Capítulo 24

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Los encuentros furtivos de noche en la habitación de Samuel se habían vuelto una realidad los días siguientes al mensaje, luego de cada entrenamiento nos reuníamos con Demetria para evaluar la situación de Pangea y buscar el camino correcto a seguir.

En las horas de la madrugada volvíamos a reunirnos para entrenar y, mientras Perseo me utilizaba como bolsa de boxeo, Demetria recorría los pasillos en busca de lugares remotos que nos pudieran ser de ayuda.

Hasta el momento no habíamos encontrado más que depósitos y caminos sin salida.

Efectivamente, una vez que mi padre reprodujo el video el mensaje desapareció del sistema sin dejar rastro alguno. Estaba segura que había escuchado mi consejo dado que las revueltas habían disminuido en una cantidad considerable, esperaba que no sólo lo hiciera por mí sino por todos los pangeanos que estaban sufriendo las nuevas medidas. Sin embargo, ciertos rebeldes, marcados o no, seguían creando disturbios en Dalai –un estado al norte de Pangea- pero sólo se trataba de un pequeño incendio o de agresión a los pocos nobles que habían quedado con la finalidad de defender a su clase.

Con el transcurso de los días, desde el momento en que había abandonado el planeta, los nobles que no habían abordado B-shop había emigrado hacia la capital, en busca de una mejor vida que sólo las fuerzas de seguridad y las barreras de la ciudad podían brindarles. En consecuencia, los estados estaban habitados en su mayoría por las clases más bajas.

ꟷ¿Algún nuevo disturbio? –la voz en susurros de Demetria inundó la habitación, mientras pasaba el dorso de su mano por uno de sus ojos, tallándolo.

Lucía cansada, como si toda la energía de su cuerpo hubiese sido drenada, y la entendía perfectamente. Llevaba días sin dormir más de seis horas y con una carga física excesiva pero necesaria, por lo cual unas leves marcas en forma de medialuna habían aparecido bajo mis ojos. Demetria pasaba las noches en la habitación de su hermano y averiguaba tanto como sus capacidades le permitían.

ꟷNo, Dalai también se encuentra tranquila esta noche –Samuel apoyó su espalda contra la puerta, mientras su hermana y yo ocupábamos su cama y escritorio.

Deberíamos encontrar un cuarto de reunión más extenso pero por el momento era imposible, las habitaciones grandes se encontraban en los pisos superiores y el riesgo de ser atrapados allí era más elevado. Nadie se preocupaba porque los empleados durmieran las ocho horas recomendadas, en cambio los guardias en los corredores de los pasajeros eran bastante exigentes.

Por fortuna, Perseo había creado un nuevo programa que identificaba la ubicación exacta de los guardias e instructores por lo que librarnos de sus garras se había convertido en algo sencillo. Podía introducirse en los microordenadores de cada pasajero lo cual resultaba interesante, aunque por el momento no habíamos encontrado nada importante.

ꟷUn nuevo mensaje de mi padre debe arribar en los próximos días –expliqué a los hermanos-. Nos enteraremos cuales son los movimientos de los marcados entonces.

Ambos asintieron con la cabeza y una vez que me hube recuperado del entrenamiento de lucha, proseguí a cumplir con mi función en nuestra alianza: enseñarles lenguajes de señas.

Habíamos llegado a la conclusión que era lo más seguro aprender un tipo de código para comunicarnos únicamente entre nosotros y evitar ser descubiertos por los pasillos murmurando secretos de estado. Sin embargo, crear un código que sólo tres personas conocieran y comprendieran no era una tarea sencilla razón por la cual aconsejé enseñarles el idioma secreto que compartía con mi padre. Llevábamos pocos días de práctica pero los príncipes lo estaban entendiendo rápidamente.

Sabía que papá no se enfadaría al enterarse siempre y cuando entendiera el importantísimo papel que los príncipes tenían en mi día a día; quizás había tenido la misma idea respecto de los marcados. Los rebeldes también necesitaban poder hablar entre ellos sin correr el riesgo de que alguien los escuchara y comprendiera.

