Cené en mi habitación, no queriendo arriesgarme a un momento incómodo con Demetria o, aún peor, ver a Malvoro sin que una distancia kilométrica nos mantuviera separados. Cada bocado que daba era un esfuerzo, no sentía hambre ya que mi estómago estaba ocupado por el sentimiento de incertidumbre que me había invadido en tanto Perseo había abandonado la habitación.
Seguí su consejo, me vestí con mi ropa de entrenamiento –dado que era lo más cómodo que había en mi armario- y esperé sentada en el living a que llegara la hora de nuestro encuentro.
Medianoche.
Las luces se apagaban en todas las habitaciones de la nave a las once de la noche, la única excepción era cuando los reyes autorizaban alargar la velada, por lo cual mientras el reloj marcaba la una de la mañana, yo me encontraba sentada a oscuras en mi dormitorio queriendo comprender la razón de su demora.
Cuando el cansancio estaba por vencerme, las luces de la habitación se encendieron, arrojándome fuera de los brazos del sueño. Similar al resto de las ocasiones en las que Perseo había visitado mi dormitorio, entró sin permiso manejando los sistemas a su antojo desde su microordenador casi transparente.
Al igual que yo, llevaba ropa de entrenamiento pero no la que usábamos con Francisco en nuestros entrenamientos diarios. La misma era negra en su totalidad, con una leve franja de color violeta a un costado de sus pantalones. Sus manos estaban en su escondite habitual, sus bolsillos, y llevaba el cabello despeinado y húmedo.
—¿Lista?
Asentí con la cabeza, demasiado adormilada para responder coherentemente.
Seguí sus pasos fuera de la habitación y, al igual que la vez anterior, por distintos pasillos y escaleras sin conocer el verdadero destino al cual nos dirigíamos.
—¿A dónde vamos?
Los pasos de Perseo se detuvieron y pronto giró hacia mí, sus ojos eran un mar de emociones que no pude descifrar, siendo quizás, la primera persona con la que me resultaba dificultoso adivinar sus emociones.
Lo positivo de no tener amigos era que te conviertes en alguien realmente bueno observando a sus pares y estudiándolos. Me había vuelto una experta en ello, pero Perseo había logrado tirar mi habilidad por el tubo de basura.
—A evitar que algo como eso vuelva a ocurrir –sus ojos se posaron en el hematoma que descansaba en mi cuello y no pude evitar tragar con fuerza.
Estaba asustada, Malvoro y Francisco me asustaban a pesar de luchar contra ese miedo. Sin embargo, estaba más preocupada por el mensaje de mi padre que en el horrible cardenal y dolor que el príncipe heredero me había causado.
ꟷ¿Qué hay del mensaje de mi padre?
ꟷHablaremos de ello más tarde.
ꟷNo lo entiendes, ¿no? –solté el aire contenido en mis pulmones y elevé un poco la voz, inconscientemente-. Estamos hablando de la vida de mis padres, que tus padres sean los reyes y por ello no estén en peligro no significa que debas ser un insensible.
Su ceño se frunció a medida que las palabras escapaban a borbotones de mi boca a causa del miedo constante que estaba viviendo. No deseaba tratarlo mal, después de todo era el único con el que podía contar en la nave y había demostrado que era de fiar pero me molestaba su tono indiferente y lo expuesta que me sentía. Necesitaba salvar a mis padres, era lo único que necesitaba.
ꟷLos reyes no son mis padres, Aanisa –susurró, sus ojos oscureciéndose debido a la tristeza-. Mis padres fallecieron cuando era un niño, créeme que sé lo que es perder a alguien.
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Entropía
Science FictionEntropía: un nuevo comienzo Libro I Bilogía Génesis Maravillosa portada realizada por @Dream_is_to_Live ----- Cuando el mundo está al borde del colapso tienes dos opciones: escapas e intentas correr por tu vida, o te haces más fuerte y luchas. Aani...