caminos separados

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Después de 2 días de la muerte de la anciana, nuestra maestra, nos costó trabajo reponernos, incluso a mi y a Ale, pero no había tiempo que perder, así que después de desayunar muy temprano todos tomamos nuestras cosas y salimos de las cavernas. Nos despedimos de los nativos y salimos juntos en dirección a la costa, al lugar de donde Alex, Ángel y yo salimos.
El viaje fue mucho más sencillo de lo esperado, con nuestras habilidades físicas, incluso sin activar nuestros poderes, podíamos derrotar monstruos complicados y todo se lo debíamos a Malala. En el camino llegamos nuevamente a Ábalon, el oasis al que llegamos poco después de la gran explosión; no parecía diferente y tampoco parecía que alguien hubiera estado allí.
- bienvenidas a nuestro territorio - dije con un poco de sarcasmo presentando el lugar a las chicas.
- ¿suyo? - preguntó Xaori con un tono de voz algo tosco.
- si, nuestro, nosotros llegamos aquí hace mucho y lo llamamos Ábalon.
- es un lugar hermoso - dijo Nikole observando a su alrededor.
- y lo es aún más de noche. - respondí.
Caminaba en dirección al lago cuando en el suelo encontré un prendedor para cabello de chica en forma de mariposa de color dorado.
- ¿y esto? - pregunté en voz alta. Alex corrió rápido a mi posición y me quitó el prendedor de las manos.
- parece ser de una chica - dijo el.
- ¿no me digas? - pregunté sarcásticamente.
Era obvio que el prendedor era de una chica. La conversación fue un tanto incómoda, los que creí mis amigos no se rieron ni un poco, incluso Alex parecía molesto y frío, ya nada era como antes; incluso el ambiente se puso tenso, como si una batalla se fuera a llevar a cabo. Alex me miró fijamente a los ojos y yo le respondí de la misma forma, todo indicaba que ibamos a pelear, para el poder que teníamos, todo terminaría de forma terrible para ambos.
- ya basta ambos - dijo Ángel muy serio.- ¿acaso Malala los entrenó para pelear? ¿acaso ya no son amigos?
Esas palabras me dejaron frío, estaba a nada de pelear con el que era mi mejor amigo, no entendía como llegamos a eso, pero no había nada que hacer, al parecer todos me guardan cierto rencor por el entrenamiento preferencial que me dio Malala, además de que mi fiel pegaso, Heimdal, me acompañaba a todas partes fielmente.
- tienes razón Ángel, no tiene caso luchar, sigamos adelante. - dije
Tomé el prendedor y lo guardé entre mis cosas.
Seguimos nuestro camino y desde luego yo me mantenía al margen de ellos, incluso a veces cuando estaba cerca sentía claramente que les incomodaba. Nuevamente estaba solo, únicamente mi fiel amigo Heimdal me hacía compañía.
Llegamos al cabo de algunos días a la ciudad de la cual salimos. En 3 años la gente había avanzado tanto desde la explosión, por todas partes pequeñas casas y algunos edificios por la ciudad. Todo Lucía normal, pero todo cambió cuando vi que hasta carretera habían construido, pero no era una vía normal, la forma era absolutamente irregular, con subidas y bajadas extremadamente empinadas, y lo peor fue que habían vehículos que recorrían esos caminos, - ¿como rayos suben eso?- pensé.
Además también, mientras nos adentrabamos al fondo de la ciudad, logré ver edificaciones extrañas, lo más raro que había, al menos para mi, fue una edificación como de madera en un lugar poco confiable en forma de triángulo, pero invertido. La edificación tambaleaba de un lado a otro pero no se caía, el rechinar de la madera y la gente corriendo por los balcones de esa edificación me aceleraba el corazón pensando que en cualquier momento se iba a caer dicha estructura.
Me quedé observando por un buen rato a esa estructura y no me quería quedar con la duda así que fui a ver que sucedía con esa construcción.
Antes de acercarme por completo a esa construcción los demás me detuvieron.
- ¿que haces? - preguntó Alex.
- quiero ir a ver esa construcción.
- no tenemos tiempo para eso, vamonos. - dijo muy serio.
- no, de hecho de aquí en adelante seguiremos solo nosotros. - dijo Ángel.
-¿que? - preguntó Nikole.
- tal y como lo oyen, de aquí en adelante seguirás solo, primero deberás adentrarte a un valle ubicado al norte, lejos de aquí, después deberás regresar aquí y adentrarte al mar, después cada cosa que debas hacer te lo dirá el libro que sacaste de las ruinas.
Todos me miraron nuevamente con rostros de desagrado, yo ya me sentía cansado de soportar su compañía que solo me hacía sentir mucho más solo. Saber que se irían no me causó felicidad pero si consideré que podría tener paz sin ellos.
Al cabo de unos minutos partieron y me dejaron solo. No quise perder el tiempo y me acerqué decidido a la edificación. Tenía al menos 10 pisos para arriba, la base era un cuarto pequeño al parecer de madera vieja, pero yo aún no entendía como no se caía esa cosa. Del pequeño cuarto que estaba como base salió una señora algo uraña con la cabeza llena de tubos para endular el cabello.
- ¿buscas un cuarto donde vivir?- preguntó la mujer que vestía un vestido rosado viejo, además de usar solo sandalias.
No tuve tiempo para pensar y la curiosidad de ver como funcionaba la casa me mataba.
- si, bueno... Quiero algo pequeño en un lugar alto. - respondí.
- mmm creo que tengo algo así, sigueme.
Dejé a Heimdal en la base y subí por unas escaleras pegadas al pequeño cuarto por donde salió la mujer y así llegamos al primer balcón, arriba habían tres cuartos, pero eso no era todo, seguíamos subiendo varios pisos más, cada que subíamos a cada balcón se tenía que abrir una trampilla y luego volver a cerrarla.
Cada piso subido elevaba más el movimiento horizontal que hacía la edificación porque el número de cuartos aumentaba, a veces sentía que la casa se caía y se me salía el corazón, pensé en que la anciana me enseñó de todo, menos como soportar las alturas y el vértigo.
Estabamos ya por el séptimo piso y yo ya me quería bajar. En cada piso habían prendas colgadas en tendederos tradicionales, y también habían personas caminando y niños jugando como si se tratase del lugar más seguro del mundo. Lo único que separaba esas personas de una caída segura era una baranda como de un metro y medio. Los balcones no eran muy anchos pero si lo suficiente como que dos personas pasen por ahí.
Llegamos al noveno piso y sentía que ya no tenía el alma conmigo, la altura me permitió ver la playa desde esa posición, tenía muy buena vista ese lugar y sería un buen lugar para quedarme de no ser que se movía demasiado, el aire me daba directo en la cara y por ratos sentía que me empujaba al abismo.
- es aquí- dijo la mujer.
- ya ... Me di cuenta - dije tratando de sujetarme de donde podía.
Por mi costado pasaban niños corriendo y jugando, por algunos lados estaban personas recostadas sobre la baranda observando el paisaje tranquilamente como si el movimiento del lugar y el rechinar de la madera nos les afectara en nada.
La mujer me hizo pasar a un cuarto lleno de polvo. Dentro había una cama y una pequeña comoda que se movían de acuerdo al movimiento de la edificación.
- esto es lo que tengo, si decides tomarlo, se puede clavar la cama y la comoda al suelo. Lo tomas o no.
- es un lugar acogedor - respondí con los ojos bien abiertos de miedo y sujetandome fuerte de la puerta. - déjeme consultarlo con la persona que me dará el dinero y yo le aviso.
- ok, pero date prisa, este lugar suele llenarse muy rápido.
Me quedé en silencio y pensé-¡como demonios la gente opta por vivir en este lugar! ¡acaso no aprecian sus vidas!
La mujer salió y comenzó a bajar las escaleras, yo me disponía a hacer lo mismo cuando un aire fuerte empujo el edificio a un lado haciendo que todo lo que estaba sobre los balcones se deslizaran en esa dirección, todo mundo estaba tranquilo sujetados de la baranda y yo al no estar sujetado de nada me dejé llevar por la gravedad. Me deslice con rapidez sin freno alguno; sentí que mi estómago se salía de su lugar, mi corazón se detenía y que perdía la consciencia.
El recorrido era largo y ya cuando estaba a punto de llegar al extremo pude observar que había una tabla sólida que cubría la salida.- Al fin un respiro - pensé.
Choqué de golpe con la tabla hasta que mis pies atravesaron la madera donde me quedé atorado.
- por poco y no la cuentas niño - dijo la mujer mientras me ayudaba a pararme.
Yo seguía asustado por lo ocurrido, quizás eso no me mataría, pero si causaría mucho dolor.
Apenas me puse de pie y la mujer empezó nuevamente con su propuesta.
- te lo dejo con descuento - propuso la mujer.
- lo siento pero no creo que pueda vivir aquí.
- ¿y que tal a mitad de precio?
- no gracias señora.
Apenas dije eso bajé rápidamente esperando que la casa no se incline de una manera brusca nuevamente.
Al llegar abajo vi que el lugar estaba intacto, que a pesar del movimiento no se caía. - ¡¿de que esta hecho esta cosa?! - pensé.
Tome a Heimdal conmigo y salí de ese lugar tan extraño.
Toda la ciudad parecía bastante desarrollada aunque tenía sectores bastante descuidados.

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