el dios de la ira

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Del cielo comenzaron a llover bolas de fuego del tamaño de bolas de tenis provenientes de uno de los extremos de la montaña.
Heimdal salió volando del patio trasero de la casa y cubrió con sus alas a Valeria.
Las personas se desesperaban y corrían a una montaña que según ellos les sirvió de refugio la última vez. La mamá de Valeria no estaba en su casa, estaba fuera y para mala suerte nuestra ella fue una de las personas que corrió entre toda la multitud a las montañas.
Yo permanecía de pie, observando al enorme objeto móvil; las pequeñas bolas de fuego no podían tocarme y mucho menos lastimarme.
Valeria estaba a salvo bajo las alas de mi pegaso, pero Heimdal recibía la peor parte.
La montaña comenzó a desplazarse provocando sonidos extremos. La tierra comenzó a partirse y levantarse por todos lados, tenía las características de un terremoto, pero todo era provocado por algo mucho peor.
La gigantesca roca comenzó a girar horizontalmente y grande fue mi sorpresa al ver que se trataba de Leviatán.
El monstruo que se había encargado de destruir el mundo con ayuda de otros dos similares, estaba ahí frente a mis ojos.
Corrí hasta Heimdal y valeria, tomé a Valeria y la subí sobre Heimdal.
- llevala a las montañas. - ordené a mi pegaso.
El rápidamente obedeció y voló esquivando un montón de bolas de fuego, pero una de esas bolas le dio en una de sus alas haciendo que Heimdal cayera estrepitosamente al suelo.
Todas las personas ya estaban muy lejos de nosotros y no podíamos quedarnos ahí, la gran bestia podía atacar en cualquier momento.
No me equivoqué, la bestia formó una gran bola de energía en su hocico el cual era de color de amarillo puro y brillante.
Corrí hasta Valeria para protegerla con lo que podía, pero nosotros no eramos el objetivo del gigantesco mostruo.
Leviatán apuntó directamente a la gente que corría buscando la protección de las montañas. Disparó la bola de energía contra la gente. La esfera al mínimo contacto con el suelo explotó brutalmente desintegrando todo a su alrededor.
Al ver el enorme poder cree una protección para nosotros, como una especie de capullo de la madera más resistente que conocía, además de varias capas de tierra sobre el capullo para más protección.
Aún dentro de el sentíamos claramente como la tierra temblaba y se escuchaban los gritos de desesperación de algunas personas que no fueron aniquilados con la bola de energía, pero que si quedaron muy mal heridos.
- ¡mi madre! - gritó Valeria derramando varias lágrimas.
Solo me limité a abrazarla y cuando sentí que la explosión había acabado abrí el capullo para poder salir.
Decenas de personas estaban tirados sin vida, y la gran mayoría desapareció durante la brutal explosión.
Valeria subió sobre el lomo de Heimdal con mucha velocidad.
- llevame con mi madre, por favor. - imploraba ella a Heimdal.
El pegaso era muy inteligente y al parecer había encontrado a la madre de Valeria aún con vida. No podía usar sus alas, pero si podía correr y eso hizo, tan rápido como pudo llevó a Valeria con su madre.
Yo me quedé en mi mismo lugar observando nuevamente como era incapaz de proteger a la gente. Tanta gente muerta, tantos inocentes.
Luego giré a ver a Valeria sosteniendo a su madre y llorando sin consuelo.
Sin darnos cuenta Leviatán estaba preparando otro ataque similar al anterior y esta vez su objetivo eran todos los sobrevivientes.
Valeria estaba con esas personas sin notar que corría peligro.
- si lanza ese ataque Valeria... - pensé - ella puede morir.
-Ella no no puede desaparecer, mi familia, mis amigos, y ahora mi pegaso y Valeria,no pueden - pensaba.
De pronto sentí una gran furia contra la bestia que no tenía planes de dejar una sola persona con vida.
Toda vista se me nubló y comencé a perder el sentido, la irá era tal que sentí que estaba desmayado, pero seguía de pie haciendo movimientos inconscientemente.
En mi mente solo quería acabar con ese monstruo y en mi subconsciente me vi a mi mismo en una enorme esfera blanca donde dormía desnudo, de pronto todo el lugar se comenzó a cubrir de negro, envolviendome en el.
Lo poco que pude notar en el mundo exterior era que se estaba nublando todo el clima, todo gris y sombrío, además el viento comenzaba a acelerar y a hacerce más fuerte formando un gran tornado que estaba a algunos kilometros sobre Leviatán aún tomando forma. Las nubes al rededor formaban un remolino y todos los escombros que estaban sobre el suelo comenzaron a elevarse y a formar parte del gigantesco tornado que era cada vez más grande. La tormenta ya era el doble de Leviatán y yo seguía haciendo todo eso inconciente.
Leviatán parecía haber terminado de formar la bola de energía cuando sin previo aviso hice que la enorme tormenta cayera sobre el monstruo como una gigantesca lanza giratoria formada con escombros y aire moviéndose a velocidades extremas.
La gran criatura lanzó un grito de dolor tan fuerte que retumbó en las montañas y casi destruye nuestros tímpanos.
La bola de energía se desvaneció evitando así que muera más gente.
El grueso cuero de Leviatán estaba siendo rasgado y atravesado provocando una herida mortal en su espalda.
Yo permanecía en mi lugar agitando la tormenta a mi voluntad; la espalda de Leviatán estaba casi sin su grueso cuero en toda su espalda, podía ver claramente como el tornado penetraba cada vez más y más profundo. La criatura no tenía salvación, su muerte estaba cerca, pero sobre su espalda apareció una especie de barrera invisible que contuvo el tornado permitiendo que Leviatán escape.
La gran criatura giró y se fue con la espalda destrozada; yo continuaba atacandolo con mi poder, pero cada ataque era bloqueado por una barrera invisible creada al parecer por el mismo Leviatán.
La irá y la oscuridad estaban consumiendome, y comenzaba a destruir todo el lugar inconscientemente.
La gran bestia ya estaba muy lejos y yo hubiera seguido como un loco de no ser porque una voz me despertó del transe.
   - ¡NO! ¡no me dejes mamá! - gritaba Valeria.
Su voz llegó hasta lo más profundo de mi haciendo que escape de la oscuridad en la que estaba cayendo.
Había olvidado que tenía alguien a quien proteger y más ahora que estaba a punto de quedarse sola, igual que yo.

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