Capitulo 22

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Me desperté y ya era de día. Las velas se habían apagado. El tiempo todavía estaba gris, y seguía amenazando con llover.

No les voy a mentir: día más hermoso, no vi en mi vida. Hacía frío, estaba todo oscuro, los colores eran apagados, llovía, no había luz, era precioso, aburrido, pero precioso al fin.

Estuve toda la tarde leyendo distintos libros, principalmente, me encantó uno que lo compré, y nunca lo leí, "Si tu signo no es cáncer". Me pasé toda la tarde leyendo, me pareció una novela interesante, donde se demuestra que el amor y la felicidad nunca desaparecen a pesar de cualquier situación difícil. Si bien, las situaciones que sufría el personaje en cuestión, no son las mismas que sufro yo, me sentí identificada en algunos aspectos, solo, que a ella le salió bien lo que a mi, me esta saliendo mal. Cuando lo terminé de leer, ya eran poco más de las 6 de la tarde. Eso significaba, que ya estaba oscureciendo, y ya no me quedaban velas.

Me sentía indecisa, ¿saldría a la calle, estando oscuro y lloviendo?, ¿O me quedaría en casa, a oscuras, pero protegida? ¿A qué le tengo más miedo, a la inseguridad o la oscuridad?... y sí, aunque parezca una chiquilinada, prefería salir del edificio en busca de velas, para no estar a oscuras en mi casa, mi peor miedo.

Estaba preocupada porque durante todo el día anterior, no había recibido el llamado de Cata, y yo, ya me había quedado sin carga en el celular, pensé en ir a recargarlo en la casa de mi madre, pero ella, estaba en la misma situación que yo.

Necesitaba saber como estaba mi pequeña y hermosa sobrina, y ver si al final, podría volver a Estados Unidos, cosa que no quería hacer. En realidad sí quería volver, pero no. Ahg, odiaba sentirme así.

Llegué al negocio y compré unas 6 velas. No sabía cuanto tiempo más seguiría sin luz. También compré una barra de chocolate, así cuando llegaba a mi casa, comería eso con un café: la delicia.

Mientras caminaba, sentía la lluvia caer en mi rostro, pero yo era la única que caminaba, y no corría, como les dije alguna vez, creo que no hay nada más lindo que la lluvia. Por las vidrieras me podía ver empapada y con el maquillaje corrido, pero no me importó.

Llegué a mi casa y fui directamente al baño a secarme el pelo, y acomodarme un poco el maquillaje. Lo malo de todo esto, es no tener secador de cabello, cuando mi pelo se mojaba se me hacían rulos, y eran un poco molestos, amaba mi pelo lacio.

Busqué un encendedor y comencé a colocar las velas en puntos específicos de la casa, para que esta quede bien iluminada. Una vez que terminé de encender todas las velas, encendí un cigarrillo. Odiaba el sabor amargo que me dejaba en la lengua, pero ya era costumbre, me estaba volviendo más adicta a ese sabor espantoso, tanto que estoy empezando a sentirlo un manjar, aún más que antes, y aunque me preocupaba ver mi propia situación, no le daba mucha importancia, era un placer llevar el cigarrillo a mi boca... Igualmente, les voy a dar un consejo: nunca lleven uno a su boca.

Luego de succionar por primera vez, cerré los ojos, que placentero, el olor del cigarrillo, el humo, la vista nublada por este. Tranquilidad pura. Tranquilidad que se fue, cuando oí que alguien golpeó la puerta.

¿Mariana? no, no creo que vuelva. Busqué mis llaves, tanteaba con mis manos todos los lugares donde podría haberlas dejado. Estaba preocupada porque no tenía celular, y no podía marcar el 9 y el 1, por las dudas. Toqué la mesa donde pude encontrar mis llaves. Abrí sin saber quien estaría ahí, detrás de la puerta.

-¡Hola!- dijo con una sonrisa gigante en su rostro.

¡HOLA! encontré la forma de seguir escribiendo la novela sin descuidar mis estudios :) Capítulo corto, les dejo con las dudas de quién será. Un beso :*

¡Feliz cumpleaños!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora