Ocho

3.3K 573 28
                                    

Pasó una semana con tranquilidad, en realidad, cinco días en los que nada pasó más que sus citas nocturnas consigo mismo y con Wonwoo, dormir en el sillón, lamentarse de su añoranza, cocinar poco, trabajar de más y sentir que su departamento no tenía luz. Incluso recostado sobre el suelo de la sala era más interesante que hacer una bitácora de sus propios días. El calor estaba comenzando a llegar junto con las tres de la tarde, un cielo sin nubes ni sombra y un pequeño abanico que daba vueltas sin parar. Mingyu se sintió nuevamente en el desierto.

Cerró los ojos queriendo pensar en nada, en cosas triviales, en tonterías. Cuando estaba con Minghao los fines de semana consistían en salir y dar vueltas por la ciudad, desfilar con sus mejores ropas y comprar nuevas para el siguiente día. Ellos amaban buscar en tiendas nuevos accesorios para decorar sus atuendos. Salían con el sol y regresaban cuando la luna ya estaba en lo alto, siempre agotados pero nunca lo suficiente como para solo recostarse. Ellos veían películas hasta el amanecer, o leían u buen libro con el silencio de la noche. ¿Dónde habían quedado sus libros? Con Minghao.

Todo se lo había quedado Minghao. Todo lo suyo. O no, en realidad todo lo que una vez fue de Mingyu siempre fue de Minghao. Dios, él pensó que vivirían así hasta envejecer.

Se fue de casa sumamente joven, apenas cumplió los diecisiete él ya tenía un pie fuera para irse con Minghao, sus padres no se opusieron a ello, lo aceptaron porque no sería muy lejos, y todo estaba arreglado, en ese tiempo pensaban que Mingyu se iría a vivir con un amigo y que sería un buen entrenamiento para que él se independizaran, pensaron que serían solo unos meses hasta que se aburrieran y ambos regresaran a sus casas, pero no, fueron siete largos años juntos.

Y todo iba bien, hasta que comenzó a joderse todo. Hasta que él comenzó a joderlo todo.

Llamaron a su puerta. Se levantó sin muchos ánimos y arrastró los pies pensando en quien lo visitaría a tal bochornosa hora, quizás Seungkwan. Tal vez alguno de sus compañeros de trabajo para darle más del que tuvo el día anterior. Tal vez sus padres. ¿Por qué ellos no lo habían visitado? Quizás porque les gritó que no se metieran en su vida cuando intentaron hablar sobre Minghao. Entonces eso descartaba también a su hermana menor, ella aun no lo perdonaba porque le encantaba Minghao... Le encantaba quitarle dinero a él y a Minghao. Llegó hasta la entrada y se asomó por la mirilla.

Abrió la puerta.

—¡Ah! ¡Pensé que me había perdido por completo!

Mingyu la observó de pies a cabeza, cada detalle de su rostro recordándolo a la perfección. ¿Por qué abrió la puerta? Él debió fingir que no estaba y encerrarse en su habitación, pero no, ahí estaba frente a la chica que mantenía una sonrisa ¿Qué tan honesta podría ser? Mingyu ni siquiera pudo elevar la comisura de sus labios, se mantuvo casi estoico, una mirada blanca sobre ojos claros.

—¿Qué haces aquí?— Preguntó sin dejarla pasar.

—Vine a visitarte... Seungkwan no es el único que te extraña.

Miró al suelo y asintió. Supuso que en realidad lo extrañaba como para haberlo buscado. 

Bad&Sick [Meanie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora