Capítulo 08

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La observé, sólo la observé mientras me encontraba parada rígida como una estatua. Si tuviera que enumerar los imposibles de mi vida, ése era uno que ocupaba los primeros puestos sin lugar a duda. De ningún modo hubiera imaginado cruzarme con un miembro de la realeza, ellos vivían lejos de mi antiguo hogar y rodeados de lujos, mucho menos hubiera imaginado cruzar a la heredera en mi primer día en la nave. ¡Ni siquiera había comenzado el viaje! Pero ahí estaba, parada con la boca media abierta observando a la Princesa Demetria Wang.

—M... mucho... gusto.

Realicé una pequeña reverencia o algo similar a una considerando que era la primera vez que realizaba tal acción temiendo por lo que podría suceder si no actuaba como era debido. Al idear mi plan, la fase adaptación nunca contuvo cláusulas destinadas a relacionarse con la monarquía. Sólo unas pocas personas en el mundo podían presumir de conocer a la familia real e imaginé que los mismos tendrían una zona exclusiva de la nave.

—Oh, no, no, no –negó con la cabeza y sus mejillas se volvieron carmesí por un momento-. No necesitas hacer eso... mis padres son los reyes, yo sólo soy una chica. Ni siquiera heredaré el trono.

—Pero eres la princesa...

—No, sólo soy Demetria. Saliendo de Pangea me deshago de mis títulos.

Asentí, no muy convencida. La nave era jurisdicción de Pangea pero creí muy poco conveniente contradecir a la princesa en nuestro primer encuentro.

Ladeé la cabeza y la estudié de manera disimulada. Sin duda esa no era la actitud que esperaba en un miembro de la monarquía de dieciséis años; los nobles de su edad eran sumamente presumidos y sólo podían alardear un poco de dinero extra, imaginé que la princesa sería sumamente petulante. No obstante ello, su forma de actuar exclamaba a gritos incomodidad.

Teníamos algo en común.

En televisión siempre lucía tan segura, tan madura... ¿qué tan buenos eran actuando todos ellos?

No te confíes. Susurró una voz en mi mente que sonaba muy similar a la de mi padre.

—Iba por un aperitivo, ¿me acompañas?

Esbozó una sonrisa tímida que contrastaba totalmente con la imagen mental que tenía de la gente de su clase. No podía dejar de pensar en todos los estereotipos que había formulado con el pasar de los años. Pero allí estaba, era una chica tímida, sencilla e incluso agradable. Evidentemente le había fallado a mi amigo Timothy y a sus valiosos consejos, sólo llevaba unas horas en la nave y un par de días fuera de mi hogar pero todo era distinto en mí. La soledad, descubrí con pesar, era la encargada de revelar el verdadero yo de todos.

Nunca juzgues a un libro por su portada, cariño. Sus palabras resonaban como una mantra en mi mente y me obligué a forzar una sonrisa pese a avergonzarme de mí misma.

—Claro, muero de hambre.

—¿Nisa es como te llaman tus amigos? –indagó, a medida que nos acercábamos a las puertas del comedor.

—Mi familia –corregí -. No tengo muchos amigos.

Ninguno en realidad.

Sus ojos se enfocaron en mí y su aniñado rostro adquirió una expresión de horror como si mis labios hubiesen soltado algún tipo de grosería y no la verdad a medias.

—Estás jugando conmigo.

—¿Por qué haría eso? Podrían decapitarme si lo ordenas.

Rodó sus ojos, pero el buen humor no desapareció de sus facciones. Sorprendente.

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