Caminamos por 5 días sin descanso y sin dormir, en especial yo, ya que tenía que cuidar de nosotros durante las noches. Tenía el rostro lleno de ojeras y ya caminaba debilitado, al no confiar en nada ni siquiera podía dormir por desconfiar de todo lo que me rodeaba, a veces enfrentabamos monstruos, pero nada complicado.
En todo el camino, de hecho desde que encontré a Heimdal, jamás lo había visto volar, incluso ahora no volaba y tampoco quería que lo hiciera, si alguien lo viera no sabía que podía suceder y para evitar todo eso prefería que no volara
Era muy temprano y a nuestro frente teníamos una enorme montaña la cual incomodaba el camino, pero rodearlo significaría un camino más largo, así que decidimos subirlo. Esta montaña era más grande de lo normal y en el camino encontramos muchos más monstruos de los que esperabamos, dragones pequeños, serpientes de gran tamaño, espíritus de hielo y fuego entre otros, a veces eran tantos que teníamos que evitar ciertas rutas para evitar pelear.
Al llegar a la cima de la montaña ya había pasado al menos 5 o 6 horas. Desde ese lugar se podía ver una ciudad pequeña cerca de un lago pequeño también el cual estaba cerca de una pradera con flores luminicentes al parecer, aunque no estaba seguro, a esa distancia me era difícil ver claramente y más aún en mi estado. Allí no debaja de Sentir como algo en el corazón me daba señales de peligro, como por instinto y Heimdal estaba igual; al inicio pensaba que era por todos los mostruos que encontramos en el camino, pero la cima estaba libre de ellos y la sensación no se iba. Al no ver nada solo continuamos y ya de bajada fue más sencillo.
Llegamos a la parte de abajo más rápido de lo que subimos ya que bajamos rápidamente con ayuda de la gravedad, ya era de noche, aunque aún se podía ver el sol al borde de ocultarse. Para llegar a la ciudad al menos necesitabamos caminar una hora cuando mucho, no nos quedó de otra y caminamos sin descanso.
Llegamos a la ciudad y la gente vestía bastante normal también, como era un lugar con temperatura un poco baja, la gente usaba casacas, abrigos, ponchos o capas para abrigarse.
No presté mucha atención a mi alrededor, pero noté que la gente me observaba raramente, quizás por la cara de cansancio que traía y por mi caballo blanco puro.
Necesitaba energía y algún lugar donde descansar, aunque dormir no, por obvios motivos. Caminé hasta el lago más cercano y Heimdal se alejó de mi lado en dirección al lago a beber un poco de agua.
Yo me senté sobre el cesped con las flores luminosas por todas partes iluminando el lugar ya que no había luna esa noche. Tomé mi flauta de pan y me disponía a tocar una música hasta que escuché un ruido detrás de unos arbustos que dividían el lugar. Era una voz delicada y suave, como siempre muy desconfiado me acerqué a los arbustos a observar que había detrás. Moví el arbusto y detrás estaba una hermosa mujer delgada de al menos 18 o 19 años con cabello largo castaño ligeramente endulado y sujetado formando dos colas sobre sus hombros que le llegaba hasta un poco más abajo de sus codos, su rostro era pequeño con la barbilla pequeña también. Sus ojos eran marrones y redondos con las pestañas largas, aunque tenía la mirada tímida pero tierna que a la luz de las flores brillaba de forma tan bella que hizo que despertara y olvidara el cansancio en unos segundos. Su nariz era pequeña y respingada, además tenía una boca pequeña con labios carnosos, su cuerpo no era tan llamativo como el de las gemelas, aún así estaba bien formado y cuidado que se delineaba su figura femenina a través del vestido. era alta, no tanto como yo, pero si más que Anny. Usaba un vestido blanco largo con flores que llegaba hasta sus tobillos, dicho vestido tenía tiras sobre sus hombros que evitaban que caiga.
Ella estaba sentada sobre una roca mirando en dirección al lago, observaba fijamente sin parpadear con sus ojos brillantes. Cerca de ella estaba un perro siberiano bastante normal, aún luego de la explosión.
Ese can de al menos 3 años sintió mi presencia y comenzó a gruñir observandome fijamente.
- ¿que sucede Hermes? - pregunto aquella dama con una voz dulce y delicada.
El perro ladró dos veces pero sin moverse del costado de su ama.
Al poco rato una voz femenina más madura llamó desde lo lejos.
- ¡Valeria! Ya es hora de dormir.
-Valeria, un hermoso nombre para una hermosa mujer.- pensé.
La bella señorita se puso de pie y con ayuda de su perro se fue sin más.
Me quedé pensando un rato más en aquella dama tan bella, su rostro, su voz, todo me llamó la atención y también el hecho de si ella no corría peligro estando sola a esas horas de la noche, hasta que Heimdal se me acercó y pego su cara contra mi hombro pidiendo que le preste atención.
Igual que todas las noches me quedé despierto tocando mi flauta de pan toda la noche sin poder dormir e inspirado pensando en Valeria, la hermosa dama que me robó 100 suspiros en unos pocos segundos.
A la mañana siguiente, cansando a más no poder por no dormir seguí mi rutina de hacer lo que normalmente hago y evitar hacer contacto con la gente.
El día pasó muy lento y yo me quedé ahí en el mismo lugar esperando a la hermosa señorita cerca del lago.
Las horas pasaban y ya un poco tarde ella apareció nuevamente, se sentó en la roca del día anterior y observó fijamente el paisaje nuevamente. El simple hecho de verla me quitaba el sueño y el cansancio en un instante. Esta vez usaba un vestido amarillo puro, pero del mismo modelo que el anterior.
Todos los días era la misma rutina, ella llegaba a la misma hora y se sentaba en esa roca por al menos una hora y siempre vistiendo un vestido diferente cada día.
Ya había pasado una semana y yo no quería irme, quería seguir observandola, asegurandome de que nada le sucediera, al menos no en ese lugar donde yo la observaba sin que ella lo notara.
Solo me limitaba a observarla y ningún día me atreví a hablarle, incluso esos días forzaba a Heimdal a calmarse ya que el muy terco quería ir hasta ella cada que ella aparecía.
Ese día, ya luego de 6 días me quedé esperando nuevamente a Valeria en el mismo lugar como siempre, pero ella no llegaba. Me comenzaba a preocupar pensando miles de cosas que quizás le pudieron haber sucedido mientras no la veía. No lo pude tolerar y salí a buscarla; fue en dirección a donde siempre se dirigía cuando se iba, pero solo vi casas con las luces encendidas. Me asomé cuidadosamente en cada una buscandola, pero no la encontraba.
Mi preocupación iba en aumento con cada minuto que pasaba, regresé al lago pensando que quizás estaba allí, pero al llegar solo vi a su perrito, sentado al lado de la roca. Esta vez no pude evitarlo y me acerqué a la roca buscando a Valeria; cuando llegué el perrito me comenzó a gruñir pero luego se calmó, entonces una voz suave y femenina me habló desde detrás mío.
- ¿quien eres?¿y por que me sigues? - preguntó aquella dama un poco sería.
Al tenerla más cerca no pude ni decir mi nombre, era verdaderamente hermosa y yo estaba un poco descuidado de mi apariencia por el viaje.
- si no me dices quien eres le diré a mi perro que te muerda. - dijo con voz temblorosa quizás pensando que le quería hacer daño.
- So... Soy Alejandro.
- ¿por que me espías todas las noches? - preguntó un poco sería.
- yo... Yo...
- si quieres hacerme algo, déjame decirte que se defenderme y mi perro muerde muy fuerte. - dijo intentando ponerse en guardia.
Su pequeño perro había dejado de gruñirme, quizás sintió que no tenía malas intenciones con su ama.
- es un hermoso perrito - dije mientras estaba agachado cariñando a su mascota.
- e.. es un perro muy salvaje y me cuida bien, así que si querías hacerme daño será mejor que te vayas y rápido. - dijo aún temblorosa pero aún con la mirada perdida.
- no sé si me creas, pero lo que menos quiero es hacerte algún daño.- dije poniendome de pie
- ¿lo dices en serio? - dijo algo más calmada.
No era consciente de mis movimientos y sin darme cuenta sujete sus manos y la miré fijamente.
- en serio.
Cuando me di cuenta de que tenía sus manos me puse tan nervioso que apenas y podía seguir viendola.
- no sé si creerte.
Al parecer ya había tenido malas experiencias y dudaba de lo que decía.
- entonces no creas lo que digo, cree en lo que hago.
Del lago creé un dragón de agua que hice recorrer sus manos suavemente, también del suelo hice crecer una enorme flor luminosa solo para ella. No sabía como demostrarle lo que decía, así que pensé que eso estaría bien para comenzar.
-¿Ahora me crees? - le pregunté mirandola fijamente.
- quizás no lo notaste antes, pero ... Pero yo no puedo ver.

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Un Mundo nuevo
CasualeDespués de perderlo todo en un mundo lleno de resentimiento, rencor, odio y muchas otras cosas negativas que habían casi acabado con la tierra misma; Alejandro, nuestro protagonista, tuvo un extraño sueño donde se le encarga la difícil tarea de salv...