Viajamos por al menos 3 días sin descanso hasta que llegamos a un pequeño pueblo en medio de un lugar árido y sin vegetación. No habían plantas y la gente no lucía muy saludable por donde lo vieramos.
Entré al lugar y solo vi pequeñas casas de barro que estaban destrozandose poco a poco por todos lados. Era un lugar bastante descuidado, no había agua por ningún lado, aún cuando el lugar estaba ya casi por salir del desierto. Seguimos caminando de frente y encontramos una pequeña plaza con zonas donde se supone que habían fuentes de agua. Al frente de todo el lugar estaba una enorme mansión blanca que al parecer estaba vacía.
Me detuve en medio de la plaza observando el lugar con Heimdal a mi lado, desde que salí de las ruinas no lo había montado y desde que lo tenía nunca había volado con él, así que el tenía más energía que yo.
No noté cuando los pobladores, en su mayoría ancianos comenzaron a rodearnos y comentar cosas entre ellos; al parecer hablaban mi lenguaje, pero nadie se atrevía a dirigirme la palabra directamente.
Poco después un anciano bastante acabado y con muchas arrugas en el rostro se me acercó y tomó mi mano.
Yo sólo me quede en silencio observando cuando de pronto el anciano empezó a llorar sin consuelo, su rostro expresaba frustración y desesperación.
- ¿que sucede? ¿por que llora? - pregunté tratando de consolar al anciano.
- usted... usted nos salvará, estoy seguro.
- ¿pero salvarlos de que? -pregunté nuevamente.
- de el, de la persona que nos tiene atrapados aquí muriendo de hambre y sed.
Me puse serio apenas escuché eso, no podía creer que alguien sea tan cruel como para tener a la gente en esas condiciones.
- cuénteme todo - dije serio.
- aquí no señor, venga a mi casa, allí le daré comida y le hablaré de todo.
- bueno. - acepté
No confiaba mucho en el hombre, de hecho no confiaba en nada o nadie, pero era lo suficientemente fuerte como para cuidarme solo.
El hombre me llevó a una casa de regular tamaño donde me dio una comida que estaba casi sin agua.
Estar en ese lugar me estaba provocando mucha sed y sentía que me deshidrataba. Pero el hombre en lo que tenía me brindó esos alimentos, así que los recibí. Con desconfianza comí la comida mientras el hombre me hablaba de lo que sucedía.
- luego de la explosión este lugar se había vuelto un lugar hermoso, con mucha vegetación y animales y bestias nuevas. Pero no todos estos animales eran buenos, algunos atacaban a los humanos. Parecía que no teníamos protección, ya que nuestros intentos de acabar con esas criaturas fueron insuficientes; pero un día un hombre joven y alto llegó quien sabe de donde acabando con varias de las criaturas que nos acechaban. Todos en el pueblo estabamos muy agradecidos, así que todos en el pueblo idolatramos a esta persona, incluso le dimos esa mansión frente a la plaza. El hombre parecía bueno, hasta que un día una enorme bestia atacó el lugar nuevamente, no teníamos dinero para ofrecerle, pero el tenía otros planes para nosotros, en resumen le pertenecemos; no podemos morir, pero tampoco es como si estuvieramos vivos.
- ¿que poderes tenía ese joven? - pregunté.
- podía sacar fuego de las manos, en todas sus peleas solo vimos ese poder.
- ¿y ahora donde está?
- en su mansión, casi nunca sale de ese lugar.
Para ese punto ya había terminado de comer y aunque no quería realmente hacerme cargo de ese trabajo me dispuse a investigar que es lo que sucedía. Tan pronto como me puse de pie sentí como una esfera de fuego de tamaño mediano se aproximaba detrás de mi por los aires y se dirigía a mi posición a velocidad normal.
En tanto tiempo entrenando con Malala era muy difícil que alguien pueda tomarme con la guardia baja y un ataque como ese sería sencillo de detener sin usar mis poderes.
Levante la mano izquierda y con la palma de mi mano detuve la bola de fuego causando la impresión del anciano. Después lo arrojé sin esfuerzos hasta un lugar donde no había nadie.
- es usted muy fuerte joven - dijo el anciano.
- ¿esto?, no es nada, por cierto, soy Alejandro.
- mucho gusto yo soy Peter, solía ser el jefe del pueblo hasta antes de la llegada de León, así es como se presentó aquel muchacho.
- ¿León he?
- si... - respondió el anciano.
Antes de que terminara de hablar bien, alguien entró a la casa sin permiso.
- ¿me buscaban?- Dijo aquel muchacho de quien hablabamos.
Llegó cubierto de una capa negra grande que lo cubría por completo, además de unos zapatos negros bien lustrados.
- si, tengo algunas preguntas que hacerte - respondí mientras trataba de calmar a Heimdal que desde que el joven irrumpió en la casa estaba bastante intranquilo.
Según las leyendas antiguas los pegasos eran capaces de sentir la maldad en la gente y al parecer, la persona en frente no era una visita agradable.
- ¿como entró joven? - preguntó el anciano a León.
- ¿que como entré?, pero si la puerta estaba abierta. - dijo riendose como un demente.
El anciano corrió rápidamente a la puerta y gritó de irá.
- ¡fundiste mi puerta! - gritó el anciano mientras corría con un palo con intenciones de golpear a León.
El joven no era débil, esquivó rápidamente el golpe que el anciano quería darle, ahí vi su verdadero rostro; era un joven blanco como la nieve con el cabello negro y crecido, era bastante apuesto. Luego de esquivar el golpe, con una patada lateral lanzó al anciano a la pared provocando que el anciano escupa sangre por la boca y causando un sonido particular de dos objetos chocando.
El anciano quedó inconsciente sentado en el suelo, pero eso no detuvo a León, al parecer le molestó que el anciano lo desafiara.
Con un rostro de enojo fue hasta el anciano y empuñando la mano derecha estuvo a centímetros de acabar con el anciano de no ser por que yo detuve su brazo antes de acertar el golpe; para mi era sencillo ya que el joven no tenía mucha fuerza.
- será mejor que te calmes - exclamé mientras sostenía y apretaba su muñeca con un poco de fuerza.
- ¿eh? Pero si solo quería darle un saludo. - respondió de modo irritante.
- si llegas a tocar nuevamente a este anciano, tendré que acabar contigo. - le dije seriamente.
El joven se acomodó la ropa y quitó mi mano de su muñeca. Parecía que se estaba calmando hasta que apunto ambas manos hacía mi e intentó quemarme con su poder de crear fuego.
El muchacho desconocía mis poderes por lo tanto no tenía idea de que su poder de fuego no me haría ni cosquillas, pero a mi ropa si, así que sin moverme cree una fina capa de aire que me cubría por completo y evité así que mi ropa se viera afectada.
- al parecer quieres jugar un poco - le dije sacudiendome la ropa.
- no eres un tipo corriente, quien eres. - preguntó.
- soy un simple viajero en busca de algo de paz y tu estás en mi camino.
- tranquilo, solo te estaba probando- agregó.
León se alejó lo suficiente de mi y luego observó fijamente a Heimdal.
- es un hermoso corsel, ¿de donde lo sacaste? - preguntó.
- creo que eso no te importa, ¿o si?. Y ya dejemos la charla para luego, tengo algunas preguntas que hacerte.
- estás algo impaciente, ¿y era yo quien debía calmarme? En fin, te diré lo que necesitas saber, pero no aquí, sigueme.
El joven abandonó la casa de la misma forma que entró y yo estaba detrás de el. Ordené a Heimdal quedarse con el anciano y cuidar de el y nuestras cosas, a lo que el obedeció.
Caminé detrás de León por algunos minutos en dirección a su mansión.
Dentro del lugar me invitó a tomar asiento y una taza de cafe caliente. El se sentó adelante de mi en un sillón negro y bebió del mismo café que me sirvió.
Yo me limitaba a mirar, no bebí el café, no confiaba en ese joven tan arrogante.
- si me miras fijamente no puedo tomar a gusto mi café. - dijo sin verme y con su taza de café en la mano.
- ¿que le hiciste al pueblo?- pregunté.
- solo lo hice apropiado para poder vivir.
- la gente no tiene comida y mucho menos agua. ¿acaso no ves que sufren?
- ¿eh? Que sea propio para que yo pueda vivir no significa que lo será para ellos.
- ¿entonces no te importa lo que les pueda pasar?
- en lo absoluto - respondió.
- y que te propones al dejar a la gente en estas condiciones.
- ¿que no habíamos quedado en que no me importaba?
- entonces para que los salvaste al inicio.
- yo solo quería divertirme y las personas de este lugar fueron lo suficientemente tontos como para recibirme.
- ¿cuando te irás?
- ¿irme?, pero si apenas he comenzado a actuar.
Sacó su mano izquierda escondida entre su capa, estaba cubierta por un guante blanco que luego se quitó. Su mano estaba algo enrojecida al inicio, y cerró los ojos y habló algunas palabras que no logré entender. Su mano comenzaba a hacerme mucho más rojo, y al mismo tiempo todo el ambiente aumentaba de temperatura.
- ¡que haces! - Grité.
León no respondió y continuó con lo que hacía. Yo, al sentir ese imenso calor salí a ver si en las calles estaba igual. No me equivoqué, todo el pueblo estaba a una temperatura exageradamente elevada, la gente se desmayaba y pedían agua con las pocas fuerzas que tenían.
- ¡ya detente! - Grité mientras me acercaba a el corriendo.
Lo tomé de la capa y le reproché lo que estaba sucediendo.
- ¡¿que fue lo que hiciste?! - pregunté exaltado.
- ¿que no era eso lo que querías? ¿que dejaran de sufrir? - respondió.
- ¡¿y los piensas matar a todos por eso?!
- es más sencillo que matarlos uno por uno.
No resistí y le di un golpe fuerte con la mano derecha hasta hacerle escupir sangre.
- no puedes hacer nada para determe, el conjuro ya está hecho, solo faltan unos pocos minutos para que todo este lugar esté tan caliente como el infierno.
Lo que dijo me dejó pensando y no tuve más opción que usar mis poderes.
- pagarás por tu crueldad. - le dije en tono serio.
Levanté mi mano izquierda e hice que la tierra formara puntas las cuales atravesaron el corazón y demás organos vitales de León.
El parecía muerto, pero el lugar seguía calentandose.
Entonces León abrió los ojos y comenzó a reir como loco.
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Un Mundo nuevo
RandomDespués de perderlo todo en un mundo lleno de resentimiento, rencor, odio y muchas otras cosas negativas que habían casi acabado con la tierra misma; Alejandro, nuestro protagonista, tuvo un extraño sueño donde se le encarga la difícil tarea de salv...