🌸Capítulo I🌸

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Ella estaba cruzada de piernas, puesta en su atuendo perfecto

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Ella estaba cruzada de piernas, puesta en su atuendo perfecto. Me miraba, bajo sus gafas. Sus tacones tocaban el suelo de tan largos que eran. Esperaba por mí, por una respuesta de una pregunta que no iba a responder. Era algo estúpido estar aquí.

Enarcó una ceja, visiblemente impaciente por mi silencio y seriedad. Su trabajo se estaba arruinando por culpa de mí ¿Qué más daba?

- Lali... ¿Te encuentras bien?

No, no me encontraba para nada bien. Cada vez que entraba a esta habitación, terminaba recordando todo eso. Era por ella, por las malditas horas perdidas.

- Lali. Yo sé que ha sido muy difícil para ti, pero tienes que seguir adelante.

Y la frase la continúo yo, porque me la sé de memoria. «La vida sigue adelante, todos han seguido adelante alguna vez a pesar de las cosas que ocurrían. Sólo tienes que resistir y olvidar aquello»

- Es que eso jamás se va a salir de mi cabeza -le dije cruzada de brazos, mirándola seriamente. Siempre estaba en esta postura.

- Es importante que hables conmigo. Yo quiero escucharte. Yo estoy aquí para hablar contigo. Me importa todo lo que quieras decir y lo que sientas.

Me quedé observándola seriamente, sabiendo la respuesta correcta.

- Es porque eso se lo dice a todos sus pacientes.

Ella se quedó observándome sorprendida, como si no se imaginara que le iba a decir eso. Porque nadie le decía eso a su propio psicólogo.

- Yo sé, que esto ha sido muy difícil para ti los últimos meses desde que ocurrió. Nunca ha sido tu culpa ¿Sabes?

Habló como si de verdad lo sintiera. Pero yo no le creía.

- Tienes que creer lo que te digo, Lali -me dijo leyendo mis pensamientos. Lamentablemente, mis respuestas a veces eran visibles en las expresiones de mi rostro.

- Yo no le creo. No le creo a nadie. Ni siquiera a mí misma.

- ¿Y cómo es eso de que no le crees a nadie?

- Tanto como me obligan a venir aquí.

Ella comenzó a hablar, pero no la escuché. Porque me distraje. Eugenia me observó detrás de ella, apuntándome con el dedo.

- Me viste en el suelo morir. No te detuviste para ayudarme. Podrías haberme salvado. Ahora estoy muerta.

Cerré los ojos con todas mis fuerzas, y cuando los volví a abrir, ella seguía ahí. Melody apareció junto a ella, observándome con desdén.

- Mi cabello estaba en llamas. ¿Sabes que eso es lo que más odio, verdad? Porque ahora lo debo tener horrible, en la tumba.

- Te grité que me ayudaras -Ramiro apareció junto a Melody, y se inclinó hacia adelante, muy muy cerca de la Sra. Robinson- Y sólo volteaste, corriste, y salvaste tu vida.

- ¿Por qué miras detrás de mí? -me dijo la Sra. Robinson con curiosidad Siempre haces eso. ¿Qué ocurre?

- Todo me atormenta -dije con las lágrimas en los ojos.

- ¿Qué te atormenta?

- Ellos -señalé.

- ¿Quiénes?

- Mis amigos -grité y las lágrimas se resbalaron en mis mejillas- Porque pude haber salvado sus vidas, en vez de la mía.

Cuando salí de la sala, mis papás me esperaban sentados en el consultorio como siempre.

Ellos se levantaron rápidamente y saludaron a la Sra. Robinson.

- Su hija ha tenido muchos progresos. Pero no he podido lograr que me cuente la historia completamente, sólo retazos de los recuerdos y algunos pensamientos y sobre lo que siente.

- Gracias Sra. Robinson -dijo mi papá apretando su mano en forma de saludo- Ha sido de mucha ayuda.

- No hay de qué. -asintió la Sra. Robinson-. Las malas noticias, son las actitudes extrañas de Lali. No puede concentrase en nadie. Ni siquiera en lo que le estás diciendo. Es como que se sumisa a sus propios pensamientos. -Explicó inspirada mente moviendo las manos, lo hacía como si a mis papás no les afectara ni un poco, como si contara un gran chiste que no era real-. Y hay que llamar su atención muchas veces. Lo demás, es un gran progreso, ya que me ha contestado la mayoría de las preguntas, a comparación de las anteriores sesiones.

Mamá y papá me miraron sonrientes. En sus miradas, había mucha preocupación, pero ahora ya no lloraban. Pensaban que estaba mejorando. Lo peor de todo, es que nadie se daba cuenta, ni siquiera mi psicóloga personal, de que todo estaba empeorando. Yo sabía que estaba perdida. Completamente perdida. Y lo que lo hace peor, es que no quería ser rescatada, porque sentía que me lo merecía.

 Y lo que lo hace peor, es que no quería ser rescatada, porque sentía que me lo merecía

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El sol de mi tormenta© 《Laliter》✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora