Me quedé helado y sin poder decir una sola palabra, hasta que me repuse nuevamente.
- lo siento, en verdad lo siento, no sabía que no podías ver, yo solo quería... Yo solo... - decía yo nervioso y sin saber exactamente a que quería concluir
- jejeje, no importa ya, acabo de comprobar que es verdad todo lo que me dijiste. Por cierto soy Valeria.
Sonrió tiernamente provocando que mi corazón latiera más rápido.
- juro que no te haré daño y voy a protegerte mientras este cerca tuyo.
- ¿por lo pronto me podrías ayudar a llegar a la roca de siempre?
- si si, claro.
Tomé su mano derecha y la guíe con mucho cuidado hasta la roca.
Ella sentada sobre la roca y yo sobre el cesped conversando y riendo no notamos que ya se había hecho muy tarde y la voz de siempre llamó nuevamente por ella.
Ella se disponía a irse cuando llegó Heimdal de entre los arbustos relinchando y se acercó a ella.
Nunca había visto que Heimdal se acerque por decisión propia a una persona, lo que significaba que Valeria le cayó de maravilla o es que ella tenía algo especial.
-¿es tu caballo? - preguntó acariciando a Heimdal.
- en realidad en un pegaso. - respondí.
- que bonito, es muy dócil y noble.
- de hecho es la primera vez que lo veo así, siempre es bastante salvaje con todo mundo, pero contigo...
- como una criatura tan noble puede ser salvaje, ya no digas mentiras sobre tu amigo.
Jamás Heimdal había aceptado las caricias que no fueran de mi, definitivamente Valeria tenía algo especial.
- bueno, ya me tengo que ir, hasta mañana.
- ni hablar, yo te acompaño
- pero, si mi mamá te ve pensará mal.
- te cuidaré desde lejos
- bueno, si es así está bien.
Desde lo lejos vi como se alejaba e ingresaba a la tercera casa de la calle.
Nuevamente no pude dormir y a la mañana siguiente muy temprano me bañé en el lago, luego me afeité bien y luego fui a una barbería a cortarme el pelo. No me había acercado a la ciudad en ningún momento desde que llegué, así que consideré esa una buena oportunidad.
Al salir de la barbería, a lo lejos vi como Valeria, con una canasta en manos caminaba por los puestos de verduras y frutas que estaban en la calle buscando algunos alimentos.
No quise alarmarla y solo la seguí, -por suerte dejé a Heimdal en el lago cuidando las cosas - pensé.
Ella caminaba muy tranquila con su perro al lado de ella que la seguía fielmente a todas partes.
Se detuvo en varios puestos a comprar algunas cosas y varias veces pude ver como los vendedores muchas veces no le querían devolver el resto del dinero que usaba para comprar, incluso a veces la echaban sin consideración alguna, muchas personas la menospreciaban y hablaban de ella a sus espaldas. Ella
Se detuvo en un puesto de regular tamaño y compró algunos tomates y zanahorias, además de algo de carne de pollo volador.
Yo solo observaba de lejos viendo como hacía sus cosas aún con la limitación que tenía.
- aquí tienes tu cambio señorita. - dijo el dueño del puesto.
- gra...
Antes que ella terminara de hablar el hombre la sujetó del brazo muy fuerte y la acercó a el.
- ¿ya decidiste aceptar casarte conmigo niña? - le pregunto el hombre de forma salvaje.
Estaba a punto de correr a golpear al desgraciado, cuando vi que ella sola se liberó.
- ya le dije que nunca -dijo Valeria mientras se liberaba.
Varias personas vieron la escena y el hombre se vio obligado a soltarla.
Poco después ella partió por un callejón algo desolado.
Mientras ella seguía su camino el viejo del puesto de verduras llamó a 3 jovenes con el y juntos la siguieron.
No podía permitir que nada le suceda y fui detrás de ellos.
Al llegar vi una horrible escena en un pequeño patio oscurecido por las casas y con cajas y costales viejos al rededor, donde el viejo la abrazaba e intentaba besar por la fuerza aunque ella se resistía.
- te vas a casar conmigo, por las buenas o por las malas. - dijo el hombre del puesto de forma repugnante.
- no, ya le dije, nunca lo haré. - respondió Valeria mientras se resistía a recibir los besos del hombre.
Su pequeño perro corrió al anciano y le mordió el brazo. El hombre molesto arrojó al perro con fuerza contra el suelo y los otros 3 muchachos no tan viejos comenzaron a patear al pequeño canino.
En ese lapso de tiempo Valeria quizo correr y escapar, pero el viejo era más astuto y golpeó una de sus piernas con tanta fuerza que ella ya no pudo ponerse de pie.
