porque aunque los recuerdos de Amy, torturaran mi mente, no podía juzgarlo.
Quizá había acabado con el último suspiro de aquella chica (aunque empezaba a dudar de aquello) pero conmigo era totalmente diferente, estaba casi convencida de que a mí nunca me lastimaría. Y no, quizá no tenía ni idea de quién era Gia Becops en ese instante, o si alguna vez existió aquella persona, tal vez, siempre fue una Serna disfrazada de cordero, intentando ser alguien que no podía, y ya me había cansado de fingir.
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Personalidades fingidas.
Mystery / Thriller¿Qué pasa cuando dejas salir tus demonios internos y te gusta la destrucción que causan? Pues... Mamá siempre decía "ten cuidado Giahna, hay cosas que no nos gustaría saber" siempre pensé que era un truco para mantenerme alejada de cosas que no tuv...