Confesiones inesperadas
Salí hecha una furia de la oscura casa de Azrael, para, en cuestión de segundos encontrarme parada frente a la casa en la que antes había tenido una cena no tan agradable. Toqué repetidamente el timbre de ésta y seguido, escuche cómo sacaban los seguros de la puerta. Espere y cuando finalmente esta fue abierta, me reveló a Ozana, vestía con una corta bata de dormir semitransparente.
Su rostro se tornó sorpresivo cuando me vio, al igual que el mío. Luego, sus facciones se fueron relajando.
—Gia, ya te he dicho que no quiero hablar contigo —habló casi rogando.
—Lo siento, pero hoy no vengo por ti —dije tajante mientras empujaba la puerta para abrirme paso al interior de la casa.
La escuché quejarse, pero solo la ignoré. Al llegar al pie de las escaleras pude apreciar a un sudoroso Jean bajando por ellas. Solo vestía con unos jogger mal ajustados.
Mis ojos viajaron de Jean a Ozana y viceversa. El rostro del rubio se tornó pálido al verme. Pensamientos impuros empezaron a llenar mi cabeza, pero hice todo lo posible para alejarlos. Respire hondo tratando de sacar valor, para luego hablar.
—¿Qué sabes de Amy? —Pregunté directa.
Estaba cansada de darle vuelta a las cosas y de que siempre me trataran como la tonta que no merece la verdad. Hoy era diferente, hoy quería salir de aquí sabiendo hasta el más pequeño secreto de Bristhon.
Su rostro se transformó. Aquella incertidumbre que posaba en este, se había vuelto desconcierto.
—¿De qué hablas? —Interrumpió Ozana—. Él no sabe nada de tu amiga rara.
—Azrael me lo ha dicho todo, no puedes seguir ocultándolo —mentí ignorado a Ozana. Sabía que si le decía que Azrael había confesado, él también lo haría. Se encontraría perdido, y no iba a tener más opciones que contarlo.
El rubio se quedó mudo, sus ojos quedaron fijos en los míos empezando así una especie de debate. Él quería que me doblegara, tal vez que me fuera, pero no, resistiría. Plantee mis ojos más firmes en él, y justo cuando estaba dándome por vencida, su mirada fue apartada de mí.
Aquel peso que tenía, era tan fuerte que no podía seguir ocultando lo que pasaba. De sus labios salió un suspiro amargo, al tiempo que se sentaba en la escalera. Luego, sus manos empezaron a revolver su cabello de forma alocada.
—Jean —susurró Ozana sorprendida—. ¿Tienes algo que ver con eso? —Preguntó intrigada.
Los ojos del muchacho repasaron a mi ex amiga y al ver su estado una lágrima vaga bajo por su mejilla, él trató de limpiarla rápidamente para evitar que alguien lo viera.
Su silencio lo dejó todo claro. Jean lo sabía.
—Ella me odiaba —empezó a decir, haciendo que mis ojos vuelvan a estar fijos en él—. Una noche yo...
Su voz se cortó provocando que este se hundiera en un mar de lágrimas. Me destrozaba el corazón verlo así. Un chico tan fuerte y alegre, ahora estaba quebrado en cuestión de segundos.
—Hey —susurré, quería correr hacia él para abrazarlo. Pero Ozana se adelantó tomándolo por sus hombros y logrando que se levantara del lugar donde se encontraba.
—Vamos, ve arriba —le pidió, pero él no obedeció—. Te estas pasando Gia, no tienes derecho a interrogarlo, y tú —habló apuntando a su hermano—. No tienes derecho a decírselo.
—Si que lo tiene —retumbó una grave voz a mi espalda. Giré lentamente para ver a un Azrael cargado de ira parado bajo el umbral de la puerta. Por escasos segundos sentí que había llegado justo en el momento en que necesitaba apoyo—. Deja que hable, Ozana, o lo haré yo.
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Personalidades fingidas.
Misterio / Suspenso¿Qué pasa cuando dejas salir tus demonios internos y te gusta la destrucción que causan? Pues... Mamá siempre decía "ten cuidado Giahna, hay cosas que no nos gustaría saber" siempre pensé que era un truco para mantenerme alejada de cosas que no tuv...