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Extracto recuperado del diario de Elián Bishop II,

biblioteca personal del rey.

"No superaba los diez años la primera vez que sucedió. Mi cama se movió como un viejo vagón atrapado en una inestable montaña rusa por al menos un minuto que pareció no tener fin.

No recuerdo la hora pero la noche era profunda y la oscuridad espesa. Mi madre corrió a socorrerme mientras que mi padre simplemente pensaba recostado en su caro sillón de cuero marrón. Ese era su mayor defecto: pensar. Pensar que sus caprichos podían cumplirse, pensar que sólo él merecía reconocimiento.

Las consecuencias fueron astronómicas, millones de muertos en una noche. Sin embargo, no parecían importar sus vidas dado que para los ministros y el propio rey si no podían pagar por seguridad debían ser eliminados.

No se detuvieron, cada noche la tierra se sacudía, las olas se elevaban y los gritos horrorizados eran la nana que me acompañaban a dormir.

Tener memoria eidética, comprendí poco después, fue la maldición con la que nací debiendo pagar por los pecados de mi padre quien ayudó a construir una nación con sangre y lágrimas de inocentes, utilizando como cimiento el egoísmo y la mentira.

Y como espectador, desde mi elevado balcón blindado,no pude hacer más que demostrar mi disgusto debiendo cargar por el resto de misdías con una marca".

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