『Capítulo 14』

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El despertar

Sentía que caía de una gran altura, mi cuerpo experimentaba el pánico de sentir el suelo chocar contra mi espalda y desgarrar todo mi ser, rompiendo y moliendo mis huesos. Se me hacía imposible respirar debido a la fuerza con la que estaba cayendo. Me dolían los pulmones y cada que aspiraba sentía como se me rasgaba parte de ellos.

No sabía dónde caería puesto que iba de espalda y aquella posición dificultaba mi visión, pero podía sentir mi piel quemar cada vez más. Veía brazas subir a mis lados mientras mi espalda ardía.

El pánico se empezó a apoderar de mi cuerpo.

Quería girarme y observar que me esperaba al llegar al suelo, pero no podía, una fuerza sobrenatural me lo impedía. Hiperventilaba del desespero al imaginar que al llegar al final, me esperaba un lago de fuego ardiente que quemaría mi piel por completo.

De pronto, como si con solo pensarlo lo produjera, mi piel empezó a arder, la intensidad con la que el calor chocaba en mi espalda era tan fuerte que no lo podía resistir. Gritos desgarradores empezaron a salir de mis labios, pero extrañamente su sonido no llegaba a mis oídos. Intentaba mover mi cuerpo para aspirar un poco de oxígeno, pero no lo lograba. Los segundos pasaban y todo se volvía más tortuoso.

¡Estaba llegando al final del vació!

Desperté de golpe, mi cuerpo se levantó por inercia en la cama mientras mi respiración agitada inundaba el lugar. Estaba empapada de lo que parecía ser mi propio sudor. Rápidamente cerré los ojos suspirando un poco, agradecía que solo hubiese sido una pesadilla. Luego de algunos segundos todo ese intento de paz desapareció cuando observe mejor mi alrededor.

Esta no era mi pequeña habitación ubicada cerca de la universidad, aquella era diferente. Estaba oscura y solo ingresaba luz escasa por una ventana que ahí se encontraba. Un escritorio lleno de libros algo desordenado se hallaba a un costado de mi cuerpo. Creía que había despertado de mí pesadilla, pero en realidad seguía en ella.

Me encontraba en la habitación de Azrael y ya había amanecido, pensé en Amy y en seguía aquí, debía estarlo. Impulsivamente salí del cuarto para luego correr en dirección a las escaleras, pero antes de llegar, mis piernas perdieron equilibrio y me hicieron caer. El aire que contenía en mi pecho se escapó y un ardor se implantó en su lugar, pero mi espíritu era más fuerte que eso así que me levanté y corrí.

Gracias a eso bajé rápidamente, necesitaba saber que estaba pasando. Las peores imágenes cruzaban por mi cabeza pero me detuve de golpe cuando al llegar a la sala de estar lo encontré, estaba relajado bebiendo de algún whisky caro, como en un día cualquiera. Al sentir que alguien estaba detrás de sí, giró su cabeza suavemente para luego posar sus ojos en mí.

Se lo veía tan relajado que asustaba. Por un segundo me sentí paralizada, pero luego, sacando fuerzas de mi más profundo ser, dirigí mi cuerpo en dirección hacía el mismo lugar donde horas antes había dejado a Amy. No me detuve hasta estar frente a la puerta del sótano, una vez ahí no dudé y empecé a abrirla. Esperaba verla, decirle que me perdonara y que nos iríamos de allí. Pero otra fue mi sorpresa.

Al filtrarme en el lugar me di cuenta que este se encontraba vacío y donde antes habían estado aquellas cadenas colgando no había nada, ni cadenas, ni Amy. Salí de la habitación para encararlo, si le había hecho algo juraría que me las pagaría.

Cuando retorné a la sala me llevé una sorpresa al observar que se había movido de su posición, ahora se encontraba frente a la gran puerta de cristal que quedaba ahí, pero por más que me intimidara, no me impediría cumplir mi cometido. Caminé hasta quedar plantada detrás de él.

Personalidades fingidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora