Capítulo 27

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Los minutos se convirtieron en horas y las horas en días pero de igual manera no comprendía donde me encontraba en tiempo y espacio. Podía recordar el video con lujo de detalle así como el invernadero pero después de ese instante todo se había convertido en un manchón negro que no podía aclarar.

Tenía pequeños fragmentos alojados en mi memoria de un viaje a través de la nave cuesta arriba, lo que no podía comprender era cuando habían sucedido. Quizás era un recuerdo de los primeros días del viaje o quizás eran parte de mi nueva vida, una en la que mi madre ya no se encontraba con vida y mi padre probablemente tampoco.

Decir que había derramado lágrimas y luego me había recuperado habría sido una mentira, el dolor que experimentaba era algo distinto a todo lo que había conocido. Sentía como si estuviese desgarrada por dentro célula a célula, quedándome sin aire y sin vida. Lloraba, sí, lo hacía a cada minuto y sin embargo no podía sentir el dolor en mis ojos o la hinchazón fruto de las lágrimas. El dolor no menguaba y eso me enloquecía aún más.

Sabía que había destrozado mi habitación en un vano intento de liberarme del dolor que me ahogaba y asfixiaba así como que había faltado a entrenamientos y comidas. Comida, no recordaba la última vez que había ingerido comida y tampoco me importaba. Quería simplemente dejar de sentir tanto sufrimiento.

Por la creación, no podía recordar en qué día me encontraba.

No obstante, nada de ello parecía tener sentido luego del fatídico mensaje de mi padre. Mi madre, mi cariñosa y tranquila madre había fallecido como consecuencia del cansancio, por culpa de estúpidas medidas que intentaban apagar una rebelión cuando lo único que lograban era avivar el fuego. Algo había comprendido en mis años de estudio, cuando la sociedad beneficiaba a aquellos que más tienen y reprimía a los afectados, la solución no era la violencia pero sí era la única opción.

Aún peor, no solo mi madre había desaparecido del Universo sino que mi padre seguía sus temblorosos pasos y no podía hacer nada para salvarlos mientras estuviera confinada en la lujosa embarcación que viajaba a velocidades vertiginosas. Francisco había ganado, había mostrado que ni siquiera aliarme con parte de la monarquía habría servido para salvarlos y nada de ello me hacía sentir mejor.

No podía concebir un futuro después de aquél día, me había embarcado en B-shop con una misión y la misma se había desvanecido como un sueño al despertar. Lo más difícil era saber que debería seguir rumbo a Terra Nova y que al llegar, probablemente, me asignarían un trabajo horrible y viviría con la culpa sobre mis hombros por el resto de mis días.

Me encontraba recostada sobre la cama, con la mirada fija en un punto del techo y con los recuerdos de mis padres atravesando mi mente sin cesar cuando una fuerte sensación me invadió y sacó de mis pensamientos. Tomé una profunda bocanada de aire logrando ahogarme en consecuencia. Agua. La sensación había sido agua helado chocando contra mi cuerpo.

Levanté mi mirada de mis temblorosas manos mojadas y allí, como un producto de mi imaginación, se encontraba Samuel con el ceño fruncido y lo que parecía un cuenco en sus manos donde se podía acumular al menos cinco litros de agua. Me había empapado y no parecía sufrir remordimiento por ello.

ꟷ¿Qué haces aquí?

Mi voz sonaba ronca y produjo una sensación que asimilaba a quemarse con una brasa en mis cuerdas vocales. Pese a ello, no mostré signo de dolor y concentré la poca energía que me quedaba en mirar al príncipe frente a mí con el ceño fruncido.

ꟷEstoy harto de esto, Aanisa.

ꟷ¿Disculpa?

­ꟷSeis días. Seis días han pasado y ya no sé qué hacer para sacarte de aquí –una de sus manos viajó a su cabello y tiró de él con exasperación.

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