Cuando el reloj marcaba las diez de la mañana, la nave Nar despegó de la Capital con destino a la estación espacial. Junto a mí se encontraba Zeta, Adeline, el señor del hotel y una docena de personas más a las que nunca había visto pero habían permanecido en Pangea más de la cuenta para asistirme.
Nar era como cualquier otra nave espacial del Gobierno: transparente para poder observar el espacio, creado de diamante para soportar el viaje y con forma oval. Poseía propulsores alrededor de todo su perímetro y contaba con veinte asientos reclinables color blanco formando dos filas de diez, las mismas enfrentadas. Era dirigida por la estación por lo cual no necesitaba piloto y aseguraba un viaje sumamente rápido y sin complicaciones.
Sentí mi cuerpo vibrar en su totalidad en los doce minutos que la nave tardó en traspasar la atmósfera y llegar a la estación donde finalmente se detuvo en un recinto cerrado. Contuve el aliento un millar de veces, observando el espacio abierto que me rodeaba y que envolvía a la nave con un manto de oscuridad. Tan pacífico y peligroso a la vez que se robaba todas las miradas.
La estadía en el Centro espacial no difirió mucho de mi parada en la Capital, fui sometida a múltiples pruebas tanto físicas como psicológicas, pasando todas con éxito para sorpresa de los científicos astronautas pues ningún trabajador de ojos azules y grises podía imaginar que una mujer que no fuera de la nobleza contara de una excelente salud.
Muchas pruebas consistían en resolver problemas, mayormente matemáticos, después y mientras era sometida a estímulos tales como ruidos molestos, movimientos bruscos e imágenes de mis padres y Ayman. Debí realizar rompecabezas y sudokus, responder preguntas y dibujar según las consignas que me daba una enfermera. Finalmente, tuve que correr en una cinta mientras el oxígeno de la habitación y la gravedad cambiaban hasta que mis pulmones y músculos ardieron por el esfuerzo.
En los minutos libres entre exámenes puede disfrutar de la soledad y de la vista en primera plana del espacio echando un pequeño vistazo a la inmensidad que me engullía.
Más aún pude descubrir aspectos de la nobleza que iban a ayudarme en la adaptación tanto en B-shop como el resto de mi estadía en la estación espacial. Intenté anotarlos en mi cuaderno pero el mismo me había sido arrebatado y dudaba en recuperarlo, por ello los enumeré y repetí en mi mente una y otra vez para familiarizarme con lo que había aprendido.
1. Procurar no soltar comentarios indiscretos (sumamente difícil dada las condiciones)
2. Agradecer con un leve asentimiento (sólo cuando la situación lo ameritaba)
3. No agradecer en exceso
4. Caminar con los hombros rectos y la frente en alto
5. Colocar ambas manos en la mesa de manera relajada al comer
6. No hablar de política (al menos en público)
7. Saludar a los monarcas con una leve reverencia
Adeline desapareció de mi vista desde el momento en que arribamos y estaba segura que ambas nos sentíamos sumamente a gusto sin la presencia de la otra. Era una relación forzada que afortunadamente había llegado a su fin.
La comida fue estupenda y me recordó en cada bocado a casa. Al igual que en Pangea, los martes eran día de vegetales asados, y la comida llegaba a las habitaciones a través de un pequeño ducto. La carne, al igual que en el planeta, era sumamente cara por lo cual nunca formaba parte del menú, a menos que se pagara o fueras la invitada de los reyes en un costoso hotel.
Las habitaciones eran completamente diferentes a lo que había visto dado que todos los muebles estaban empotrados al suelo y a las paredes para evitar que se volcaran, eran de un material similar al aluminio que seguramente había sido conseguido en otro planeta; contaba con amplias ventanas permitiendo observar el espacio y con luces tenues que recorrían como molduras las paredes.
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Entropía
Science FictionEntropía: un nuevo comienzo Libro I Bilogía Génesis Maravillosa portada realizada por @Dream_is_to_Live ----- Cuando el mundo está al borde del colapso tienes dos opciones: escapas e intentas correr por tu vida, o te haces más fuerte y luchas. Aani...