Capitulo 23

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-¿Qué...qué haces aquí?- Dije incrédula, estaba tartamudeando, sentía mis piernas debilitarse, mi corazón palpitar el doble de rápido, mis mejillas teñirse de rojo, era felicidad, o eso creo.

-¿No te gustó la sorpresa, belleza?- Dijo Julian, aún parado en mi puerta, con dos globos azules en forma de corazón, mi color favorito, estos estaban posando sobre su cabeza. Miraba repetidas veces hacia ellos, y luego clavaba sus preciosos ojos verdes en los míos, y me hacia cada vez más pequeña. Revivió una a una las mariposas que desde la última vez que lo ví no dieron señales de vida. Su cabello estaba enmarañado, mojado, revuelto, y aún se lo revolvía más, tratando de secarse. De repente, todo empezó a sentirse más pesado, como si mi presión hubiera bajado, pero no pasó, mi visión era como la de una película, que pasaba todo en cámara lenta. La luz de la vela estaba ubicada perfectamente para observar cada detalle del perfecto hombre, lo observé desde abajo hacia arriba, llevaba botas que estaban mojadas, y gastadas, fiel a su estilo, perfecto chico rebelde y despreocupado del que dirán por su vestimenta, al igual que su pantalón, empapado, y ajustado a sus piernas. Su remera estaba pegada a su cuerpo por el agua, y su campera negra, de cuero, como un buen Rockstar. Su sonrisa de costado, haciendo que se marque uno de sus hoyuelos que nunca se lo había notado. Sus ojos verdes, miraban como esperando mi respuesta. Fue ahí cuando fui consciente de que me había perdido en él.

-¿Te gustó la sorpresa?- repitió él, extendiéndome su mano para que agarré los globos. Los tomé y agarró su valija.

-Oh... sí, disculpa. Son hermosos- sonreí- en serio, perdón, es que, no entiendo que haces aquí y estoy sorprendida por tu aparición.

-Si quieres te lo explico, pero, ¿en la puerta?

-Ah, sí, perdón, pasa, ¿estás bien?, ¿cómo llegaste acá?

-Estoy bien, aunque mis ojos necesitan luz, caminé como 5 cuadras en la oscuridad, además...- dijo y abrió los brazos, pidiéndome un abrazo.
Lo abracé fuerte, con fuerzas que nunca creí tener, lo extrañé más que a nadie en mi vida. Extrañaba sus fuertes brazos. Su voz grave, me hacía sentir segura al escucharla. Su perfume, era una droga para mi. Él, también me abrazó fuerte, y me levantó unos centímetros del suelo. Nos reímos. Mientras, pasaba y miraba el departamento- linda casa...- prosiguió, y se sentó en una silla del desayunador, dejando la valija a un costado del asiento, yo me coloqué del otro lado, para preparar café y escucharlo, y de paso, apagué el cigarrillo-Como te decía, Cata quería que vayas, así que planeamos que pasara lo mismo que con Catalina. Ryan conseguía boletos, vendría buscarte y te irías a New York, pero, él estaba ocupado, así que yo hice su trabajo. Como no atendiste el celular, Cata me pasó tu dirección. Tomé un taxi hasta un shopping de aquí cerca, me comuniqué nuevamente con Catalina y me dijo que tu casa se encontraba 5 cuadras más adelante de donde estaba. Así que como no valía la pena esperar otro taxi, y aprovechando de que estaba oscuro y nadie podría reconocerme, camine, y por suerte, nadie me reconoció, salió según lo planeado. Y he aquí. Ah, por cierto, el boleto dice que en media hora tenemos que estar volando hacia Nueva York-Lo miré con una cara de "¿Me estás hablando en serio?" entonces me respondió con una sonrisa.- Tranquila, el vuelo se suspendió por el mal tiempo. Saldremos mañana, tal vez.

Mientras él hablaba, yo ya había terminado de preparar el café, lo coloqué en la taza, y la extendí, ofreciendo. Él la tomó y me agradeció. Saqué el paquete de chocolate, y se lo entregué, yo ya no quería comerlo, me sentía nerviosa, me sentía enamorada, y eso, me quitaba el apetito .