Los entrenamientos con Francisco se habían convertido en tarea fácil comparado con lo que Perseo me hacía realizar cada noche, sin embargo debía mostrar cierta debilidad para no levantar sospechas puesto que había pasado de ser una alumna por debajo del promedio a casi igualar el ritmo de Samuel.

Era por la misma razón, para evitar las amenazas del príncipe Malvoro, que Demetria y yo únicamente nos veíamos en la habitación del hacker o cuando necesitábamos hablar sobre algo de lo que su hermano no debía enterarse. Para esos momentos, el nuevo programa que Samuel había cargado en nuestros microordenadores era esencial. No obstante, intentaba evitar esas conversaciones tanto como me era posible dado que Dem había adquirido una rara idea sobre su hermano y yo siendo pareja. No podía soportar esos pensamientos. Al menos, no cuando cosas realmente importantes estaban sucediendo en otro planeta al que llamaba hogar.

ꟷEncuéntrame en el comedor en media hora.

Asentí con una leve inclinación de cabeza ante las palabras de Perseo, acostumbrada a tanto misterio rodeándolo como una armadura.

Caminé a mi habitación en silencio, con el programa espía –como Dem lo había llamado en broma- activado para mi comodidad. Intentaba evitar tanto como podía a la seguridad de la nave dado que la gente significativa a nivel político de Pangea se encontraba cerca de ellos, y había una persona en particular con la que deseaba no volver a encontrarme: Malvoro Wang. El príncipe carecía de seguridad dado que había demostrado tener la fuerza y valía necesaria para defenderse solo, era por ello que Perseo había colocado una alarma silenciosa cuando me encontraba cerca de él –lo cual era realmente molesto por las noches, cuando debía compartir mesa con él y su familia-.

Tomé una rápida ducha que me obligué a no extender más de lo necesario y me vestí tan rápido como mi cuerpo me lo permitió, no quería llegar tarde a mi encuentro con Samuel dado que él era el encargado de las noticias en la alianza que habíamos creado. Luego de vestirme y secarme el cabello lo suficiente para no crear un camino de agua por mi espalda, me retiré de la habitación rumbo al comedor.

Llegué minutos antes de la hora pactada y aproveché para elegir un menú post-entrenamiento lo suficientemente llenador. Me senté en la mesa en la que solía estar Perseo a la hora de desayuno y lo esperé mientras engullía el alimento que tanta falta me estaba haciendo.

ꟷProvecho.

Dediqué una leve sonrisa a Perseo, mientras tomaba asiento frente a mí con su respectiva bandeja. Quizás debería haberlo esperado pero la verdad era que nuestros encontronazos rara vez poseían comida de por medio y estaba casi famélica.

ꟷ¿Me pediste que viniera para compartir una mesa?

Se encogió de hombros y una profunda sensación cálida hizo acto de presencia en mi pecho expandiéndose lentamente al resto de mis extremidades. Podía imaginar a Demetria hablando de ello por horas si se enteraba, esperaba que no lo hiciera.

ꟷTendrías que haberme avisado y te esperaba para comer.

ꟷAmbos sabemos que tenías hambre.

Asentí, realmente lo tenía. Me había quedado dormida por la mañana por lo cual me había salteado el desayuno que era mi comida favorita en la nave y mi estómago no dejaba de gruñir en respuesta. Debía recuperar el tiempo perdido.

ꟷ¿Quieres que te pida más comida? Tengo miedo que te desmayes.

Mis mejillas se volvieron rojas al escuchar sus palabras, había devorado la comida como si se tratara de mi última cena y aunque todavía tenía un poco de hambre no pensaba admitirlo a pesar de que había hablado con un claro tono de broma. Más aún, la experiencia me había enseñado que no tenía que comer en exceso antes de un encuentro con Perseo dado que siempre buscaba la oportunidad para hacerme entrenar y el alimento se transformaba en una roca en mi sistema digestivo.

ꟷEstoy bien.

ꟷDe igual manera, a donde iremos no habrá comida –una sonrisa cargada de simpatía hizo acto de presencia en sus labios y puedo jurar que en ese momento mis manos hormiguearon por la acción-. Pediremos dos menús antes de irnos.

ꟷ¿A dónde iremos?

ꟷEs una sorpresa.


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