- ahora serás mía y luego tendrás que casarte conmigo- dijo el viejo
El comenzaba a desabrochar su cinturón y yo ya no podía contenerme más, Valeria lloraba desconsoladamente y su pequeño perro siendo apaleado por protegerla. Salí de mi escondite, me acerqué al hombre tan rápido que nadie notó que yo estaba ahí, me puse en frente suyo y con un golpe de pulgada preciso mande a volar al hombre destruyendo parte de la pared en la que chocó.
- nunca te atrevas a tocar a Valeria, ¡estupido aciano! - dije mientras el hombre caía al suelo luego del choque contra la pared.
Los jovenes que golpeaban a Hermes se quedaron estupefactos al ver como el anciano quedó luego del golpe.
Yo estaba tan molesto que no me importó si el hombre moría, solo quería golpear a esa gente tan podrida.
Yo tenía la mirada sombría y no hacía gesto alguno, como es común en mi cuando me enojo.
Uno de los muchachos con tono irritante se acercó diciendo.
- ¿acaso sabes quienes somos?
- escoria. - respondí.
- maldito insecto, como te atreves a enfrentar a los protectores de la ciudad.
- ¿protectores? ¿es así como protegen a la gente?si se disculpan ahora con Valeria les dejaré irse y olvidaré lo que pasó.
Comenzaron a reirse a carcajadas hasta que uno de ellos con un movimiento rápido intentó golpearme el rostro con su puño derecho.
Sus golpes eran demasiado básicos, fácil de esquivar para alguien como yo.
El muchacho seguía atacando con golpes cada vez más rápidos y por detrás de mi otro de ellos estaba preparando una trampa con aire.
- ¿que tal he? este es mi poder, tengo la capacidad de aumentar la velocidad de cada golpe conforme avanza el tiempo.
Ciertamente se volvería una molestia si dejaba pasar más tiempo permitiendo que me ataque. Esquive rápidamente uno de sus golpes y con una patada lateral lo mandé a volar muy alto.
Mientras eso sucedía fingí caer en la trampa de el otro muchacho. El sonrío pensando que lo había conseguido, pero yo fui más rápido y esquive esa trampa que eran unas navajas de aire invisibles al ojo humano, pero letales para personas normales. El último hombre en pie se quedó totalmente inmóvil y yo tomé eso como que se rendía.
Me acerqué a Valeria y observé que lloraba con la mirada más inocente que jamás había visto en nadie.
En cuanto a Hermes, el canino se desvaneció entre unas esferas de luz que salieron de su cuerpo. No presté mucha atención a eso y cargué a Valeria entre mis brazos, en ese momento pude ver su pierna totalmente lastimada; mi enojo llegaba a un punto de no retorno, entonces el último de los muchachos en pie se lanzó a mi con una navaja en mano pensando que estaba desprotegido.
La irá era tal que no podía suprimir más mi poder.
- ¡¡Ahhhhhhhh!! - Grité expulsando una honda de choque creado con el aire que me rodeaba. Rápidamente el muchacho salió disparado a la pared, quedando atorado en este sin poder moverse hasta que yo me detenga.
Estaba a punto de quemar todo el lugar creando fuego de todo mi entorno, hasta que con voz muy baja Valeria me decía algo.
- Gracias, Alejandro - ya sin llorar pero con los ojos aún húmedos.
Su voz era tan dulce que me tranquilizó instantáneamente. Todos los malhechores que estaban en el lugar quedaron arrinconados a las paredes. El último de ellos asustado y con voz temblorosa dijo lo siguiente.
- ¡¿qui... quien eres?!
- desde que intentaron hacer daño a Valeria me declaro su peor pesadilla - dije con voz seria y mirando al muchacho con desprecio.
Al escuchar eso no pudo decir nada más y se desmayó.
- Lo siento, en verdad lo siento, si hubiera llegado un poco ant... - decía hasta que Valeria dijo algo rápido.
- gracias, me salvaste de esos hombres, te debo una. - dijo ella tratando de sonreír pero aún temblando por el miedo.
- no permitiré nunca que nadie te toque, jamás. - agregué.
- confio en eso. - dijo enrollando su brazo derecho sobre mi cuello para facilitar mi tarea. - en donde vives, dejame llevarte en brazos.
- en el restaurant que está cerca al lago.
Sin preguntas más la llevé en brazos, al salir del callejón algunas personas estaban observando el interior quizás por la honda de choque que produje en un momento de ira.
- si buscan a unos maleantes que dicen ser protectores, están allá adentro inconscientes. - dije en voz alta.
Todo mundo me miraba y miraban a Valeria, observaban también los golpes que tenía y como ella me abrazaba.
Era claro que los villanos fueron los que estaban dentro del callejón. Aunque me daba igual lo pensaran, sólo me importaba una opinión y esa era la de Valeria.
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Un Mundo nuevo
AcakDespués de perderlo todo en un mundo lleno de resentimiento, rencor, odio y muchas otras cosas negativas que habían casi acabado con la tierra misma; Alejandro, nuestro protagonista, tuvo un extraño sueño donde se le encarga la difícil tarea de salv...