🌸Capítulo XV🌸

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- Esa es la parte en la que tú lograste salir

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- Esa es la parte en la que tú lograste salir. ¿Qué me puedes decir sobre eso?

La Sra. Robinson estaba con su pierna derecha cruzada como siempre. Esa era su postura formal.

Pero ella siempre me preguntaba eso. Siempre preguntaba por el accidente y no cómo me sentía. ¿Realmente me estaba tratando a mí o al accidente?

- No lo recuerdo -dije.

- Sí que lo recuerdas. Algo tienes que recordar.

Sonaba desesperada. Cansada.

Yo también.

- Me desmayé por un fuerte golpe en la cabeza. Me dieron tres puntos en esta parte trasera -me toqué la cicatriz que se sentía a través de mi cabello- Dicen que cuando los bomberos llegaron, me encontraron desmayada entre los escombros, muy cerca de la salida. Había llegado hasta allí pero no logré salir. Todos pensaron que estaba muerta, pero no lo sé. Desperté. Sólo me desmayé.

Quise morir, pero no fue así. Tuve que pagar ese precio. Me lo merecía. Y sufría. Tenía una maldición poniéndome su peso en los hombros todos los días, todas las horas, todos los minutos, todos los segundos.

La Sra. Robinson asintió mientras continuó escribiendo en su famosa libreta.

Antes se veía impaciente. Ahora aliviada. Hablaba y le contaba la verdad para ayudarla a ella, no a mí.

- Y tus amigos, Ramiro, Jazmín y Melodi, ellos estaban...

- En esta semana terminé de conocer a dos personas increíbles -la interrumpí.

Ella se quedó helada. Como si hubiera dicho que intentaba suicidarme. Sus dedos se quedaron quietos y el bolígrafo se le escapó de las manos como la aren a entre los dedos. Levantó la cabeza con una expresión de sorpresa, con la cara perpleja. Su rostro estaba quieto. Ni siquiera parpadeó. Se tapó la boca rápidamente, y trató, digamos, que intentó ocultar su emoción y sorpresa.

- Es... es lo más...-tartamudeó- Es la cosa más positiva que dijiste desde que comenzamos estas sesiones, Lali. ¡Es un milagro! ¡Tú no dices increíble!

- Yo...

- ¡Por Dios! -Saltó de su asiento emocionada- ¡Estoy haciendo bien mi trabajo! ¿De verdad crees que esas personas son increíbles? ¿Quiénes? ¿Nuevos amigos? ¿Un novio? ¿Otra familia? ¿Cómo se llaman? ¿Viven por aquí? ¿Tus papas los conocen? ¿Ellos son...?

- Son de por aquí -dije confundida tratando de responder a una de sus preguntas.

- ¿De verdad? ¿Quiénes? ¿Quiénes? Oh ¡Cuéntame!

- Peter y Sebastián

- ¿Dos chicos? -dijo sentándose de repente, confundida.

-Sí -miré el techo para no ver su rostro- Peter... no lo sé. Él tiene dieciocho o diecinueve. Sebas tiene seis o siete.

- ¿No sabes realmente las edades de estos... chicos?

- No, son hermanos.

- ¿Y cómo los has conocido?

- ¿Recuerdas que te conté sobre el incidente que tuve con Aleli? ¿El niño pequeño y su hermano mayor?

- Sí -afirmó con los ojos brillosos.

- Son ellos.

- ¡Oh! ¡Eso es tan genial! ¡Cuéntame! ¿Qué maravilla han hecho para hacerte pensar tan bien de ellos?

- Yo... de... de casualidad me los he encontrado por todos lados, cuando salía. Cuando estaba mal. No lo sé. Peter... siempre me encontraba con Peter. También me encariñé mucho con Sebas.

Pensé en decirle más cosas y detalles pero me la quedé viendo. Ella estaba mirándome con una sonrisa no-disimulada en su rostro, con emoción, una expresión feliz y diferente. Me miraba como si...

- Sonreíste.

- ¿Qué? -tartamudeé.

- Cuando hablaste de Peter y Sebastián. Sonreíste.

Me toqué los labios con mi mano derecha, y así fue. La curva de mis labios era una sonrisa. Una grieta formada entre mis labios. Una sonrisa que explicaba todo lo que sentía en ese momento respecto a ellos.

Era verdad. Estaba sonriendo. Y no me daba cuenta.

- Yo...

- ¿No recordabas cómo sonreír, verdad?

- Yo...

- Lali -chilló- Esta es la mejor noticia que he recibido en tantos años de mi trabajo. He estado trabajando y lidiando con muchos pacientes muy complicados de temas difíciles. Tú eres una de ellas. Pero... estas personas, realmente te están haciendo bien. ¿Qué hicieron? ¿Qué te dijeron, Lali? Esto... te juro... me siento tan feliz de que vuelvas a sonreír. No conocía tu sonrisa.

- Yo... no quiero estar feliz -dije borrando esa sonrisa extraña de mi rostro- Yo no soy feliz porque maté a mis amigos.

- No -negó con la cabeza rápidamente- Vamos devuelta. Tú no los mataste. Ha sido un accidente, algo que...

- Las dos horas terminaron. Quiero volver a casa.

- Pero yo quiero que me cuentes de...

- Eso fue suficiente, Sra. Robinson. Quiero irme.

Me levanté de la silla de un salto y esperé seriamente junto a la puerta. Ella la abrió despacio, como si esperara un saludo o como si de verdad no quisiera hacerlo. La ignoré. No la escuché. Salí y caminé rápido en el pasillo, sintiendo a mis papás detrás de mí, siguiéndome.

Caminaba y parecía que realmente no estaba caminando. No me daba cuenta de eso. Es como si estuviera en otro lugar, en el vacío. No sé por qué me había agarrado ese ataque. Sentía que esta no era yo. Sentía miedo, miedo de lo que estaba sintiendo.

Ahora en realidad, sí lo sabía...

Los había visto a ellos otra vez, haciéndome recordar lo maldita y jodida que estaba. Sus cuerpos quemados y en carne viva me traumaban, me hacían sentir mal, me ponían así.

Me seguían. Estaban detrás de mamá y papá. Comencé a correr.

Me quise tirar debajo de un auto, o tirarme un puente. Quise desaparecer, morir y liberarme de ellos. Quería ir a otro lado donde no volviera a ver a nadie que conociera de este mundo. Quería ir a otro lado, sola, donde nadie más esté y que yo me quede sufriendo y pagando lo que de verdad merecía.

Ahora sabía que esto era demasiado. Esto era más del castigo que merecía.

 Esto era más del castigo que merecía

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El sol de mi tormenta© 《Laliter》✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora