Cuando volví a casa, mamá y papá estaban sentados en silencio. En realidad, antes de eso hablaban seriamente, pero cuando me escucharon entrar hubo silencio. Me miraron, con la seriedad palpada en sus rostros. Luego de unos segundos, sonrieron. Pero como siempre, sus sonrisas eran asustadas, preocupadas y totalmente forzadas.
No les devolví la sonrisa.
- Hola - saludé secamente.
- Hija - se levantó mamá rápidamente, acercándose a mí y tocando mi brazo como si fuera la niña pequeña de antes, de porcelana frágil- Querida, necesitamos hablar contigo.
- No quiero -negué.
- Por favor -rogó papá- Es sobre nosotros. Nuestra familia. Tú, Aleli, mamá y yo.
- No me pongas a mí primero.
Ellos me miraron confundidos, con el ceño fruncido.
- No hablo de cosas personales. Para eso está la Sra. Robinson. Ella les cuenta todo, así que no hace falta.
- Pero necesitamos escucharlo de ti -dijo mamá con lágrimas en los ojos. Se acercó para volver a tocar mi brazo como si estuviera lastimada, pero me moví rápidamente, antes de que me tocara. No quise mirarla a los ojos. Me dolía verla llorar.
- No necesitan escuchar nada de mí. Todo lo que les he dicho y lo que la Sra. Robinson también, es lo que tenían que escuchar. Nada más.
- La Sra. Robinson no puede hacer la sesión de esta semana porque tiene que visitar a un paciente en Italia. Por eso nos pidió que hablemos contigo personalmente, y le comuniquemos lo que logramos este día.
- Contarle a ustedes lo que me pasa es como si le estuviera hablando a la pared -dije mirándolos seriamente- Nunca me entenderían. Nunca me creyeron cuando les dije que no estaba loca. Sólo me miran como si estuviera hecha de hielo, ya no me tratan como antes, me tratan como si en cualquier momento desaparecería. No es así, soy la misma hija que ustedes siempre tuvieron. La única diferencia es que el trauma me está afectando demasiado y ustedes no hacen nada para arreglarlo. ¡No ayudan en nada!
- ¡Basta! -gritó mamá furiosamente, pero en un segundo su estado sensible y llorón volvió a ella. Como cuando me pinchaban con la aguja para ponerme las vacunas de pequeña. Me dolía en un segundo, pero luego no sentía nada más y volvía a ser la misma de antes.
Me quedé paralizada y por un momento me sentí mejor. Ese segundo, en el que mamá me trató con dureza, como antes lo hacía y no como lo estaba haciendo ahora, me hizo sentir como antes.
Pero ella ya estaba llorando devuelta.
- No merecemos esto -negó con la cabeza, las lágrimas inundando ríos de pureza en sus ojos. Sus labios estaban contraídos por la tristeza de un lamento apenas audible en un bosque abandonado- No queremos que nos hagas esto, Lali. Nos duele mucho. Aleli nos pregunta qué te pasa, y no saber qué responderle es duro -se tapó la boca, sin poder continuar hablando.
Miré a otra parte. ¿Aleli había preguntado por mí?
Ella era la única que más me importaba ahora. Ella era importante para mí. Es como si me viera a mí misma de pequeña, y estaba totalmente desesperada por rescatarla de cualquier cosa que le afectase en su vida.
Es como si ella estuviera a punto de caer a un eterno abismo oscuro y siniestro, y yo estaba en el borde, sosteniéndola, tratando de llevarla a superficie segura. Y cada vez me era más imposible.
- No digas eso -reprimí mis sentimientos para no desbordad- Eso no es verdad. Ustedes saben qué responder. Lo que no quieren decirle.
- Porque es duro para ella -se levantó papá de su silla.
También estaba en el mismo estado sentimental de mamá, pero era más fuerte y menos exagerado.
- Es duro para todos. Duro para mí también -dije.
- Tienes razón, pero esto tiene que cambiar.
- Papá, ¿Puedes cambiar el pasado? ¿Puedes cambiar lo que sientes, lo que te ocurrió?
Ellos se quedaron mirándome, incrédulos, con las lágrimas en sus mejillas.
Suspiré, y me dio coraje.
- Ustedes no entienden nada. Cuanto más quiero reprimir estas cosas y dejar de afectarlos a ustedes, más lo empeoro. A veces no sé si lo que hago está bien. Me alejo de ustedes porque no quiero lastimarlos, pero no me la ponen fácil. Todo empeora y si hubiera tomado otra decisión, la situación sería totalmente igual. ¿Qué otra alternativa tengo?
No puedo hacer más nada. No puedo aguantar más nada. Necesito estar libre, no reprimir más nada para lastimarlos porque de todos modos lo voy a hacer igual. Voy a lastimarlos como siempre.
- Pero no queremos que te sientas así -rogó mamá, tratando de tocarme otra vez. Es como si viera a un telegrama y tratara de tocarlo para darse cuenta de que no era real.
Me alejé otra vez de ella, y traté de no decir más nada. No estaba acostumbrada a esto; decir lo que de verdad sentía. Ellos me habían enseñado que la sinceridad y la honestidad no eran muy buenas en muchas ocasiones y que se debe pensar en lo que decir antes de hablar.
Pero en estos momentos, realmente me había olvidado de esa regla. No es como si hubiera algo por lo cual detenerme, porque estaba tan cansada de no poder abrir la boca cuando se me daba la gana. Como lo hacían los demás.
Pero me di cuenta de que de todas formas nada iba a cambiar, si lo decía o no, todo quedaría como si nada se hubiese hecho. Así que, me imaginé corriendo en un bosque oscuro y tenebroso, pero estaba sola.
Corría por allí sólo para escapar, escapar de mí y de mi vida.
Jazmín, Melodi y Ramiro aparecieron en la mitad de mi camino en la que iba a mi habitación. Mamá y papá me hablaban, pero no los escuchaba. Mis amigos se cruzaron de brazos y me miraban con el ceño fruncido y una mueca de decepción en sus rostros. Porque todo lo que hacía estaba mal.
Siempre estaba mal.
Los ignoré a ellos también. Al igual que a mí misma. Me subí a la cama, cerré la puerta, me coloqué auriculares y aunque no me importaba el volumen máximo y el dolor en mis oídos y en mi cabeza, me dormí sin que lo quisiera de verdad.
Porque todo lo que hacía no era lo que de verdad sentía y quería.
Como lo que decía. Todo era así. Una falsedad. Algo farsante, todo para proteger a los demás.
Proteger al prójimo, y no a mí misma. Porque me prometí hacerlo, aunque eso significaba que yo debería morir. Porque aquel día, que pensé sólo en mí, murieron personas por mi culpa. Y eso no volvería a pasar.
Nunca más. Y si alguien tenía que morir, esa era yo.
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El sol de mi tormenta© 《Laliter》✔
Teen Fiction🌸El mejor tipo de personas son las que entran en tu vida y te hacen ver el sol donde alguna vez viste nubes🌸 Lali es una chica de diecisiete años que sufrió en un accidente trágico en un hospital. Ella y sus tres amigos, Eugenia, Ramiro y Melody i...