Ese día salí a caminar con Aleli. Ella me había salvado de mamá y papá para que no vieran mi aspecto físico. Le agradecí tanto que ella me miró con el ceño fruncido, mostrándose molesta. Ella siempre decía que no quería que la trataran como a una niña. Porque ya estaba grande.
Fuimos a la misma plaza donde me había encontrado a Peter y Sebas. Miré hacia todos lados, con la esperanza de encontrarlos, pero ellos no estaban allí. Aleli se fue a jugar, y me senté muy cerca de ella. De vez en cuando la saludaba o le gritaba cosas para que los niños supieran que los estaba vigilando. No quería que le hicieran lo mismo que a Sebas esa vez.
Ella se subió al tobogán y esperó a que los niños de adelante se bajaran también. Se veía tan paciente y concentrada en su juego. Me quedé observándola. Cómo sonreía, jugaba y se hacía amigos de todos.
De vez en cuando fruncía el ceño y les hablaba a los niños con el dedo índice frente a ella. Todos la respetaban y al parecer, ella era la mamá.
Un niño muy familiar se subió al tobogán también, detrás de Aleli. Ella se tiró rápidamente y el niño se quedó indeciso arriba de todo. Observó la altura desde allí hasta el suelo. Su cabello castaño brilló bajo la luz del sol.
Sus ojos verdes reflejaban lo que anhelé ver.
Sebastián.
Era Sebas.
Corrí hacia él y lo observé desde abajo.
- ¡Sebas!
Él asomó su cabeza. Los niños comenzaron a quejarse.
- ¡Lali!-su voz tierna me puso la piel de gallina. Él se tiró del tobogán rápidamente, como si se hubiera olvidado del miedo que había sentido él segundos antes. Corrió hacia mí, me agaché para estar a su altura y nos abrazamos.
- ¿Qué te ocurrió en el ojo? -me miró, asustado.
- Me caí de las escaleras. Me golpeé el ojo con el soporte. Sabes cómo dolió. Pero estoy mejor y se me está curando.
Me tocó el ojo suavemente e hizo una mueca.
- Te extrañé -me dijo sonriente por fin. Sus dientes chuecos me hicieron sonreír de ternura.
- Yo también, corazón -acaricié su cabello, el mismo gesto que Peter siempre hacía.
Peter.
- ¿Sabes dónde está tu hermano?
Él sonrió. Pero fue una sonrisa pícara, como si hubiera estado esperando esa pregunta.
Señaló con su dedo pequeño detrás de mí.
Peter estaba sentado en un banco, con los codos apoyados en sus rodillas. Su mirada no estaba en nosotros. Estaba en el suelo. Lejos.
- Allá está Aleli -la señalé a lo lejos- Si alguien te molesta, ella te va a ayudar. Si no, gritas, y los mataré.
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El sol de mi tormenta© 《Laliter》✔
Novela Juvenil🌸El mejor tipo de personas son las que entran en tu vida y te hacen ver el sol donde alguna vez viste nubes🌸 Lali es una chica de diecisiete años que sufrió en un accidente trágico en un hospital. Ella y sus tres amigos, Eugenia, Ramiro y Melody i...