Cuando la noche apareció de repente, me encontré despierta en la cama, observando la luz de la luna entrar por mi ventana abierta.
Me quité las sábanas de encima, y me asomé. Mi cabeza salió por la ventana y cerré los ojos cuando una brisa fría pero acogedora me tranquilizó por completo. Apoyé los codos en el marco y observé el piso de abajo. La luz de la habitación de mamá y papá estaba apagada. Y ya no se escuchaban las risas y golpes suaves de Aleli jugando con sus muñecas. Miré el tejado que estaba a pocos centímetros de mis manos y observé hacia todos lados. Los vecinos del barrio estaban todos durmiendo. Eran las tres de la madrugada, y hasta los más fiesteros dormían. Todo estaba oscuro, pero alumbrado por la luz de la luna, y daba a todo un color parecido al azul entre grisáceo. El cielo estaba lleno de estrellas. Y sentí adrenalina por saltar, correr y olvidarme de todas las cosas.
Salí a rastras, por la ventana. Primero saqué mi pierna afuera y sentí el frío de la brisa enfriar mi pierna desnuda. Recordé mis pies sin zapatillas y corrí adentro para volver a mi habitación y ponerme botas cómodas hasta la mitad de mis piernas. Miré mi vestimenta. Tenía una remera musculosa blanca y una camiseta abierta cuadrillé. Mis pantaloncillos de franela de color verde manzana me llegaban hasta la mitad de los muslos, y no me preocupé por ello. Mi piyama y las botas negras no serían un problema a las tres de la mañana, ya que nadie me vería por allí. Salí por la ventana otra vez, con cuidado. Me agazapé en el tejado, sintiendo el viento enredar mi cabello y una ola de escalofríos me llenó. Caminé con cuidado por el tejado y observé la altura desde allí hasta el suelo. No eran más que dos o tres metros, y si yo caía con las piernas duras y firmes, no me ocurriría nada.
Me daba igual lo que me ocurriría.
Me preparé, con las piernas dobladas hasta mi pecho y las manos apoyadas en el tejado. Respiré profundamente y salté.
Fue tan emocionante como esperaba que sería. Pero duró muy poco. Antes de llegar al suelo, me puse dura y firme para que nada se me doblase, y así fue. Caí, doblé mis piernas y mis rodillas impactaron en el suelo. Sentí la tierra aferrarse a mi piel, y mis manos mantuvieron el equilibrio de mi postura. Sonreí, aunque muy desilusionada de que nada me haya ocurrido.
Observé hacia arriba y la luna llena seguía brillando con todo vigor. La luna robaba el brillo y la luz del sol.
Mire hacia todos lados para observar el panorama. Todavía no había nadie. Me eché a correr con rapidez, imaginándome que alguien me perseguía. Quería ver cómo reaccionaba a ese pensamiento y qué hacía para evitarlo. Mi mente era tan poderosa que podía crear cualquier cosa que quisiese, formándose parte de mi imaginación.
Doblé en la siguiente esquina, y me detuve cuando vi sombras.
¿Mi imaginación era tan fuerte que las personas no-reales tenían sombra?
Pero en realidad ellos eran reales. Una pareja de jóvenes pasaban por allí, abrazados y hablando en voz baja. Pasaron junto a mí, sin notarme por completo. Me quedé observando sus manos entrelazadas, imaginándome que la chica que estaba junto al chico era yo, y que él era mi novio.
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El sol de mi tormenta© 《Laliter》✔
Novela Juvenil🌸El mejor tipo de personas son las que entran en tu vida y te hacen ver el sol donde alguna vez viste nubes🌸 Lali es una chica de diecisiete años que sufrió en un accidente trágico en un hospital. Ella y sus tres amigos, Eugenia, Ramiro y Melody i...