El lo agradeció, pero no lo abrió, lo observó y lo dejó sobre el desayunador. Le pedí disculpas y me dirigí al baño, ya que estaba empapada, aún. Antes, pasé por mi habitación y tomé un jean negro, unas zapatillas grises y un buso gris que era de mi papá, así que se imaginarán que arrastraba las mangas mientras caminaba, pero no me importó, no tenía ganas de esforzar la vista buscando algo más "lindo". Ya en el baño me saqué la ropa, todavía húmeda, y me cambié, también me volví a maquillar. Cuando terminé sonreí al espejo, todo esto lo estaba haciendo por verme linda para él, que tontería, pero, me gustaba como me hacía sentir, nunca me sentí tan linda. Estar con él me hacía olvidar cada imperfección mía, me subía el autoestima, y de verdad, de verdad lo necesitaba.
Por cierto, hay algo que no les conté (y si no se los cuento,tal vez no entenderán porque necesitaba sentirme linda): cuando me enteré que Julian tenía novia, mientras iba camino hacia la casa Catalina, comencé a pensar que Jules no me había mandado mensajes ni llamado porque en realidad nunca le parecí atractiva, solo quería jugar conmigo. Ese pensamiento llevó a mi cerebro a recrear la mente de Alma con 15 años. La Alma que se encontraba solitaria una noche en su habitación, solo ella y el espejo. Mi reflejo mostraba todo lo que no quería ver en mi, eso me hundió en un profunda depresión causada por una sociedad que solo acepta cierto tipo de belleza, mi única solución era: ser bulimica. Y lo fui, por mucho más de un año. Nunca nadie se enteró. Ni siquiera Cata. Después comencé a preocuparme por mi perdida de cabello, los mareos que sentía cada vez que me levantaba de la cama, todas las mañanas sentía mi presión desvanecer, mi visión perder fuerzas...pero cuando salía de mi habitación, me encontraba con todos los chicos lindos y que siempre desee, atrás mío por mi gran figura de modelito, y eso me motivaba a seguir con esa enfermedad, para subir mi autoestima y por desgracia, y sin darme cuenta, también apoyé a los tontos estereotipos de belleza. Dejé de hacerlo porque llegó un momento en el que mis pensamientos cambiaron, y creí que no valía la pena matarme de esa forma. Pero ese día olvidé todo eso, Jules tenía novia, y todo era por mi cuerpo que no se parecía para nada al de Giselle, la actual de él. Lo bueno, es que supe reflexionar antes de hacerlo. Lo bueno, es que, ahora,  apareció Julian, y me hizo sentir bella, a pesar de mis kilitos de más. 

Salí del baño y él estaba sentado ahí, en el mismo lugar, como si no hubieran pasado los 6 minutos que estuve dentro del baño. Me escuchó y volteó, me miro sonrojado, desde las zapatillas, hasta el pañuelo que tenía en mi cabello, se limitó a sonreír.

-Alma, ¿dónde hay un hotel por aquí cerca?

-¿Hotel? Oh, no, para nada, tu dormirás acá, en mi cama, mientras yo, prepararé el sofá para mi.

-Acepto quedarme aquí, pero solo si duermo en el sofá.

-No, acabas de llegar, no es un viaje de 20 minutos, ¡estuviste viajando más de 10 horas! necesitas un descanso de verdad. Dormirás en mi cama.

-¡Dormiré en el sofá!

-¡Dormirás en mi cama!

-¿Y porqué no solucionamos esta pelea durmiendo los dos en tu cama?

-En mi cama dormirás tu. Yo en el sofá. Puedes entrar al baño, que es aquel- dije, mientras señalaba la habitación- o a mi habitación, a cambiarte. Ya te traeré una toalla.

Fui a la habitación buscando una toalla para él, cuando por fin encontré una entre toda mi ropa, apareció él en la puerta. Pegué un pequeño salto del susto y nos reímos. Le entregué la toalla y Jules paso, dejando su maleta sobre la cama, buscando ropa seca para cambiarse. Mientras él revolvía la valija, yo buscaba sábanas para taparme, una almohada cómoda y mi pijama, el que me había regalado Gabi y me quedaba dos o tres talles más grandes. Cuando me di vuelta para despedirme de él y dejarlo descansar, vi como se quitaba la remera, y me quede observándolo por un par de segundos, cuando de pronto volteó y me miro sonriendo, volví al mundo y le sonreí

-Buenas...buenas noches-le dije, noté que me temblaban las manos, y sentía un calor en mi cara, seguro parecía un tomate cachetón-que descanses. Cualquier cosa que necesites, aunque sea mínima, me la pides, ¿si?

-Lo haré. Gracias, Alma.- Me dijo mientras se acercó a mi a darme un beso en la mejilla, que casi rozó mis labios.

Salí de la habitación y apagué todas las velas, aún era temprano, pero ya no tenía nada para hacer, más que descansar, y, al día siguiente viajaría.

Volví al baño, esta vez para desmaquillarme, y colocarme el pijama, duró poco la belleza especial para Jules. Ordené el sofá para que tenga imagen de cama, pero su comodidad no es la misma, era todo lo contrario, para poder dormir tranquila, recordaba porque estaba ahí, y la sentía aún más cómoda que mi cama. Cerré los ojos y me quede dormida.

¡Feliz cumpleaños!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora